BOSQUES Y MONTE BAJO























DESCRIPCIÓN Y ETAPAS 

          

El concepto de “bosques y monte bajo” va a ser aplicado a todo aquel tramo del Camino que no alcance los 1.200 metros de altitud con excepción de los páramos castellano-leoneses entre Rabé de las Calzadas (en Burgos) y Hospital de Órbigo (en León) que merecerá un capítulo aparte. Así, con sus aproximadamente 514 kilómetros, ello supone el 68 % del total a recorrer o, si siguiéramos -tras llegar a Compostela- hasta el “Finis Terrae”, el 73% del conjunto (y ello sin contar porcentualmente con el tramo francés).
Como podemos comprobar, la mayoría del camino discurre por placenteros bosques y zonas de monte bajo que amenizarán, con su variedad y riqueza paisajística, nuestros pasos.

En Francia (si comenzáramos, al menos, en Saint-Jean Pied-de-Port) el verdor será el auténtico protagonista; un verdor que lo envuelve todo y configura una estampa agradable en extremo. Pequeñas florestas de castaños, robles, abedules y hayas se encuentran bien definidos en un conjunto armónico de poblaciones, granjas, cultivos, prados y bosques.

Llegados a este punto, cabría preguntarse si tal vez fuese conveniente comenzar allende los Pirineos. Creo que la respuesta es contundente: sí, sin duda. Es curioso que existan guías “completas” del Camino que obvien el tramo francés de una manera inexplicable. Con ello empobrecemos nuestra visión del fenómeno jacobeo el cual, no lo olvidemos, tomó un verdadero auge como consecuencia del decidido apoyo de la Orden de Cluny y, por ende, fue determinante en la inmensa popularidad que alcanzaron los caminos en todo el occidente cristiano para conseguir llegar a la tumba del Apóstol. Toda Europa era una inmensa malla de andaderos que se dirigían hacia dos confluencias principales para su entrada en España: los caminos que, juntándose a la altura de Ostabat, permitían salvar los Pirineos por el Alto de Ibañeta o por los puertos de Cize, para confluir en Roncesvalles, y los caminos que se dirigían hacia el puerto de Somport. Ignorar o menospreciar esta realidad es cercenar su huella histórica.


Ya descansados del formidable esfuerzo del día anterior al atravesar los Pirineos, emprendemos el camino por un agradable sendero que discurre paralelo a la carretera pero a suficiente distancia para que la vegetación nos libre de la vista del grisáceo asfalto. Desde aquí, desde Roncesvalles, muchos peregrinos inician su personal camino; un camino que habrá de llevarlos –treinta días después- hasta la mismísima tumba del apóstol Santiago. Para la mayoría serán sus primeros kilómetros. Para el autor, será su novena etapa pues ya llevará recorridos 260 kilómetros, al menos.
RONCESVALLES (ORREAGA –en euskera o vascuence-)  08.03.09
          
Pero volvamos a nuestros bosques y monte bajo.

Navarra teje una hermosísima urdimbre de bosques casi vírgenes y prados alpinos de bucólica estampa. En efecto, el aspecto que presentan lugares como Erro o el recorrido entre las umbrías del río Arga no debe de diferir mucho del que antaño se encontraran los esforzados peregrinos transpirenaicos. Hayas, abedules, robles y pinos tapizados por innumerables helechos y extensas hiedras serpenteantes, que abrazan, vistiendo, los desnudos troncos y ramas de los árboles, se presentan por doquier. Tierra de murmullos y siseos, de intuiciones y melancolía, de sobrecogimiento y embeleso.
Precisamente en la época hibernal, si nos levantamos temprano y salimos atentos a todos los guiños que la naturaleza nos ofrece, podremos disfrutar del extraordinario espectáculo ofrecido por la escarcha. Plantas, ramas, postes, hojas, laderas y escarpes ofrecen un espectáculo asombroso. Con sus perfectas formaciones cristalinas, la escarcha cubre y decora cuanto nos rodea. Por la noche, el frío hálito se ha encargado de grabar todo un escenario que destila una sutil y efímera poesía. Si madrugamos, pues, seremos testigos privilegiados de un mundo de ensueño que, evanescente,  se ocultará al poco de mostrarse.


En las umbrías, sobre la aterida hojarasca, es frecuente ver cómo la escarcha adorna sus bordes y nerviaciones... Es una belleza efímera, que se desvanecerá al poco; pero habrá merecido la pena madrugar y salir temprano del acogedor albergue para recrearnos en su contemplación al paso. Además debemos tener en cuenta otra circunstancia: cuando la tierra está helada, caminaremos sin ningún problema de encontrar el tan temido barro y será luego, con el ascenso del sol y el aumento de la temperatura, cuando podremos tener zonas embarradas que siempre suelen ser algo problemáticas.
GAMARTHE – SAINT-JEAN LE-VIEUX (Francia –Vía de Vézelay-) 20.12.05


El siguiente gran bosque con el que nos encontraremos será el de los Montes de Oca. Soberbio ejemplo de lo que en el Medievo debían de sentir aquellos hombres que, con muy diferentes motivos, se aventuraban en un sin par recorrido lleno de incógnitas y temores. Aun hoy en día, con un cielo gris y el soplo ventisco ululando entre las ramas, no podremos dejar de sentir una cierta inquietud magnificada por la soledad y la frondosa masa vegetal que nos circunda. Con una altitud media de unos 1.100 metros, no es raro encontrar algo de nieve que contribuya a dichas inquietudes abstractas e irrefrenables. Las lagunillas provenientes del deshielo o de las recientes lluvias, forman pequeñas “áreas pantanosas” en los bordes del camino acentuando, si cabe, la belleza del lugar y poniendo un nuevo halo de misterio que nos retrae, inconscientemente, a épocas pretéritas. Los robles rebollos, hayas y pinos de repoblación nos acompañarán con sus siempre insinuantes contornos. A lo largo de varios cortafuegos, el camino avanza hacia el monasterio de San Juan de Ortega el cual, de pronto, se presenta ante nuestra vista alentándonos a salir del espeso bosque que nos ha perseguido y engarzado durante las últimas horas.
Este tramo es, ciertamente, de una grandiosidad considerable. Lástima que no podamos terminar la jornada en San Juan de Ortega pues el albergue no reúne condiciones para pernoctar en el invierno; aunque, según las últimas noticias, hay proyectos que posibilitarían su apertura en los meses que nos ocupan. Desde aquí hacemos votos para que así ocurra; aunque, de momento, deberemos continuar hasta Agés, a pocos kilómetros de distancia.


El bosque de Erro es un bosque que parece sacado de un libro de fantasía. Estamos en tierras navarras; estamos en tierras de leyendas perdidas en las penumbras de los tiempos… Tal vez, al oír un murmullo de hojarascas revueltas pensemos en la posibilidad de encontrarnos con el llamado Baxajaun que viene a ser el “yeti” de estas tierras. Es el señor de los bosques, aunque dicen que no era –o es- agresivo. En este bellísimo y misterioso entorno, nada nos puede extrañar.
RONCESVALLES – ZUBIRI  02.02.11

Ya las siguientes masas forestales, los siguientes tramos en los que podamos disfrutar de la rumorosidad que producen las hojas al agitarse al soplo de la más leve brisa, los siguientes horizontes circunscritos a pocos metros de nosotros, no se volverán a dar hasta que lleguemos a Galicia. Hasta ahí, habremos atravesado bosquetes o monte ralo que salpicará el entorno de cuando en cuando pero que, en ningún momento, habrán constituido espesuras de consideración.
Desde el mítico “Cebreiro” hasta Compostela, nos encontraremos con masas forestales que salpicarán nuestro camino en pos de la ya cercana meta o, para muchos, punto de partida en ese otro camino, mucho más difícil, de nuestro devenir existencial por el cual, de algún modo, consciente o inconscientemente, habremos emprendido esta búsqueda interior. Castaños y robles centenarios, chopos y álamos en las riberas... y, más adelante, comenzarán a mostrarse los primeros eucaliptos. Así, atravesaremos, empequeñecidos por su grandiosidad, los umbríos bosques de estos controvertidos árboles. Asombra ver a estos gigantes arbóreos cubrir en galería todo lo que nos circunda. Caminaremos bajo una inmensa cúpula verde que nos impedirá, incluso, ver el cielo. Se percibe que la humedad ambiental aumenta de manera considerable en estos tupidos y casi enmarañados laberintos. Es el país de las “corredoiras”, de los caminos entrecruzados y “serpenteantes”, de las aldehuelas que, de improviso, aparecen y desaparecen a nuestro ritmo. Aquí, en estos bosques, el tiempo semeja haberse detenido por completo.

Los bosques, lugares de ancestrales mitologías, esperan el paso del peregrino para susurrar, a aquellos que sepan escucharlo, sus más sabios consejos y sus más íntimos secretos; brindando, al mismo tiempo, su acogedor entorno para solaz de nuestros sentidos.


En este tramo es muy posible que no podamos concentrar nuestra atención en los enormes castaños que nos rodean debido a unas aglomeraciones que nos sorprenderán. Muchas personas, en su afán por obtener la Compostela, comienzan su camino en Sarria ya que éste es el punto más próximo a los 100 kilómetros exigidos como mínimo para su obtención. ¿Qué quiere decir esto? Pues que, acostumbrados a la semisoledad invernal, nos encontraremos en Sarria con autobuses repletos de personas, “vehículos de apoyo” los nominan, que transportan todo para otros... etc. ¡Impresionante!
SARRIA – BARBADELO  08.03.11

Las praderas, los boscajes, las zonas de matorral, los cultivos o las yermas tierras también nos recibirán con sus dones especiales espejeando una cara amable y humanizada a nuestro devenir. Es, el “monte bajo”, la parte más “cómoda” del Camino, más llevadera y menos fatigosa. Las suaves ondulaciones, las planicies, el verdor de finales del invierno o el amarilleo de comienzos del mismo, las grandes urbes, y las pequeñas poblaciones nos acompañarán por unos territorios que nos ofrecerán todos sus dones.
Será en estos parajes en donde sintamos con mayor viveza la calidez del sol venciendo el frescor de la mañana; o la alegría incontenible que nos invadirá cuando, tras algunos días de cielo nublo, despeje y la luz invada todos los rincones con esa tonalidad y pureza de colores que sólo en la estación de blancas canas, con una atmósfera absolutamente diáfana, podremos percibir.
Encontraremos, sobre todo en estos territorios, pequeños altozanos que rememorarán los esfuerzos de las montañas pasadas y nos recordarán que todavía nos quedan otras por superar, mesetas que nos mostrarán paisajes con unos horizontes casi infinitos, multitud de manifestaciones artísticas de todos aquellos que, en el transcurso de los años, van dejando su impronta con deseos de eternidad. Lugares como el alto del Perdón, con sus siluetas recortándose contra las insinuantes nieblas invernales. Calzadas romanas todavía en uso. Fuentes que destilan vino. Feraces valles con inmensas extensiones de viñedos que, con sus retorcidos troncos, parecen querer implorar la llegada de la primavera en unas desgarradoras torsiones que semejan danzas de difícil discernimiento. Bosquetes de encinas; ese árbol tan austero, recio, abnegado y sacrificado como lo son los hombres de sus tierras o bien, en contrapunto, esos oasis de verdor en medio de los ubérrimos prados gallegos o las inmensas extensiones galas.
Lugares que sirvieron de primeros asentamientos humanos; allá por los lejanos tiempos de un millón de años atrás...


Atapuerca, conocida mundialmente por sus yacimientos arqueológicos y antropológicos, se nos presenta al poco de dejar atrás la interesante población de Agés, con sus construcciones tradicionales que tan bella estampa dan al pueblo. Pues bien, un poco antes de entrar en la población de Atapuerca, veremos unas grandes piedras clavadas en la tierra… Son los menhires; litos clavados verticalmente. Su nombre procede de Francia, del idioma bretón: “men”, que significa “piedra”, e “hir” en su significación de “larga”.
AGÉS – VILLALVAL  16.02.11

Tras atravesar los adustos páramos de Burgos, Palencia y León, entraremos en lugares ciertamente singulares con rústicas  manifestaciones artísticas y poblaciones que parecen puras decoraciones del Camino por tanto como se integran en él. El impar mundo berciano nos sorprenderá, una vez más, con su singularidad que iremos descubriendo por nosotros mismos a cada paso, en cada jornada, con el deleite de saborear todo cuanto nos rodea, sin premuras, sin apremios, con sosiego... 

Que el Camino es pura sorpresa lo vamos descubriendo poco a poco y nos vamos convenciendo de su autenticidad y del “rastro” que han ido dejando los millones de peregrinos que a lo largo de tantos y tantos siglos han pasado por estos mismos escenarios que hoy, con las mejoras que el tiempo ha proporcionado, pisamos nosotros. Pero, sin más preámbulo, pasemos a recorrer, dividido por etapas, los bosques y el monte bajo. 


Al poco de salir de Hospital de Órbigo, se presenta la variante de Villares de Órbigo y Santibáñez de Valdeiglesias. Por este camino tendremos la posibilidad de apartarnos del infernal ruido de la carretera y sumergirnos en el silencio de pequeños bosques y monte bajo. Nos encontraremos con aspectos asaz curiosos. En algún lugar habremos leído que la figura de la derecha es un “espantapájaros”... Aunque tal vez se trate de una imaginativa representación de un peregrino.
SANTIBÁÑEZ DE VALDEIGLESIAS – SAN JUSTO DE LA VEGA 06.02.06

Primera etapa
Primera etapa
          
Al igual que en nuestra subida hacia las numinosas y nimbadas cumbres del Lepoeder, también tendremos que salir –si comenzáramos en Saint-Jean Pied-dePort- atravesando el río Nive por su puente medieval para entrar directamente en la rue d’Espagne y recorrerla en toda su longitud, atravesar los restos de sus antiguas murallas y, ya desde este punto, dirigirnos a la derecha (siguiendo la señalización) por el tramo correspondiente a la D933 y cuyo camino se desarrolla junto al río Nive. A continuación –siempre junto al río- el Camino se interna en el angosto y escarpado valle de Valcarlos, para cruzar la frontera llegados a la bonita ciudad de Arnéguy. Ya desde este lugar, por la carretera N135, en un pequeño ascenso cómodo de llevar, alcanzaremos la población de Valcarlos en algo más de media hora, aproximadamente.

Pero detengámonos por un momento y miremos en derredor... la imagen es grandiosa... casi diríamos que épica. Para nuestro asombro, alguien del lugar nos informará que Luzaide significa “viento de angosturas”; viento de lugares estrechos, sombríos, misteriosos... Si escuchamos atentamente, puede que aún podamos sentir los ecos del ejército de Carlomagno luchando denodadamente por salir de estos barrancos de mortal factura.
Valcarlos es un valle dominado por poderosos montes entre los que destaca el altivo Astobizcar (1.497 metros de altitud) y  en el que divisaremos numerosas regatas jugueteando con las hayas, robles, castaños... y con fresnos, alisos, chopos... mientras que en el sotobosque podremos ver, entre otras especies, el famoso endrino con el que se elabora el no menos famoso pacharán (patxarán) y también pacientes helechales que, en esta época, presentarán su característica coloración pardusca en espera de una revitalizadora primavera. Zorros, liebres, jabalíes e, incluso, tal vez tengamos la fortuna de ver algún gato montés.


Los bosques franceses están omnipresentes a todo lo largo del recorrido galo. Son bosques que destilan humedad, misterio y que casi parecen cobrar vida. En ocasiones, sus troncos, cubiertos por un manto verdoso que los abriga de los fríos invernales, parecen estirarse hacia el jacobípeta como queriendo saber más de su destino por una innata curiosidad. Las sombras, los claroscuros, los contrastes coadyuvan a crear una atmósfera mágica…
ORTHEZ – SAUVETERRE-DE-BEARN (Francia –Vía de Vézelay-)  18.12.06

Desde aquí, la senda jacobea discurre por la margen izquierda del ahora río Luzaide alternando los tramos por carretera y los tramos por camino de tierra para descanso de nuestros pies ya que, aunque pudiera parecer lo contrario, caminar por el duro asfalto es más fatigoso para nuestro medio de locomoción que recorrer “mullidos” senderos de tierra. Pero volvamos a nuestro caminar... Tendremos que cruzar una pequeña corriente de agua por un puente de madera, iniciando una dura subida en medio de una frondosa arboleda compuesta por abedules, avellanos, castaños y otras especies que nos dulcificarán el posible frío que pudiera darse. Observaremos que seguimos junto a un tendido de alta tensión. Posteriormente, no mucho después, por un agradable camino, coronaremos el Alto de Ibañeta que, con sus 1.067 metros de altitud, no debería presentar importantes problemas de nieve (desde luego, siempre serán inferiores a los que nos podamos encontrar por el collado de Lepoeder) No obstante, siempre es importante preguntar por las características intrínsecas del recorrido que corresponda pues, sobre todo en esta época del año, puede existir una gran variación en los datos conocidos: albergues abiertos, posibles problemas de accesibilidad por algún tramo u otro, comercio cerrado o que haya que preguntar por alguna persona en particular... imponderables éstos –para el gozoso peregrino- que sí serán conocidos, a buen seguro, por aquéllos que viven en el Camino o desempeñen funciones temporales de hospitaleros.
Así, sin mayor dilación, desde este alto comienza una corta y pronunciada bajada por carretera hasta nuestra meta de este día: Orreaga (Roncesvalles)


No sabemos muy bien si las apreciaciones que tengamos al realizar la senda jacobea se deban a una especial conformación de la naturaleza o a una especial predisposición de nuestra mente. Así, por ejemplo, en esta fotografía tomada en las proximidades de Valcarlos, el desnudo ramaje en alianza con la luz invernal da la sensación de una inmensa trampa en forma de tela de araña que nos quisiera engullir. 
VALCARLOS – RONCESVALLES  27.01.08


Segunda etapa



Estaremos todavía algo fatigados tras ésta nuestra primera jornada. Tanto si hemos atravesado los Pirineos por Valcarlos como si lo hemos hecho por la Ruta de Napoleón, el cansancio habrá conquistado nuestro cuerpo. Debemos enfrentarnos a la segunda etapa con sosiego pues hay que dar oportunidad a nuestro organismo para que se reponga y, al mismo tiempo, para que se vaya acostumbrando a ese transitar diario que nos hemos gustosamente impuesto. Bien, hecho este pequeño descanso, reemprendemos la marcha... El camino, en esta ocasión, es mucho más llano que el de la jornada precedente; aunque, forzoso es reconocerlo, haya algunos importantes repechos a lo largo de lo que nos encontremos en esta etapa. Veremos alternados los bosquetes y bosques, con grandes campos dedicados a la ganadería.
Casi nada más salir de Orreaga-Roncesvalles, caminaremos por una senda paralela al arcén derecho de la carretera a través de un muy agradable bosque de hayas y robles fundamentalmente. Por supuesto, no debemos perdernos la llamada Cruz de los Peregrinos que, en el margen izquierdo de la carretera, podemos admirar. En el transcurso de nuestra travesía boscosa, algún crucero nos saldrá al encuentro.


Nada más abandonar el albergue de Roncesvalles, con las palabras vertidas en nuestros oídos en la oración milenaria para bendecir al peregrino, con el resuello todavía, aunque débil ya, como consecuencia del esfuerzo del día anterior y con esa alegría profunda por haber atravesado los Pirineos (bien por Valcarlos o por el Lepoeder) sin mayores problemas, iniciamos unas tranquilas y boscosas etapas que nos llevarán a conocer los bosques y tierras navarros. Son momentos de exultante alegría y de grandes esperanzas en ser capaces de alcanzar nuestro todavía lejano destino: Santiago de Compostela. En la imagen, dos peregrinos dando sus primeros pasos por un bonito bosque de hayas y robles.
RONCESVALLES – ZUBIRI  25.12-06

Atravesaremos Burguete (Auritz) en primera instancia (aunque está bien señalizado, estemos atentos al desvío que debemos tomar a la altura de una oficina bancaria y que nos conducirá a una pasarela que salva un arroyo) Después de atravesar varios cauces de agua por rudimentarios vados –es decir, piedras más o menos bien puestas en las cuales podremos demostrar nuestras habilidades de equilibristas- llegaremos a Espinal (Aurizberri) Sus tejados de color rojo, el verde de los suelos y el blanco de los boscosos montes que, a modo de telón de fondo, lo embellece, ponen una nota pintoresca en nuestra llevadera subida  al Alto de Mezkiritz en donde tenemos que cruzar la carretera y en donde la Virgen de Roncesvalles nos deseará un buen Camino desde su bonita lápida en la que, en varias lenguas dice: “aquí se reza una salve”. A continuación descenderemos hasta Gerendiain (Biskarreta) aunque es importante resaltar que debemos tener mucho cuidado para no errar el sendero. En efecto, al atravesar la carretera en el Alto de Mezkiritz, hay dos caminos; debemos seguir el indicado con la correspondiente flecha pues el otro conduce a los Altos de Errebulu. Luego, en una media hora, llegaremos a Lintzoain (Litzoáin), no sin antes habernos rozado con el agradecido boj, con los pintorescos acebos -planta que precisamente presenta sus frutos maduros en pleno invierno; alegrándonos la vista con sus rojos vivarachos- con el tejo, arces, fresnos... y con secos helechos de parda coloración. Nos encontramos en el hermoso valle de Erro; tierra de ciervos, corzos, zorros, jabalíes, buitres... el águila real, el milano... y en el cual disfrutaremos caminando por una alfombra de mullida hojarasca que presta una nota de color, conjuntamente con las pudorosas hiedras, y alguna que otra nota verde de un sotobosque que aguarda mejores tiempos. Caminaremos por frondosos hayedos y robledales que nos protegerán en nuestro recorrido al alto de Erro (“Erroko Gaina” en lengua vernácula) con unos duros repechos que propiciarán una necesaria ralentización del paso para descender (incluso con algún tramo de “escalones”) hasta la ciudad de Zubiri; no sin haber atravesado previamente el río Arga y saber sobre el llamado Puente de la Rabia. Alguna que otra señalización nos advertirá sobre la existencia de otros caminos que no debemos tomar (“Sendero local – Herri bidea”)
         

El recorrido a lo largo del río Arga -acompañándonos con el sonido de sus rápidos o con la quietud de sus aguas remansadas-, atravesando un frondoso bosque de ribera, nos sitúa en un escenario muy similar al que debieron de encontrar los primeros peregrinos. Es curioso saber que en Bélgica todavía se redimen penas menores con la obligatoriedad de hacer el Camino. De hecho, de las dos personas que se aprecian en la foto, una era la “guía-acompañante” (perteneciente a una ONG y la otra era un reo belga que debía llevar a cabo la mencionada redención de pena (Proyecto Oikoten, con más de veinte años de implantación, y con un porcentaje de reinserción cercano al 60%)
LARRASOAÑA – TRINIDAD DE ARRE 26.12.06


Si la nieve hubiera hecho acto de presencia últimamente (lo cual es frecuente, aunque con no mucha abundancia) todos estos bosques que vamos atravesando tendrán un encanto especial al alternar y matizar los claroscuros de la luz que se filtra por sus desnudos y densos ramajes y al jugar la nieve con los contorsionados troncos de los ejemplares que veamos.
Sólo nos faltan unos cinco kilómetros para llegar a Larrasoaña en donde también conoceremos sobre el Puente de los Bandidos pero -¡ay esos “peros”!- antes tenemos que pasar al lado de un feísimo complejo industrial que, a poco que preguntemos, nos aclararán que se trata de magnesitas lo que por allí se trabaja. No podremos sustraernos a algún que otro escalofrío pues el gris lo domina todo; un gris tan ceniciento que pareciera que, de pronto, la película en color que veníamos disfrutando, se hubiera transformado en blanco y negro aunque sin el halo de poesía que las cintas exentas de color poseen, ya que ni siquiera un piadoso sepia lo suaviza. Es de desear que cuando pasemos por este lugar haya caído alguna nevada –un poco es suficiente- que enmascare tan triste perfil.
Aquí, en Larrasoaña, terminamos nuestra segunda etapa incursa, en su totalidad, por los bosques y el monte bajo. Debemos tener un especial cuidado cuando caminemos por la orilla del Arga ya que la senda se estrecha en algunos lugares y un resbalón podría darnos algún pequeño susto. Afortunadamente, esta zona es frecuentada por peregrinos y otras personas, por lo que es difícil que no haya huellas que ya dejen marcado un surco de fácil tránsito. Por cierto, ahora que hablamos del río Arga, cuando caminemos por su orilla nos sorprenderá–si hemos madrugado- el aspecto algodonoso de la superficie del río como consecuencia de las bajas temperaturas y la relativa tibieza del líquido elemento. Por ello, se produce un vapor que difumina por completo las juguetonas aguas.
Aunque el camino jacobeo no atraviesa la ciudad de Larrasoaña, nosotros nos dirigiremos a ella para pernoctar ya que esta población es una de las importantes en esta zona en cuanto a su vinculación al Camino se refiere (amén de otros aspectos) Sus blasonados edificios nos hablan de un pasado próspero ciertamente vinculado con el Camino de Santiago... pero de esto ya hablaremos al llegar al capítulo de Ciudades, pueblos y aldeas. Aseémonos, cenemos, durmamos y preparémonos con renovada esperanza para la siguiente jornada. 


Para iniciar las etapas, no temamos salir del saco de dormir con las primeras claridades del alba. La recompensa por ello nos será ofrecida en forma de nítidas escarchas, brumas matinales, mares algodonosos, sombras que se asoman al horizonte... Las nubes, perezosas, no comienzan a levantar hasta bien entrada la mañana. Sería una lástima que por levantarnos tarde nos perdiéramos tan reconfortante y sugestiva manifestación.
SAINT-PALAIS –OSTABAT (Francia -Vía de Vézelay-) 20.12.06


Tercera etapa 



El puente de los bandidos será el que nos diga adiós al salir de Larrasoaña. Comenzaremos un corto ascenso que nos llevará directamente al pueblo de Azquerreta para, a unos tres cuartos de hora, llegar al siguiente núcleo habitado: Zuriain. Según llegamos a esta población debemos estar muy atentos pues la senda casi roza las aguas del Arga, continuando muy próximos a su líquida superficie hasta llegar, como se ha dicho, a la última localidad citada.
Debemos destacar los tramos con fuerte descenso que hallaremos entre estas dos últimas poblaciones que, como siempre en estos casos, recomendarán precaución en ellos y, ni que decir tiene, si hubiera nieve debemos asegurar el paso en cada momento. Recordemos a este respecto, que si hiciera frío o fueran las primeras horas de la mañana, en caso de caminar por los tramos de carretera, es preferible hacerlo por el nevado arcén antes que progresar por el asfalto el cual, frecuentemente, puede presentar capas casi invisibles de hielo que propicien un resbalón que nos haga sentar “cómodamente” en la propia carretera.
Bien; dicho lo anterior, sigamos con nuestro Camino: tras Zuriain, alternando tramos de senda con los de carretera, llegamos hasta Irotz. Dejaremos esta población atrás y tras un tramo, tomaremos una cómoda pista que acompaña en todo momento el cauce del Arga el cual, rumoroso, nos ofrece el suave sonido de fondo del cansino viento enredándose entre las somnolientas ramas y remando en la relajante visión de sus aguas a nuestra vera. Al rato, tendremos que atravesar la carretera por un pequeño túnel para, a continuación, subir por un sendero que nos dirigirá a otro paso subterráneo para salvar la carretera de circunvalación de Pamplona.
         
Las autovías son construidas sin ningún respeto al Camino. Da igual que pase por aquí o por allá... El Camino no importa. Se da, incluso, la circunstancia de que ante el proyecto de construcción de una autovía en Lugo que se tragaría literalmente la senda declarada Patrimonio de la Humanidad, Itinerario Cultural Europeo y Calle Mayor de Europa, desde la Unesco se amenaza con quitar la calificación de Patrimonio de la Humanidad si se sigue adelante. El Camino de Santiago sufre constantes agresiones y salvajadas de gentes faltas de un mínimo sentido cultural. ¡Qué pena!
CIRAUQUI – LORCA  07.02.11

Antes de continuar, conviene hacer un preciso comentario: debemos extremar la precaución al entrar en los túneles ya que en ellos, al no brillar el sol, es frecuente que existan placas de hielo (incluso veremos con frecuencia carámbanos pendiendo del techo) Queremos decir que el sufrido y animoso peregrino, tal vez en el calor de una conversación o en las profundidades de sus pensamientos, puede entrar distraídamente en estos oscuros pasos y, sin darse cuenta y cuando menos lo espere, dé de bruces con una placa que le haga practicar algo parecido al “reggaetón” sin habérselo propuesto. Tengamos mucho cuidado y observemos bien el suelo. Siempre, el bordón nos habrá de ser de gran ayuda para “tantear” la superficie que se presenta ante nosotros.

Atravesaremos el puente sobre el río Ulzama y nos encontraremos sin otro retraso en la calle Mayor de Villava (Trinidad de Arre) -cuna de un famoso ciclista- Al salir de esta población (siempre buscaremos “nuestras” flechas amarillas) atravesaremos la carretera y tendremos que pasar varias rotondas hasta arribar a Burlada en la cual, igualmente, caminaremos por su calle Mayor. Debemos ir atentos a la señalización pues el Camino se desvía a la derecha para cruzar la carretera y, tras un corto tramo en el cual las flechas nos dirigirán, desembocaremos en el camino de Burlada que nos acompañará hasta la entrada en Pamplona por el famoso puente de la Magdalena sobre el Arga; el cual, en los días en los que la niebla se enseñorea de rasos y callejuelas, semeja, desdibujado, que se estuviera todavía construyendo en medio de griteríos y bullicio de obreros, artesanos, maestros constructores que a buen seguro podremos oír a poco que escuchemos. Las nieblas, frecuentes en la época invernal, nos esconderán los paisajes... pero no para ocultarlos sino para que, cuando menos lo esperemos, mostrarlos de improviso como si de un telón que se descorriera se tratara. Entonces, en esos momentos, quedaremos sorprendidos y admirados de toda la belleza que el invierno es capaz de transmitirnos. Nos sentiremos absolutamente felices y satisfechos por hacer el Camino en estos meses. La variación paisajística que podremos disfrutar excede, con mucho, a la de otras épocas del año. Somos espectadores privilegiados de un decorado fantasioso que enmarca nuestra propia existencia.


En Francia, los caminos están correctamente señalizados con la familiar señalización amarilla y con paneles informativos que ilustran sobre las peculiaridades del lugar, su historia, sus leyendas u otros aspectos de interés. Si dispusiéramos de tiempo, sería interesante comenzar antes de Saint-Jean Pied-de-Port, para no tener que enfrentarnos con los Pirineos en la primera jornada.
BEYRIES – ORTHEZ (Francia –Vía de Vézelay-) 17.12.06

Ya estamos en Pamplona. Ya estamos en la primera de las capitales provinciales -y en este caso también autonómica- que encontraremos a lo largo de nuestros pasos. Pamplona, por el portal de Francia, calle del Carmen y de la Navarrería, calle de Curia y calle Compañía nos llevará de la mano a las puertas del albergue que, desafortunadamente, estará cerrado en estos días invernales. Es por eso, por esta razón, por lo que el final de la etapa no se realiza en Iruña, sino en Zizur Txiquia (Cizur Menor) en donde sí está abierto su albergue. En este sentido, debemos hacer notar que Cizur Menor se encuentra a unos cinco kilómetros de Pamplona (una hora de camino, más o menos) El peregrino deberá decidir en dónde desea quedarse. Si lo hiciera en Pamplona, deberá buscar un hostal o una pensión (las pensiones son lugares que en muchas ocasiones resultan sitios pintorescos y, además, nos brindan la oportunidad de hablar con aquéllos que en ellos pernocten) Dependiendo de las ganas de “autenticidad” del jacobípeta, decidirá en un sentido u otro sobre su alojamiento. Desde luego, lo que no deberíamos hacer nunca sería hospedarnos en el albergue de Cizur Menor y desplazarnos a la capital en autobús para volver posteriormente en el mismo medio de transporte; y ello porque coger cualquier medio de locomoción “rompe” por completo esa sensación tan singular que supone hacer íntegramente todos los kilómetros del Camino exclusivamente a pie. 


Por la mañana temprano, tras las operaciones de siempre… Como levantarnos, asearnos, recoger el saco de dormir, vestirnos después de asomar la cabeza por la puerta o ventana si fuera el caso para intentar descubrir el estado del tiempo, meter todo en la mochila, hacer las reverencias de todas las mañanas –es decir, mirar debajo de la cama por si se quedara algo y en el baño y en todos los sitios y después de hacer todo eso, saldremos con el ánimo en alto para culminar con éxito una nueva jornada. Los días de niebla son especialmente emotivos pues éstas se dan poco últimamente.
SAMOS – TRIACASTELA  08.03.11

El autor, en todos sus Caminos, jamás cogió ningún medio de transporte pues, como él mismo decía, “si tengo que coger algún medio de transporte, éste será una ambulancia para que me lleven al hospital” Efectivamente, sólo debemos coger un transporte en caso de abandonar el Camino por fuerza mayor; mientras tanto: a pie, siempre a pie (bueno, los ciclistas y los que lo hacen sobre un noble bruto son la excepción)

Pamplona, estadísticamente, es una ciudad que, aunque no está en una altitud elevada, suele presentar inviernos bastante fríos y ello, sobre todo, porque las nieblas suelen ser relativamente frecuentes en esta ciudad. Así, podemos ver en los anexos del final de este blog cómo en el invierno 2005-06, las temperaturas mínimas fueron, durante tres días consecutivos, de cuatro grados bajo cero; pero lo curioso del caso, es que durante el día no llegaba a subir la temperatura de los cero grados centígrados, siendo así que, a eso de las tres de la tarde, ya estaban los termómetros decididamente por debajo de los cero grados otra vez. Forzoso es decir que fueron unos días anormalmente fríos, según comentarios de la prensa; pero también es cierto que esas bajas temperaturas fueron propiciadas por una “pertinaz” niebla o cielos cubiertos de forma permanente ya que normalmente no se llegan a estas bajas temperaturas de manera tan continuada.


Ascendiendo hacia una pequeña elevación mesetaria a unos 1.070 metros, el peregrino, en los meses invernales, encuentra con frecuencia la nieve en este tramo a poco que nos descuidemos. No en balde, tenemos la ciudad de Burgos a tiro de piedra y esa proximidad se nota pues Burgos, como es conocido, es una ciudad bastante fría en invierno; siendo así que es posiblemente la tercera capital de provincia con más días de heladas de toda España (sólo la superan claramente Guadalajara y Teruel)
ATAPUERCA – VILLALVAL  16.02.11


Cuarta etapa



Pero volvamos a nuestro quehacer diario: si salimos de Iruña (Pamplona) seguiremos desde donde nos quedamos –la calle Curia- hasta la Mercaderes y desde ahí saldremos a la plaza en la que se encuentra el bello y famosísimo (por aquello de los Sanfermines) Ayuntamiento de Pamplona. Seguiremos las indicaciones de las ya familiares flechas amarillas y, tras pasar frente a la Universidad de Navarra, atravesaremos el río Sadar para, una hora después aproximadamente, llegar a Cizur Menor.
Si hubiéramos pernoctado en Cizur Menor, saldremos de esta población para, al poco, ir ascendiendo paulatinamente en pos de la coronación, kilómetros más adelante, del Alto del Perdón... aunque todavía nos queda algo para llegar... Sigamos: recorreremos verdes campos sembrados de árboles diseminados en medio de los cuales, al lado del camino, una laguna de modestas dimensiones nos refrescará la vista… al poco, Zariquiegui nos recibe con el macizo conjunto de la iglesia de San Andrés y los orgullosos blasones de  recias casas. Nos adentramos en un camino que va ganando poco a poco altura hasta llegar a la fuente llamada de La Reniega en cuyo lugar el maligno ofreció agua a un pobre peregrino que, sediento y casi moribundo, hasta aquí había llegado. Por supuesto, el agua no era gratuita: debía renegar, renunciar previamente de Dios, de la Virgen y de Santiago. Desde luego, nuestro buen peregrino, a pesar de su evidente necesidad, rechazó tan “envenenado ofrecimiento” y rezando logró que Satanás, vencido, no tuviera más remedio que marcharse; fue entonces cuando apareció la fuente que vemos hoy en día, con lo cual fue saciada la sed del buen hombre.


Comenzamos a subir los duros repechos que nos habrán de llevar hasta el collado del Lepoeder. Las montañas se van mostrando ante nosotros con mayor nitidez. Atrás queda Saint-Jean Pied-de-Port. La jornada de hoy habrá de ser muy especial. Atravesar los Pirineos no es cualquier cosa y siempre nos acompañará un halo de misterio, de riesgo, de emoción claramente contenida. Algunos rebaños de ovejas por aquí abajo –todavía no hemos llegado a los 1.200 metros de altitud- y luego, ya en zona de nieves, encontraremos algunos caballos sueltos que hociquean afanosamente en busca de alguna hierba que llevarse a la boca.
SAINT-JEAN PIED-DE-PORT – RONCESVALLES  
(por Lepoeder)  31.01.11

Nosotros continuaremos subiendo la empinada cuesta por lo que nuestro horizonte se irá ampliando. Si volvemos nuestra mirada hacia atrás, veremos en la lejanía la desdibujada figura de Pamplona que nos dice adiós… Retomamos nuestro ascenso por la pedregosa subida para llegar en poco tiempo (bueno, eso depende de la forma física de cada uno) hasta el mencionado alto. Es un lugar singular en el que se ha situado una bellísima composición en chapa que representa la evolución del Camino mediante una caravana de esforzados peregrinos. En este alto podemos descansar del duro repecho pasado y sería un buen lugar para escuchar el viento; ese viento que, según reza la leyenda sita en este mismo lugar... “se cruza con el camino de las estrellas”; un viento que nos hará cerrar los ojos y rememorar por unos momentos los destellos dejados recientemente atrás... pero no es fácil concentrarse ya que los molinos eólicos –monstruosos generadores eólicos- nos aturden con su zumbido rítmico al pasar las enormes palas relativamente cerca del lugar en el que nos encontramos. En este paraje, aunque no sea mucha su altitud, es fácil que encontremos nieve. Cuando ésta se presenta y la niebla se enseñorea a su capricho, la contemplación de la caravana metálica ya reseñada adquiere un aspecto absolutamente irreal, pues enteramente parece que cobraran vida y se movieran en dirección a la tumba del Apóstol... tal es su fuerza visual.


Entre las poblaciones de San Cristobo do Real y Renche, se ha abierto en el año 2010 un recio albergue emplazado en una casa “histórica” pues su construcción data, al parecer, nada más y nada menos que del siglo XVI, pues nos aseguraron que fue construido exactamente en 1.551 (¡caramba!). El lugar es precioso pues se encuentra situado en una ladera boscosa que hará las delicias visuales de cualquier peregrino que se precie. De momento, deberemos tener en cuenta que no hay ninguna tienda de aprovisionamiento, por lo que deberemos llevar algo de comer desde Triacastela.
TRIACASTELA – SAMOS  07.03.11

A continuación se inicia una pronunciada bajada en la que deberemos poner una especial atención por lo pedregoso del camino. Las encinas, en su austeridad, nos acompañarán sigilosamente. Uterga, a un paso, nos espera más abajo.
Dejaremos atrás la población de Uterga y llegaremos al pueblo de Muruzábal que atravesaremos para, al cabo, llegar a Obanos no sin antes haber subido una cuesta que no debería presentarnos mayores dificultades. Aquí, a pesar de que en otras publicaciones se indique que sea en Puente la Reina, es el lugar en el cual se une el camino que llega desde el lejano Somport (Camino Aragonés) Desde Obanos bajaremos progresivamente hasta llegar a la ya mencionada población de Puente la Reina (Gares)
Antes de continuar, debemos hacer una importante observación: desde Muruzábal merece la pena hacer una pequeña desviación y acercarnos a la ermita de Eunate (está insuficientemente indicado, por lo que conviene preguntar…yendo atentos, debemos torcer –estando en la calle Esteban Pérez de Tafalla- a la izquierda por la calle Mayor o por la calle Jardín) Esta desviación no supone mucho más trayecto –unos tres kilómetros- y a cambio podremos admirar esta bellísima y, en muchos aspectos, enigmática construcción. Cuando la nieve acaricia los desnudos campos que rodean Eunate, el viejo amarronado de sus piedras destaca como una gema en su engarce... Pero un comentario más detallado corresponde a otro capítulo... esperemos a él. Por cierto... al salir de Muruzábal en dirección a Eunate, veremos una pequeña pero pronunciada cuesta abajo: tengamos cuidado pues pueden formarse placas de hielo o, en todo caso, con nieve también resulta muy resbaladizo el paso por el asfalto de la calle. Pongamos mucha atención y realicemos el descenso con seguridad.


Cuando, en una mañana neblinosa, empiece a dibujarse frente a nosotros la solitaria silueta de la ermita de Ntra. Sra. de Eunate, no podremos evitar que un escalofrío recorra nuestro cuerpo. Su construcción data de la segunda mitad del siglo XII y, aunque tengamos que dar un pequeño rodeo para llegar a ella, merece la pena su visita.
MURUZÁBAL – PUENTE LA REINA (mediante desvío) 29.12.05

Desde Eunate podemos continuar hasta Puente la Reina por el Camino Aragonés (unos tres kilómetros) o bien volver sobre nuestros pasos, regresar a Muruzábal y continuar hasta Puente la Reina (unos cuatro kilómetros y medio) Bien, hecho este comentario que cada cual debe acoger según su disposición y circunstancias, volvamos a Gares... Esta ciudad guarda celosamente varios y preciados monumentos que no dejarán de provocar nuestra atención según recorramos sus calles en nuestro avance hacia la siguiente meta que, en esta etapa, no es otra que la población de Cirauqui.
Aunque ya no sea necesario, quisiéramos incluír un breve comentario sobre la dificultad que entrañaba este tramo; dificultad debida al "desvío provisional" que ya, en el jacobeo 2010, se ha convertido –por lo que parece- en definitivo pues han “oficializado” la nueva senda con sus correspondientes indicaciones y con un piso de arena prensada para que el peregrino pueda transitar “cómodamente” por el nuevo itinerario. ¿Es de agradecer o es de recriminar? Por supuesto, el calvario al que nos habían arrojado como consecuencia del desvío para construír esto o lo otro, ha quedado solucionado… Pero ha sido a costa del “Camino histórico”, como siempre. Así, desde que se produjo el desvío al que hacemos mención, el peregrino se veía obligado a caminar por un trazo, como decimos, alternativo y sumamente complicado ya que el desvío “amablemente propuesto por los gestores del desaguisado” entrañaba una enorme dificultad que no lo era tanto por la posible presencia de grandes espesores de nieve cuanto por el barro... Sí, por el barro que, en enormes cantidades, se presentaba al rato de abandonar Puente la Reina-Gares. 


Dicen que es la única fuente del mundo que en vez de dar agua da vino. ¡Y es cierto lo del vino! Sorprendentemente, cuando llegamos a este lugar, comprobamos que hay una fuente con dos grifos: uno para agua y otro para vino. Vemos una leyenda que nos dice: “Peregrino si quieres llegar a Santiago / con fuerza y vitalidad / de este gran vino echa un trago / y brinda por la felicidad”. Bueno, eso es lo que dice. Ah, una advertencia: el vino es para tomar un vasito, no para llenar la bota, termo o botella… Que de todo hay. También decir que si pasamos en horas de oficina nos sellarán la credencial con su particular sello. El horario de funcionamiento de la fuente es el horario de oficina pues antes estaba en funcionamiento las veinticuatro horas y, lamentablemente, se producían muchos abusos. (¡Así es el ser humano, qué le vamos a hacer!).
AYEGUI – LOS ARCOS  02.01.07

El caso es que desde hace ya unos cuantos años –el autor lo ha constatado desde el año 2003- el Camino estaba desviado “provisionalmente” de tal manera que se “obligaba” al peregrino a pasar por una zona sin posibilidad de vadearlo ya que por la izquierda hay una ladera muy empinada, con repoblación de pinar, que no permite el avance por ella y por la derecha, también con una fuerte pendiente, está la malla que nos separa de la A12 (autovía del Camino de Santiago). Pues ocurre que en caso de lluvia se embarra hasta extremos difícilmente imaginables; y si a esto unimos que pueda haber nevado recientemente, el “pastelón” que se forma es absolutamente “monumental”. Cierto es que ya habremos pasado caminos embarrados antes de llegar a estas tierras, pero lo que distingue este lugar con respecto a los demás es que el barro debe de ser de tipo arcilloso por lo que se adhiere a las botas y al bordón como si de pegamento se tratara. Al poco de caminar, aunque sería más apropiado decir al poco de resbalar continuamente y de levantar las botas con varios kilos de más -tal es el “pegote” que se forma- la desesperación hacía, indefectiblemente, mella en nosotros. Resulta cómico (si no fuera dramático) que se haya puesto, sobre soporte de madera clavado con una estaca, un cartel ¡con el logotipo del Camino de Santiago! en el cual podíamos leer –bajo una señal impresa de “dirección obligatoria para todos los vehículos automóviles” (?)- lo siguiente: “DESVIO PROVISIONAL”; debajo ponía: “PROVISIONAL DETOUR” y más abajo: “DETOUR TEMPORAIRE”... ¡y esto durante, al menos, siete años!  Antes del arreglo actual teníamos forzosamente que enterarnos sobre si había nevado o llovido recientemente ya que si el lugar estuviera seco, la subida era perfectamente posible, aunque con un relativo cansancio; pero si hubiera llovido o nevado en los días inmediatamente anteriores, el problema en el que nos metíamos era de gran envergadura. Debemos “agradecer” a las personas que se les ocurrió “diseñar” este desvío en concreto, su “sensibilidad” para con el peregrino, sobre todo invernal. La experiencia de caminar con un enorme amasijo de barro en cada una de las botas y una enorme bola en el extremo del bordón y, por añadidura, resbalando continuamente, no se lo deseamos ni a nuestro peor enemigo… Pero los que hacen esos “sesudos” desvíos… ¿acaso piensan en ello? Es de todo punto lamentable.
Bueno, en definitiva: al día de hoy ya no existe ese problema; siendo así que se ha elevado el sendero con respecto al terreno circundante de tal manera que el barro arcilloso no haga mella en nosotros.


Muchas veces oiremos hablar del “camino historico”... ¿Camino histórico? ¿De verdad? Si leemos crónicas antiguas y no tan antiguas e incluso si leemos algunos de los carteles indicativos que encontraremos en Francia y en España, veremos que el Camino ha sufrido muchas modificaciones a lo largo del tiempo. Unas veces por los propios peregrinos, otras por la concentración parcelaria, otra por intereses particulares, otra por obras de infraestructura que menosprecian un trazado que se supone protegido. Hoy en día hay demasiados desvíos... ¡Que no nos hablen de caminos históricos! Primero hay que respetar el Camino. Eso es lo primero... Y no se respeta.
LARRASOAÑA – TRINIDAD DE ARRE  03.02.11

A este respecto (ya resuelto, como decimos) se proponía (por parte del autor de esta obra) un itinerario para esquivar esta “trampa” que discurría por la carretera A111a –más o menos paralela a la A12- aunque, desde luego, tampoco era lo más idóneo ya que el arcén es pequeño y los coches suelen circular a gran velocidad.
NOTA IMPORTANTE: cuando tengamos que caminar por una carretera, nunca entremos en las autopistas, pues nos jugamos la vida (además de estar estrictamente prohibido) Sólo utilizaremos el desvío por las carreteras convencionales cuyo tráfico habrá quedado muy disminuido por la proximidad de alguna autovía en la mayoría de los casos. También debemos tener muy en cuenta que cuando caminemos por el arcén de una carretera lo hagamos siempre por el lado izquierdo para poder ver de frente a los vehículos que puedan venir.

Bien, hecha la observación anterior, continuaremos nuestro ambular para llegar a la población de Mañeru (primero) y a uno de los pueblos que vemos fotografiado en casi todos los reportajes que se hacen sobre el fenómeno jacobeo: Cirauqui. En efecto, desde el camino que une ambas poblaciones, sobre una colina en lontananza, el pueblo de Cirauqui reluce como una gema engarzada en la colina que lo mima y sostiene. Este hermoso pueblo marca el final de nuestra etapa de hoy.


La señalización suele ser la de la famosa vieira o la celebérrima flecha amarilla. Sin embargo, en ocasiones, podremos encontrarnos con indicaciones de la más variada forma y de los más variados materiales. Las advertencias en tablas de madera o los consejos sobre muros o, como en esta imagen, las flechas en artísticos soportes que pueden ir acompañadas de indicaciones escritas, como es el caso. Desde luego, no se llega a comprender cuánto llegamos a valorar estas guías que nos permiten ir por la buena senda y no extraviarnos. Con el tiempo, con los kilómetros recorridos, llegamos a adquirir una habilidad especial para que no se nos escape ninguna indicación.
PONFERRADA – CACABELOS  03.03.11


Quinta etapa



Si el fatigado pero animoso peregrino siente curiosidad por las “piedras”, a buen seguro que procurará buscar lo esencial, al menos, de la historia y el arte en cuestión de la mayoría de las poblaciones en las que pernocte. En este caso, tal empeño será digno de encomio pues deberá “escalar” medio pueblo para llegar a sus más íntimos lugares. Así, habrá podido, tras ardua subida por sus muy empinadas callejas, acceder al centro de la población y, en justa recompensa, recorrer sus siempre interesantes recovecos históricos... o gastronómicos.

Pero levantémonos y tras nuestro cotidiano aseo y demás obligaciones diarias, hagamos nuestra mochila, comprobemos que no quede nada en el albergue y dispongámonos a comenzar una nueva jornada: nuestra quinta etapa.
Saldremos del pueblo con la emoción contenida de pisar una antigua calzada romana -¡todas las calzadas romanas son antiguas!- y un puente que también tiene sus añitos encima aunque, en este caso, haya sido restaurado allá por el XVIII, aunque tengamos que reconocer que con más pena que gloria.  Seguiremos con nuestros ya casi veteranos pasos y alternaremos la pista de pisoteada tierra con algún tramo –breve- de carretera. Un poco más hacia delante, en los aledaños de Lorca, llegamos al puente medieval –ya citado en el Codex Calixtinus- que salva el río Salado (que, como su nombre indica, es abundante en sales; aunque no llega a la categoría que se le atribuía en el citado código, toda vez que no llega a ser de aguas letales) A continuación, Lorca nos recibe sin mayores preámbulos. A propósito de Lorca y en relación con su acceso, nos encontraremos con un molesto repecho que deberemos salvar con el ánimo y la determinación que ya deben caracterizarnos a estas alturas. Como siempre, nunca nos cansaremos de decirlo, se deberá prestar una especial atención a estos lugares por la posible presencia de hielo o nieve resbaladiza. Aunque no estemos a mucha altitud –Lorca: 483m.- el frío nocturno o vespertino nos podrían causar algún sobresalto innecesario. 


“Carballeiras” que se deslizan por intrincados y arrobadores bosques en el valle del Oribio. San Cristobo do Real, Santiago de Renche...  Nombres de parroquias que atestiguan el pasado jacobeo de este valle.  El verdor de las enredaderas y el blanco de la nieve destacan sobre cualquier otra consideración. Contemplando estos paisajes no puede extrañarnos ver meigas o cualesquiera otras representaciones de ancestrales supersticiones.
TRIACASTELA – SAMOS 26.02.06

Por pistas de las llamadas “de concentración”, andaremos un buen trecho hasta atravesar la autovía por un paso inferior que nos desemboca en Villatuerta. Recorreremos sus calles y no podremos dejar de admirar su extraordinaria iglesia llamada de la Anunciación. Desde aquí, caminaremos prestando, como siempre, mucha atención en los cruces de las vías asfaltadas. Seguimos por un camino que nos conduce a un puente que salva el río Ega y al poco entraremos sin mayor demora en la importante ciudad de Estella. En alguna de sus calles nos ilustraremos leyendo: “Calle Camino de Santiago”, en castellano, y “Donejakuebide kalea” -¡Uf, cuesta trabajo leerlo! (en vascuence o euskera)  Dado que su albergue sólo está cerrado desde el 15 de diciembre hasta el 15 de enero, sí podremos alojarnos en él en caso de que llegáramos fuera de estas fechas y así disfrutar de esta magnífica ciudad, auténtico museo al aire libre que nos deleitará en cada recodo, en cada calle, en cada plazuela. No obstante, si arribáramos a esta urbe entre las mencionadas fechas, tendremos que continuar para alojarnos en el albergue de Ayegui el cual se encuentra a sólo dos kilómetros de distancia (media hora... ¿Qué es eso para un peregrino ya experimentado?) Si nos alojáramos en Ayegui, perfectamente podríamos desplazarnos (...¡sí, andando siempre!) hasta Lizarra (Estella).


Cuando rebasamos la población de Atapuerca tendremos que subir un altozano que, aun su modesto desnivel, por encontrarnos en tierras mesetarias suele estar nevado en ocasiones. Así ocurrió cuando en la noche del 15 al 16 de febrero cayó una nevada de modestas proporciones pero que fue suficiente para engalanar todo el paisaje con el resultado que vemos en esta fotografía. En la imagen, un peregrino va subiendo hacia el altiplano formado poco más arriba. La alambrada que vemos a su izquierda cierra un campo militar de tiro.
ATAPUERCA – BURGOS  16.02.11


Sexta etapa



Bien desde Lizarra (Estella) bien desde Ayegui, nos encontramos con la sexta etapa. Esta etapa es muy interesante... ¿Por qué razón?... Hay una muy importante: desde Saint-Jean Pied-de-Port, hemos recorrido la respetable distancia de 118 kilómetros... Por experiencia y por el conocimiento de lo referido por multitud de peregrinos, habremos observado que hasta estos dominios nuestro cuerpo habrá ido acumulando cansancio y habrá manifestado su particular queja protestando por el ejercicio al que está siendo sometido... Se rebelará y las agujetas habrán aflorado para nuestra tortura... pero es pasados los cien kilómetros cuando el cuerpo se da cuenta de que “o reacciona o sucumbe” ante la inquebrantable voluntad a la que está siendo sometido. Por ello, el organismo –que no es tonto- se da por enterado de que lo que más le conviene es “espabilar” y acomodarse a las circunstancias. Así, a partir de la sexta etapa, a partir de los cien kilómetros aproximadamente, notaremos cómo el cuerpo reacciona y ya no vamos acumulando tanto cansancio... Es a partir de aquí cuando nuestros maltrechos huesos, músculos... etc., irán recuperándose y empezaremos a disfrutar, más todavía, de esta maravillosa experiencia vital. ¡Demos el más efusivo parabién a los cien kilómetros!


“Hacer un poco el gamberro” de vez en cuando, no viene mal del todo (por supuesto, sin maldad y sin molestar a nadie). En efecto, fuertemente sujeto a un árbol descubrimos este columpio que nos sirvió para una divertida y jocosa parada. Es de significar que antes de subir se procedió a un exhaustivo examen para comprobar su firmeza. Son pequeños detalles que ponen de manifiesto que hasta el más serio de los mortales se transforma en el Camino y se vuelve juguetón y dicharachero… Cuando se presenta la ocasión y siempre con el debido respeto a los demás, por supuesto.
RABANAL DEL CAMINO – FONCEBADÓN  02.03.11

A veces, ocurre lo contrario y en ese caso, muy a nuestro pesar, es probable que debamos dejar el Camino para mejor ocasión. Si acaso, podemos probar algunas etapas más, pero si a partir de ésta no recuperamos, será una mala señal. Estemos atentos ya que no todos tienen la misma preparación física. Otra posibilidad sería ralentizar el paso y, en vez de hacer el Camino en su totalidad, realizar el recorrido que podamos y continuarlo en una próxima ocasión... No es lo ideal; pero también es cierto que supone lo “menos malo”... Volvamos a nuestra etapa...

Saldremos y continuaremos caminando cómo es nuestra obligación de cada día. Hoy nos espera una interesante jornada ya que veremos y hollaremos lugares singulares que tal vez desconociéramos en profundidad. Al salir del conjunto urbanístico de Ayegui, nos daremos “de bruces” con algo sumamente peculiar: ¡una fuente de vino! que, “en horas de oficina” deja caer –cuando abrimos el correspondiente grifo- el rojo líquido. En este lugar también podemos observar que hay una cámara que apunta directamente a la fuente; es una cámara conectada con Internet y desde la cual cualquier persona nos puede ver. Es un momento oportuno para llamar por el móvil y saludar a aquéllos que esperan nuestro todavía lejano regreso. 




Dicen que es la única fuente en todo el mundo que da vino... Bueno, por lo menos es algo original y digno de agradecer. La fuente sólo funciona en horas de oficina y está vigilada por una cámara pues a veces se daban algunos abusos. Es de notar que en este lugar existe una cámara web en directo. Si llamamos a nuestros familiares nos podrán ver por Internet. ¡No desaprovechemos la ocasión! El autor lo ha probado y de las tres veces que lo ha intentado, ha sido visto por familiares y amigos en dos pues en una ocasión no funcionaba.


ESTELLA - ÁZQUETA  08.02.11 

A partir de aquí nos espera un paisaje boscoso, con una relativa alternancia de subidas y bajadas, que nos acompañará por algunos kilómetros. Veremos, tras nuestro refrigerio en la “Fuente del Vino”, una alta montaña que, en caso de haber nevado, presentará un imponente aspecto como si de algún “ocho mil” se tratara –bueno, exageramos un poco, pero algún comentario “relajado” de vez en cuando tampoco viene mal- En las laderas se encuentra un antiguo monasterio datado en fechas tan lejanas como el siglo VIII: Irache.
El monte en cuestión no es “importante” por su altitud (algo más de 1.000 metros) ni por ser de una belleza excepcional, no; este monte –que no es otro que Montejurra- tiene la peculiaridad de haber sido el lugar de peregrinación de los requetés; los cuales subían hasta su cima para celebrar una misa y hermanarse en sus metas carlistas... Pero esto es otra historia que no nos compete explicitar en esta obra.
  

Montejurra (Jurramendi, en euskera) es una montaña de 1.052 metros de altitud, famosa por haber tenido aquí una batalla importante en la tercera guerra carlista. Por este motivo, en este monte, era tradicional una romería por parte de los requetés y simpatizantes que culminaba en una misa celebrada en la cumbre.
ESTELLA - ÁZQUETA  07.02.11


En esta zona existen dos alternativas: una, por la izquierda, conduce, a través de bosque cerrado, por las faldas del mencionado Montejurra y atraviesa una población llamada Luquin; la otra, por la derecha, es la tradicional y, aunque no tan boscosa, permite pasar por las poblaciones Azqueta y Villamayor de Monjardín –ambas de recia tradición jacobea- para unirse con la variante comentada en la proximidades de Los Arcos. El autor ha recorrido ambos itinerarios, decantándose por el camino tradicional; aunque sólo sea por pasar por las dos poblaciones anteriormente citadas.
Tendremos que atravesar la N111 y algo más adelante entraremos en un pequeño túnel que nos da acceso a una zona dominada por los terrenos de labor para, al poco, adentrarnos en agradables aglomeraciones de carrascas; esas humildes encinas que aun de pequeño porte, resisten heroicamente en los sencillos suelos en los que les ha tocado vivir. La carrasca, al decir de Fray Luis de León, tiene una fortaleza que acabará con la paciencia de los leñadores, tal es su determinación; una determinación semejante a la del peregrino en muchos aspectos.
Cruzamos nuevamente la carretera y llegamos sin mayores tardanzas a Azqueta. A continuación de esta localidad, caminaremos entre viñedos para llegar a una singular construcción: un aljibe medieval que en el correspondiente capítulo detallaremos con más tranquilidad. No obstante y como siempre recomendamos, debemos tener mucho cuidado si bajamos los escalones del aljibe, no sea que exista una fina pátina de hielo y descendamos más rápidamente de lo deseado para darnos un refrescante y tonificador baño en sus aguas... Ya vemos Villamayor de Monjardín a tiro de piedra. Aquí, en este bonito pueblo, guardada celosamente en su iglesia de San Andrés, podremos admirar una preciosa cruz procesional... Pero, otra vez, nos dejamos llevar por el entusiasmo y queremos adelantar acontecimientos. En el capítulo “Arte y espiritualidad” detallaremos éste y otros detalles de sumo interés.


Con la niebla rasante, difuminando los contornos a media distancia, y con temperaturas que ronden los cero grados, la escarcha se manifiesta en toda su majestuosidad. Caminaremos en un espacio intemporal del que no podremos sustraernos. Nuestra satisfacción, ante tan sublime espectáculo, no tendrá límites. Estos ramajes “rebozados en harina” se producen con las nieblas y el frío. En efecto, el vapor de agua, en contacto con las varas de los arbustos, se condensa y produce tan bello panorama.
ESPINOSA DEL CAMINO – VILLAFRANCA MONTES DE OCA 14.01.06

A través de continuas pistas de concentración, con terrenos de labor, frecuentemente en barbecho, con algunas viñas diseminadas, estaremos caminando algo más de tres horas hasta que vayamos descubriendo paulatinamente la torre de la iglesia de Santa María emergiendo progresivamente de la tierra, hasta llegar a Los Arcos... Ah, Los Arcos... ¿Qué podemos decir?... Parece increíble que una población como ésta, con la gran tradición jacobea que descansa sobre sus espaldas, no tuviera ¡ningún albergue abierto en invierno hasta, al parecer, este año jacobeo! Es difícil de creer, pero el autor lo ha sufrido en sus propias carnes. En este sentido, si hubiéramos consultado las oportunas páginas de la oportunas guías, podríamos haber comprobado que son tres los albergues existentes... pero como si no... en el invierno “cerraditos todos” (al menos, a primeros de enero que es la fecha en la cual se ha podido constatar in situ) Desde luego, somos conscientes de que las fechas que median entre, más o menos, el veinte de diciembre y el seis de enero son fecha críticas; pero, habiendo tres albergues… se podrían turnar o algo así… En fin, esperemos que esto sólo se produzca entre las fecha mencionadas… aunque siempre tendremos la posibilidad de buscar un hostal o pensión; lo cual tampoco es mala propuesta ya que en estos lugares, normalmente, dada la estación del año y dada la condición de sufrido peregrino, es relativamente frecuente que nos cobren menos de lo normal –el autor, incluso, ha dormido en hoteles que estaban reformando por una simbólica cantidad y siendo el único alojado-. Siempre agradeceremos estas deferencias para con el peregrino porque, además, los inconvenientes y las “incomodidades” que tengamos que “soportar” serán anécdotas que luego recordaremos con agrado y nunca como penosas molestias. La aventura tiene que conllevar su grado de imprevistos y de reveses... si no, no es aventura. 


Todas las prendas que llevamos son importantes; pero, muy posiblemente, lo más importante que llevamos encima sean las botas; esas botas que habrán de estar suficientemente domadas como para que no nos produzcan ampollas (el autor ha visto pies absolutamente destrozados por las ampollas como consecuencia de, por ejemplo, haber comprado unas botas nuevas y haber salido sin más a caminar treinta kilómetros diarios. Esto es una auténtica barbaridad pues aunque sí sea cierto que es importante llevar unas botas nuevas, no lo es menos que debamos practicar con ellas antes de iniciar nuestra maravillosa experiencia. Cada día –antes de emprender el Camino- debemos andar para acostumbrarnos a nuestro calzado. Un día haremos equis kilómetros y otro día aumentaremos un poco la distancia y así progresivamente. Por supuesto, uno de los objetos que más vemos adornando los mojones es la bota; una o dos… Cuando el peregrino ya no puede más o cuando ya ha terminado su andadura, suele “adornar” algunos lugares con esa bota que tanto ha llegado a significar kilómetro tras kilómetro.
MELIDE – ARZÚA  05.03.07


Hay una expresión en el Camino que debemos considerar y tener siempre en cuenta... “El peregrino agradece, el turista exige” No lo olvidemos nunca... lo que nos ofrezcan será de agradecer; nosotros somos, con letras mayúsculas, PEREGRINOS y nunca turistas. No obstante, somos conscientes de que se debería habilitar un albergue en estos emplazamientos importantes... Pero tiempo al tiempo... Muy posiblemente, si el lector de esta obra llegara a sentir la curiosidad de realizarlo, tal vez, cuando seamos más que ahora, empecemos a ver cómo abren algunos albergues de los que hoy carecemos. Tengamos también presente –como ya hemos apuntado- que la Navidad es una fecha muy especial y que es lógico que algunos cierren por unos días (pero siempre que "unos días" no sea “casi todo el invierno”)
Dicho lo anterior, no debemos contentarnos con pasar esta población (recordemos que estamos en Los Arcos) sin antes entrar y admirar en toda la extensión de la palabra su preciosa iglesia de Santa María –el órgano deja con la “boca abierta” al igual que lo están, en los mascarones laterales, las bocas de los contras- 

Ya sólo nos queda algo menos de una hora para llegar al final de nuestra etapa de hoy: Torres del Río. Caminaremos, tras nuestro pequeño descanso en Los Arcos, para atravesar el río Odrón y adentrarnos en una pista agrícola. Más adelante nos desviaremos (está bien señalizado) y llegaremos a Sansol en donde, si nos apartamos para subir hasta su iglesia, podremos disfrutar, desde un magnífico mirador, de una hermosa vista de la ya cercana Torres del Río. Sea una u otra la decisión del peregrino, un corto descenso nos conducirá hasta la ya visible Torres del Río en donde, tras arduo caminar por sus callejuelas, podremos visitar la enigmática iglesia octogonal del Santo Sepulcro.
Descansaremos en su albergue (que será descrito en el capítulo “Albergues” dentro del apartado “Acogida y calor humanos”) y repondremos fuerzas para acometer con la mejor de las disposiciones la etapa del día siguiente.


A veces, nos sorprende la humilde manifestación del peregrino que deja, en los lugares más inverosímiles, un pensamiento, un deseo, unas palabras de ánimo. Aquí, una peregrina –¿por qué dará la impresión de que haya sido una peregrina?...-, o peregrino, nos deja un hermoso mensaje: Sé feliz un instante. Ese instante es tu vida. No sabemos quién lo escribió, pero su lectura deja connotaciones de profunda reflexión.
 VILLAFRANCA MONTES DE OCA – SAN JUAN DE ORTEGA 15.01.07


Séptima etapa



Dejamos atrás Torres del Río y, caminando por pista, atravesamos varias carreteras –siempre siguiendo atentamente las indicaciones jacobeas- para llegar –tras dejar atrás la ermita de la Virgen del Poyo- al barranco de Cornava el cual presenta un desnivel aproximado de 130 metros en el cual debemos extremar la precaución. Hasta aquí habremos subido y bajado hasta aburrirnos. Seguiremos alternando la pista con la carretera hasta llegar a Viana: importantísima ciudad que bien merece un descanso. Sería imperdonable continuar sin antes detenernos en la plaza de los Fueros y visitar la impresionante iglesia de Santa María. Seguiremos caminando por pista y por carretera hasta llegar a la ermita de la Virgen de las Cuevas en donde hay una agradable zona con bancos y una fuente para saciar nuestra sed y llenar nuestras cantimploras –ya, un par de kilos más a la espalda no debería importarnos demasiado- Continuaremos por campos de cultivo y pasaremos al lado de una señal que nos anuncia la presencia de un observatorio sobre unas importantes lagunas. Tras adentrarnos en un pinar, y cruzar otra vez la carretera, llegaremos al límite provincial para entrar, casi sin darnos cuenta, en La Rioja. Navarra, nuestra primera Comunidad Autónoma, ya empieza a quedar en el recuerdo. Vamos progresando y somos conscientes de ello. A partir de aquí caminaremos por un cómodo andadero que nos dirigirá sin remisión hasta la ciudad de Logroño, no sin antes atravesar el río Ebro por un hermoso puente de piedra construido nada más y nada menos que por Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega.


Las nieblas gallegas, la fina llovizna que muchas veces hace acto de presencia (orvallo), las praderas, los pastizales, los rebaños… Es emotiva la presencia de un perro “amigo de los peregrinos” que nos saluda con alborozo. El comentario siempre interesante de un pastor que se extraña de que recorramos la senda jacobea en pleno invierno… Todo ello conforma una estampa bucólica que ni el mismísimo  Publio Virgilio podría mejorar (con perdón).
SAMOS – SARRIA  08.03.11

El Ebro, el río más caudaloso de España, está bajo nuestros pies. El Ebro, el río que baña las tierras en las cuales la Virgen (del Pilar) se apareció a Santiago Apóstol, nos recibe y pareciera incluso que nos saludara. El Ebro marca –en estos kilómetros que ya llevamos encima- un antes y un después. Vamos haciendo kilómetros y vamos aprendiendo a amar el Camino, a comunicarnos con sus paisajes, a vivir y a integrarnos con sus gentes... Ya vamos entendiendo lo que el Camino puede significar... Pero todavía nos faltan unas cuantas jornadas para perfeccionar todas estas impresiones... ¡Vamos a por ellas!

El albergue de Logroño es magnífico y en él podremos descansar, anotar nuestras anécdotas o charlar con los demás peregrinos  que encontremos. No obstante -cosas del invierno- en el último año nos encontramos cerrado el albergue municipal pero estaba abierto otro llamado "Puerta del Revellín" que, aunque no tan grande como el otro, sirve perfectamente a nuestros propósitos. Por supuesto –no hace falta decirlo- es de “obligado cumplimiento” dar un paseo por la ciudad –andando- y visitar, entre otros lugares, la impresionante iglesia de Santiago con su recio grupo escultórico de Santiago Ecuestre y, desde luego, la concatedral de Santa María la Redonda, además de deleitarnos con su magnífica calle Portales. 


Pasada la ciudad de Sarria, nos adentramos nuevamente en la quietud de los bosques. En ellos podremos encontrar gruesos troncos centenarios retorcidos por el paso del tiempo. Ciertamente, es difícil discernir qué tronco nos llama más la atención. Su presencia se manifiesta como un reto a la fantasía. Si nos detenemos a observarlo atentamente, veremos todo tipo de figuras que se forman en nuestra imaginación; a semejanza de cuando miramos las nubes...
SARRIA – BARBADELO 28.02.06


Octava etapa



Saldremos de la ciudad de Logroño (ya dejamos atrás la segunda gran ciudad del Camino) siguiendo las indicaciones que con gran cuidado iremos buscando en aceras, bordillos, asfalto, farolas, paredes carteles... cualquier sitio es bueno para guiarnos. Seguiremos por calles como la del Marqués de Urrieta para llegar a través de zonas ajardinadas a un túnel que salva la carretera de circunvalación y nos conduce derechitos al parque de la Grajera. El paseo por este parque es muy agradable contando con un “lago”  que no es otro que el embalse homónimo. Saldremos de este parque entre lomas con sus correspondientes vides. A continuación, un repecho que alterará algo nuestra respiración nos lleva a disfrutar de una bonita vista de Logroño, del embalse y de sus densas arboledas. Al poco, comenzamos a descender hacia Navarrete no sin antes entretenernos en dejar nuestra propia cruz de madera en la malla metálica que nos separa de la carretera y que, dada la abundancia de maderas y astillas de todo tipo, hace que se propicie una interesante manifestación artístico-religiosa. Cruzamos la carretera y llegamos a los restos del hospital de peregrinos de San Juan de Acre. A continuación, sobre un pequeño cerro, la ciudad de Navarrete, protegida celosamente por ejércitos de valerosas viñas, nos da la bienvenida. Es importante que nos acerquemos hasta la iglesia de la Asunción para admirar su extraordinario interior (francamente, nos sorprenderá).


Para que el sufrido peregrino no pene más que lo estrictamente necesario, se habilitan puentes, en la medida de lo posible, que faciliten el paso sin tener que mojarse. Estos puentes (ya hemos visto algunos de ellos o veremos algunos más) son de la más variada hechura, siendo, en ocasiones, verdaderamente singulares. Aquí podemos ver cómo salvamos un riachuelo que, aunque no profundo, podría hacer que entrar agua en nuestras botas.
RONCESVALLES – ZUBIRI  25.12.06

Antes de abandonar completamente Navarrete, nos detendremos en la fachada del cementerio pues aquí podremos ver la portada y los ventanales de San Juan de Acre. Es interesante observar las figuras labradas en piedra. Después de seguir alternando carretera y pista, atravesaremos Ventosa en donde podremos tomar algún refrigerio en este pueblo, descansar un poco y seguir andando para, por una pedregosa subida, llegar al alto de San Antón que, en realidad, no es tan alto como pudiera pensarse. Esta subida, con sus abundantes piedras es aprovechada por los peregrinos para hacer pequeñas agrupaciones más o menos cónicas que desafían en muchas ocasiones las leyes de la gravedad. La subida es cómoda y sin problemas. Dado que estamos en tierra de vinos, podremos observar un paisaje salpicado de vides y de monte bajo. Algo después llegaremos al lugar llamado el Poyo de Roldán en donde tuvo lugar el choque entre el gigante Farragut y el famoso, y ya conocido por nosotros, Roldán. Posteriormente, una construcción circular con su correspondiente cartel explicativo nos ilustra sobre su función y características fundamentales de este “guardaviñas” –tal es su nombre-

Seguimos en pos de nuestro ya cercano final de etapa por hoy: Nájera. Cruzamos el río Yalde por un rústico puente de cemento y madera para atravesar nuevamente la carretera y continuar por caminos flanqueados por diferentes construcciones y con un ambiente totalmente urbano. Nos sorprenderá la presencia del impactante farallón que cierra el horizonte frente a nosotros; pareciera un telón desgarrado por tiempos y batallas, con ansias de ser digno y honorable marco a tan importante población jacobea.


En las mañanas neblinosas, ante la dificultad de poder distinguir en la lejanía, nos fijaremos más en lo inmediato, en lo cercano. Descubriremos –paradójicamente- un cúmulo de detalles que, en otras circunstancias, nos pasarían inadvertidos. Las manifestaciones artísticas de los peregrinos dejan su impronta en todo lugar que se preste a ello. Así, en este tramo, tras fatigosa subida, encontramos que, tal vez mientras descansaba un poco, algunos peregrinos han dejado sus sencillas figuras de piedrecitas empapadas en el espíritu del Camino.
NÁJERA – AZOFRA 10.01.07


El río Najerilla nos anuncia la proximidad del albergue. En sus instalaciones descansaremos cumplidamente. Tomemos fuerzas para la próxima jornada que, sin duda, nos deparará nuevas sorpresas. 
No desperdiciemos la ocasión de admirar el soberbio espectáculo que forman sus impresionantes acantilados cuando ha nevado recientemente. La nieve, estratificada en las estrechas cornisas, siluetea, de una forma mágica, la soberbia pared que desde siempre ha dado abrigo y protección a la ciudad. Los huecos de las ventanas –series de habitaciones escalonadas en cinco niveles- excavadas en sus estratos de areniscas rojas y arcillas, semejan lentos bostezos  en ojos somnolientos. El efecto óptico es, cuando menos, inusual.


Novena etapa



En esta ocasión no hace falta volver a atravesar la ciudad de un extremo a otro o, como en tantas ocasiones, recorrer calles y calles hasta salir de la urbe; no, en Nájera saldremos pasando al lado del monasterio de Santa María la Real, de una monumentalidad innegable por múltiples razones, para dirigirnos a una discreta cuesta –arriba- y caminar por una amplia pista de tierra. Después de cruzar un pequeño arroyo, volveremos a una carretera que nos conducirá hasta Azofra, de reconocida hospitalidad, en donde ya en el siglo XII existía un hospital y un cementerio (antes no era como ahora) para los peregrinos que fallecieran en el Camino.


El Camino sublima las imágenes. Como si de un daguerrotipo se tratara, las imágenes adquieren tonos irreales y se fusionan con nuestras más ancestrales vivencias. Al igual que los daguerrotipos, insistimos, los momentos son únicos, no se pueden hacer copias, son irrepetibles. Tan solo quedarán en nuestro espíritu las impresiones imperecederas que serán solamente nuestras pues no podremos hacerlas extensivas a nadie más. Cuando contemos nuestras emociones, aun con el mayor de los entusiasmos, tan sólo será una leve aproximación de lo que el Camino representa en verdad.
EL CEBREIRO – TRIACASTELA  06.03.11

Dejamos atrás Azofra para, tras un tramo no demasiado largo por la carretera, volver a tomar una pista que se abre paso entre campos de cereales cada vez más frecuentes, en detrimento de las vides... Ya empezamos a intuir la presencia no lejana de Castilla. Andaremos todavía un rato (algo más de dos horas desde Azofra) hasta llegar a nuestra siguiente población: Cirueña. Lamentablemente, el paisaje jacobeo que es Patrimonio de la Humanidad, que debe preservar unos valores estéticos para preservar los históricos, se encuentra en este lugar con la increíble presencia de un campo de golf y un complejo residencial... Sin comentarios. Que cada cual saque sus propias conclusiones. De hecho, ante las continuas agresiones que está sufriendo el Camino, ya hay advertencias, por parte de los organismos europeos correspondientes, en el sentido de revocar la declaración de Patrimonio de la Humanidad y de Itinerario Cultural Europeo. Tanto es el deterioro y las agresiones de todo tipo que está sufriendo el Camino en su conjunto.
Pero volvamos a nuestro caminar… Tras un corto tramo por carretera, volvemos a salir a una pista que nos conducirá, tras algunos kilómetros, a Santo Domingo de la Calzada; ciudad en la que “cantó la gallina después de asada”. No deberemos perdernos la visita a su catedral en la cual, sorprendentemente, hay un gallinero con dos gallinas permanentemente. Su torre, barroca, se distingue con facilidad desde lejos y nos servirá de guía en airoso aspecto. Cuando accedamos a la calle Mayor encontraremos el magnífico albergue que, al menos para nosotros en la distribución de esta obra, no será nuestro lugar de descanso por hoy pues nos proponemos llegar a un lugar singular y con una fuerte energía en su interior: Grañón.
          

Las ocas son criadas en Francia para obtener, principalmente el foie gras. De hecho, Francia produce, aproximadamente, el 75% de este producto a nivel mundial. Pero el foie gras ya se venía consumiendo desde lejanos tiempos ya que fueron los egipcios los primeros que practicaron el cebado de los gansos domesticados... Y, ¡cómo no!, los primeros que verdaderamente utilizaron el foie gras como plato gastronómico elaborado, fueron los romanos. Éstos alimentaban a los gansos con higos –ficatum- de donde procede por evolución la palabra foie.
MONT-DE-MARSAN – SAINT-SEVER (Francia –Vía de Vézelay-)  24.01.11

No obstante lo anterior, las etapas que se proponen en este libro están basadas en la disponibilidad de albergues en invierno y en el reparto kilométrico más equitativo posible para hacer posible completar todo el Camino en 31 días hasta Compostela o en 35 hasta “Fisterra” y “Muxía” o Muxía y Fisterra (cada cual... a su gusto) Por supuesto, si el esforzado peregrino tuviera más tiempo o si hubiera decidido hacer cada año un tramo concreto, perfectamente puede dormir en aquellos albergues que mejor se acomoden a su preferencia y disposición. Para ello se dan todo tipo de informaciones al final de estas páginas para que se pueda disponer de este mágico recorrido a la mejor conveniencia.

Pero volvamos nuevamente al Camino y veamos pausadamente lo que nos falta para llegar al pueblo anteriormente citado como final de etapa.
El camino continúa con la misma dinámica de toda esta jornada: un andar cómodo sin apenas altibajos dignos de mención en medio de un paisaje parco en arboledas. Es curioso el efecto que la nieve produce en los humildes, discretos y agazapados campos en barbecho... porque pareciera que fueran inmensos glaciares avanzando incontenibles hacia nosotros... ¡tal es la magia que el invierno tiene en todo lo que toca!


Aproximadamente a unos seis kilómetros después del pueblo llamado El Ganso, veremos a nuestra izquierda un enorme árbol, un enorme roble, que no es otro que el que ha sido dado en llamar “Roble del Peregrino”. Árbol centenario que destaca en un lugar, pegado a la carretera, con una pequeña área de descanso que se ha acondicionado en dicho emplazamiento. El peregrino sabe que no debe sentarse mucho tiempo pues la tarde avanza y el cuerpo, si paramos, luego es remiso su continuar.
ASTORGA – FONCEBADÓN  02.03.11

Seguimos caminando y, tras atravesar Santo Domingo de la Calzada, llegaremos a una cuidada ermita justo antes de un largo puente que nos aleja definitivamente de la ciudad. Tras una hora y media aproximadamente llegaremos a Grañón habiendo dejado atrás una sencilla cruz metálica con la inscripción en una lápida que reza: “la cruz de los valientes” y, más adelante, un panel cerámico de los “Amigos del Camino de Santiago en La Rioja” en donde aparecen reseñadas las localidades más importantes de esta Comunidad en el Camino aparecen: Logroño, Navarrete, Nájera, Azofra, Santo Domingo de la Calzada y, por último, nuestra meta de hoy… Grañón. Al poco ya llegamos a dicha población –último pueblo riojano- en donde pernoctaremos en un albergue absolutamente “con encanto”, dicho con el mayor de los respetos y queriendo hacer paralelismo con esa denominación que quiere significar aquellos lugares que se salen de lo normal y que atesoran valores muy especiales por uno u otro motivo. El albergue situado en la iglesia de San Juan Bautista se adapta perfectamente a esta definición. Descansemos y sepamos captar toda la fuerza que dimana de sus muros y de su ambiente.


En España la señalización está omnipresente y en muchas ocasiones es sobreabundante. En Francia, empero, la señalización es discreta y está compuesta por unas pequeñas señales de plástico, acabadas en punta de flecha, que, a no ser que vayamos muy atentos, es fácil que no las veamos. (En la imagen, hemos puesto la "i" de "información" al lado de cada una de las indicaciones jacobeas en un espeso bosque. Al autor le ocurrió un extravío en su segunda peregrinación (primera invernal), por cuyo motivo se extravió en un monte y no se convenció de su equívoco hasta dos horas después. Esta confusión de caminos le costó una tendinitis que a punto estuvo de impedir el buen fin de su luengo caminar. Afortunadamente pudo encontrar un buen masajista en Pamplona (ya casi no podía andar) que le alivió lo suficiente como para poder terminar su senda de las estrellas.
SAUVETERRE-DE-BÉARN – SAINT-PALAIS 
(Francia, Vía de Vézelay)  28.01.11

En este sentido de “singularidad” y como uno de tantos ejemplos que se podrían citar, podemos reseñar un viejo, amarillento y carcomido “papel-pergamino” que el autor tuvo la inmensa suerte de poder ver poco antes de que se lo llevaran para restaurar la puerta de un confesionario (con el posible y casi seguro deterioro del documento en cuestión) en la cual, por su cara interior, estaba adherido. El documento (era manuscrito) contenía unos “Casos reservados al Ilmo. Sr. Obispo” en la confesión y, entre otras anotaciones, decía, en su punto 3º: “Pacto expreso o tácito con el demonio”; o, en su punto 9º: “Incesto hasta el 2º grado inclusive”; y, para terminar este ejemplo, en su punto 10º se decía: “Falseadores de moneda del Rey” Todo ello en una letra y sobre un soporte que denotaban su más que evidente antigüedad.


Objetos y documentos que marcan una época y, sin embargo, son condenados, en muchas ocasiones, al olvido o al fuego. Gracias a la intercesión del autor, la preciosa puerta de confesionario, que iba a tener un triste destino y en cuya parte interior estaba adherido este interesante manuscrito,  fue salvada "in extremis".
GRAÑÓN  12.01.07

¿Cuánto tiempo llevaría este auténtico tesoro documental en la sacristía de la iglesia? El autor pudo verlo en el exterior, apoyado en un muro, y le pareció sencillamente fascinante por su valor histórico, por lo que es reseñado con el mayor de los respetos y consideración.
Aspectos documentales o artísticos que están vedados al común de las gentes, podrán ser “descubiertos” por el curioso y siempre “preguntón” peregrino. 

 
Décima etapa


         
Hoy, la etapa nos va a llevar por bastantes pequeñas poblaciones en comparación con otras jornadas. Salimos de Grañón y, por pista de tierra en medio de campos de cereal que paradógicamente con la estación invernal nos puedan ofrecer un aspecto verdoso por la reciente sementera, aunque alternen con surcos amarronados silueteados por un remolón sol que, perezoso, apenas se eleva sobre un horizonte cada vez más lejano. Un carcomido cartelón de madera, en el suelo, a la vera, nos transmite un mensaje: “Iré donde sea siempre que sea hacia delante”.  


Ya hemos expuesto en esta obra algunos criterios para decidir cuándo es conveniente ir por un sitio y cuándo por otro. Bien, el algunos casos, hay hospitaleros “de los de toda la vida” que toman parte muy activa en el mundo del Camino llegando, incluso, a “crear” alternativas para no discurrir al lado de una carretera o cualquier otra circunstancia. En la foto que estamos comentando, el autor hizo caso –en uno sólo de sus inviernos- de los consejos de uno de estos hospitaleros “históricos” para acceder a su punto de destino sin tener que ir por un andadero formado en el arcén de una antigua carretera nacional. La experiencia fue interesante porque supuso recorrer un camino (aunque tal vez no fuera este mismo) que los peregrinos medievales hacían para salvar los puestos de control en los cuales se exigían impuestos de paso, aunque éstos no fueran aplicables a los peregrinos por su especial condición.
VILLAFRANCA DEL BIERZO – TRABADELO (por variante)  18.02.07

Llegamos, en algo más de media hora, a un gran mojón que indica la entrada en la Comunidad de Castilla y León para dejar atrás la de la Rioja. Sólo algunos chopos, que confidencialmente nos susurren los serenos trayectos de arroyos y ríos, romperán la monotonía de un paisaje que conllevará –lo sabremos después de algunos kilómetros- una ocasión perfecta para hablar con el fondo de nuestro corazón.
Entramos, pues, en la provincia de Burgos y, sin apenas darnos cuenta, nos encontramos en las calles de Redecilla del Camino; en las calles del primer pueblo castellano.
Saldremos de Redecilla del Camino no sin antes haber intentado ver y admirar su preciosa pila bautismal. Si tenemos suerte, incluso nos explicarán qué significa cada uno de los relieves allí representados. A continuación, en poco más de media hora, llegaremos a Castildelgado y, también en algo más de media hora, nos encontraremos en la población de Viloria de Rioja en la que nació (aunque no esté probado) ese buen hombre, ermitaño de estas tierras, que, al decir de Pérez de Urbel, era enfermero, médico, cocinero, albañil y arquitecto: Santo Domingo de la Calzada. Nuevamente salimos de esta otra población para hacer –tramo por carretera, tramo por pista- unos tres kilómetros de terreno con ralos arbustos y escasos árboles. Llegados a nuestro siguiente caserío para descubrir con agrado que en la entrada del pueblo hay una zona apropiada para descansar, invitándonos a sentarnos... por no mucho tiempo, ya que si el cuerpo “se enfría” luego nos costará demasiado trabajo ponerlo en funcionamiento. 


Nunca viene mal una “concentración” de indicaciones (siempre que no sean contradictorias entre sí, claro). Aquí estamos en uno de esos tramos en los cuales llegamos a sospechar que se nos hace dar un “extraño rodeo” para salir al mismo sitio al que hubiéramos salido si hubiésemos seguido una aparente recta, que divisamos e intuimos a nuestra izquierda, según nuestro orden de marcha. Esto nos pasará en otras ocasiones en las que sí llegaremos a comprender el porqué de tan extraños cambios de orientación. Así, por ejemplo, no será muy raro que las flechas que encontremos dentro de una población nos hagan seguir un “camino histórico” dando un rodeo incomprensible entre las callejuelas para desembocar (¡oh coincidencia!) en las puertas de un bar o mesón que nos ofrece ricos bocadillos y sabrosos desayunos. Por supuesto, luego se sale al mismo sitio en el que estaríamos en caso de haber seguido en línea recta. La verdad, ¡qué vueltas daban los peregrinos medievales! (dicho con segundas, por supuesto). Es de lamentar que se considere al peregrino en algunos lugares como un simple borrego al que hay que guiar. ¡Señor, pongan indicaciones de que hay un bar, pero no desvíen obligatoriamente a nadie!
LOS ARCOS – TORRES DEL RÍO  03.01.07

Ya desde Villamayor, tomamos otra vez la pista y en casi hora y media estaremos en Belorado; pueblo que destaca por sus tiendas y factorías de pieles. No debemos pasar de largo sin antes visitar la iglesia de San Pedro (siglo XVII) Por cierto, tengamos cuidado al atravesar la N120 pues el cruce se hace cerca de una curva siendo, por lo tanto, de un peligro cierto a no ser que extrememos las precauciones.

Todavía nos faltan cuatro poblaciones para terminar nuestra etapa de hoy: Tosantos, Villambistia, Espinosa del Camino y, al fin, Villafranca Montes de Oca... Pues bien, el arrojado peregrino deberá atravesar el río Tirón por un puente de madera, paralelo al de piedra -reservado al tráfico- que nos preservará de los peligros de toda calzada para, de esta manera, caminando por una senda paralela a la N120, llegar a la población de Tosantos. Nos llamará la atención una lejana ermita dedicada a Nuestra Señora de la Peña que, en estratificada pared de un montano corte rocoso, asoma y protege al pueblo componiendo una bella estampa. Si tuviéramos ganas y tiempo, no estaría de más subir – es fácil- y verlo de cerca. 


El Camino de Santiago está poco transitado en invierno... Lo cual, en realidad es una ventaja pues la sensación de “autenticidad” es inmensa. Nos encontraremos con dificultades de avituallamiento (que debemos prever) y con algunos “inconvenientes” en los caminos que deberemos solucionar sobre la marcha. Éstos, al resultar muy poco transitados, no suelen estar debidamente atendidos en esta época. Por eso, no es raro encontrar árboles caídos que nos obligarán a agacharnos, trepar un poco o, en ocasiones dar un rodeo.
ORTHEZ – SAUVETERRE-DE-BEARN  18.12.06

Seguimos... en una media hora llegamos a Villambistia en donde el único bar –creemos recordar que era el único en esos tiempos- regentado por un tal Iñaki, nos podrá servir algún refresco o café para deleite de nuestros sentidos. Ya desde este lugar, a unos dos kilómetros, nos encontramos con la siguiente población: Espinosa del Camino. Desde aquí, seguiremos por senderos en medio de campos de escasa vegetación en los cuales suelen ser frecuentes las nieblas. Estos campos, cuando quedan desdibujados y engalanados con escarchas y nieves, adquieren un aire absolutamente irreal. Por estos paisajes pisaremos al lado de una humilde y herrumbrosa construcción que no es otra cosa que las ruinas del monasterio mozárabe de San Félix de Oca (¡quién los diría!) en donde se dice que reposan los restos mortales de D. Diego Rodríguez Porcelos que, nada más y nada menos, fue el fundador de la ciudad de Burgos... El camino siempre nos sorprende. En seguida llegamos a Villafranca Montes de Oca en donde, si visitamos su iglesia del XVIII, nos sorprenderá ver una inmensa concha (la mayor de todo el Camino) utilizada como pila de agua bendita y que, a poco que preguntemos, nos aclararán que fue traída desde las lejanas islas Filipinas. Nuestra etapa de hoy ha terminado. Nos queda ducharnos, quitarnos las botas y enfundarnos las sandalias, dejar todo ordenado en nuestra cama (o desordenado, según cada cual) y visitar tranquilamente el pueblo para tomar notas, meditar, descansar o platicar con otros peregrinos o gentes del lugar... Cada uno a su estilo.


Atravesando la Merindad de la Tierra de Estella, poco antes de llegar a la población de Villamayor de Monjardín, en la llamada Zona Media Occidental, con el recuerdo a nuestras espaldas del inquietante Montejurra y acompañado por los farallones calizos que en perfecta verticalidad cierran por el norte el Valle de Allín y que ponen una nota pintoresca en nuestro ambular, el peregrino disfruta de un paisaje que siempre habrá de llevar en su memoria. 
AYEGUI – VILLAMAYOR DE MONJARDÍN  02.01.07


Undécima etapa



Hoy nos aguarda una apasionante etapa; una de esas etapas que atesoraremos en el interior de nuestro acervo jacobeo por haber dejado honda huella en nosotros. Hoy atravesaremos un bosque que, en sus tres horas largas de soledad, nos impresionará fuertemente. Es posible que haya nevado no hace mucho o que las nieblas se enseñoreen de tan arcano lugar... esto ayudará a potenciar esa sensación que sentiremos de soledad, de inquietud, de paz, de silencio, de algún sobresalto que otro al, estando solos, oír un chasquido de ramas o el apresurado corretear de algún invisible animal al que nosotros no podremos ver pero por el que sí habremos sido vistos. A veces, deteniéndose para observarnos, algún corzo hace acto de presencia en medio del cortafuegos por el que caminamos o del camino forestal en el que nos encontremos. Totalmente inmóvil, observará cómo nos vamos acercando para, de improviso, emprender una veloz huida. 
Ciertamente, no existen dudas al respecto, la etapa de hoy es una de las que podríamos llamar “singulares”.

Según salimos de Villafranca Montes de Oca tendremos que enfrentarnos con una empinada subida que deberemos afrontar con paciencia. La subida se mantiene hasta un magnífico mirador para dejar paso ahora a un leve ascenso. Pasaremos al lado de un monumento a los caídos durante la Guerra Civil para luego ir descendiendo hasta el cauce de un río que, por cierto, nos ofrece una hermosa vista según bajamos. Dicho río deberemos atravesarlo por un vetusto puente de madera –ojo con los resbalones pues el puente presenta sus “ligeras” deficiencias- para padecer a continuación una dura subida, aunque no larga. Poco a poco vamos adentrándonos en zonas más boscosas para desembocar en un lugar impresionantemente solitario. Los árboles nos observan y mueven sus copas de vez en cuando como diciendo... ¡”Estos peeeregrinoos!” Tal vez los árboles no se hayan dado cuenta de que los tiempos han cambiado y de que ya no se esconden, entre sus gruesos troncos, los despiadados bandoleros que, antaño, hacían la vida imposible a todo aquél que se aventuraba por estas casi “ignotas” tierras. 



El bosque de Montes de Oca nos impactará de tal forma que será muy difícil olvidar los momentos que pasamos en su interior. La soledad se enseñorea de este lugar y nos llega a obsesionar con su omnipresencia. El escenario tiene tal fuerza que nos envolverá con su halo de misterio.
VILLAFRANCA MONTES DE OCA – SAN JUAN DE ORTEGA 15.01.06

Sólo estando aquí, realizando el Camino, se puede sentir toda la “magia” que tiene este tramo. Llega un momento en el cual creemos estar en plena Edad Media e, incluso, en épocas pretéritas, a solas con los peligros y sin nadie que nos pueda ayudar... aunque, en el fondo, sepamos que no sea así.

También en este tramo proponemos un camino alternativo en caso de que la abundancia de nieve nos niegue el paso; aunque, dada la belleza del recorrido, debemos hacer todo lo posible por atravesar el bosque en lugar de caminar por la carretera que nos conduce al Alto de la Pedraja. El autor, en sus tres inviernos, nunca tuvo problemas para cruzarlo.

Nada más salir del laberinto boscoso, llegaremos a San Juan de Ortega. Su albergue lleva cerrado varios años para el peregrino del invierno. Es una lástima porque el monasterio de San Juan de Ortega es un digno marco para poder pernoctar en él, aunque esperemos que próximamente sí pueda estar abierto (hay noticias positivas en este sentido) para beneficio de todos aquéllos que se animan a transitar por los blancos derroteros del Camino de Santiago; los cuales, desconocidos para el común de los mortales, tiempo llegará en que sean descubiertos.
Continuaremos, tras descansar y tomar alguna frugalidad (que el andar está reñido con la abundante pitanza) en el bar que está a su lado, prosiguiendo la marcha en pos de Agés a través de terrenos otra vez abiertos, con escasez de arboledas. En este pequeño pero bonito pueblo, con magníficos ejemplos de la arquitectura tradicional, hay varios albergues y una casa de acogida que es de una autenticidad fuera de toda prueba. El autor siempre que ha podido ha pernoctado en él; aunque es consciente de las limitaciones que tiene. No obstante, el calor humano suple con creces cualquier otra carencia que pudiéramos notar en invierno. Las “incomodidades” son un aliciente más en este tiempo... hacen que el Camino sea más real, más auténtico, más parecido al Camino que conocieron nuestros antepasados. La comodidad queda reservada para otros momentos menos importantes... Ahora lo que deseamos es transformar lo cotidiano en algo fabuloso que nos transporte a otros parámetros y a otra realidad. Estos lugares ayudarán a que así sea. 


Eghinardo, el que fuera biógrafo de Carlomagno, nos dice (refiriéndose a las tropas de Carlomagno) en su “Vita Karoli Magni”“"Al regreso, en la misma cima de los Pirineos, tuvo que experimentar la perfidia de los vascones cuando el ejército desfilaba en larga columna, como lo  exigían las angosturas del lugar. Los vascones emboscados en el vértice de la montaña, descolgándose de lo alto, empujaron al barranco a la columna que  escoltaba la impedimenta que cerraba la marcha, provocando que los hombres se precipitasen al valle situado más abajo, y trabando la lucha los mataron  hasta el último”. Este monumento recuerda tal gesta.
RONCESVALLES (ORREAGA en euskera o vascuence)  08.03.09

Continuaremos y, al poco, entraremos en Atapuerca (famosa por sus yacimientos arqueológicos) en donde, precisamente en el año 2007, fue desenterrado el cráneo del europeo más antiguo que se conoce ya que se estima que tenga la nada despreciable antigüedad de más de un millón doscientos mil años... Al salir de la población tomaremos una pista pedregosa que parte del lado izquierdo de la carretera (ojo: fijarse bien en las indicaciones) e iremos subiendo por un terreno de monte bajo, frecuentemente abrazado por nieblas y neblinas que se comportan como si quisieran preservar sus más íntimos secretos. En todo momento, la alambrada de un terreno militar (al menos eso indica en algún que otro cartel) nos acompañará. Al llegar a lo alto del cerro, veremos una enorme cruz de madera y diferentes manifestaciones artísticas de los peregrinos, como las recurrentes espirales en donde cada uno pone una piedra al lado de las demás. En algunos casos, estas espirales llegan a tener un tamaño más que considerable. Desde aquí, a más de mil metros de altitud (sin llegar a los 1.100) comenzaremos a descender por terreno abierto teniendo ante nuestra vista la silueta de la primera capital castellano-leonesa: Burgos. 


Ya hemos dejado atrás Agés y Atapuerca. Aunque por estos pagos la altitud no suele ser mucha, es frecuente encontrar el paisaje nevado o, mejor dicho, es frecuente que nieve en estos campos y poblaciones ya cercanas a la ciudad que fuera cabeza de Castilla: Burgos. Unos pasos más adelante, coronando la subida, nos espera una gran cruz de madera y un gran cartel sujeto por cadenas, que dice: “desde que el peregrino dominó en Burguete los montes de Navarra y vio los campos dilatados de España, no ha gozado de vista más hermosa como esta”.
ATAPUERCA – VILLALVAL  16.02.11

Seguiremos y llegaremos, por pista bordeada de piedras calizas de bella factura, a las proximidades de Villaval con la visión de su iglesia derrumbada hace pocos años sin que, afortunadamente, se registraran desgracias personales. Media hora después, terminaremos la jornada  en Cardeñuela de Riopico; población ésta en donde retumban todavía los rezos de los monjes del antiguo monasterio de San Pedro Cárdena que, aunque situado en Castrillo del Val -a unos seis kilómetros de distancia- estuvieron bajo su influencia (donación) durante bastantes siglos. Situada en pleno valle del Pico, nos anuncia que... ¡Burgos está a un paso!


Duodécima etapa



Desde Cardeñuela hasta Burgos nos queda un camino bastante tedioso y siempre por terreno asfaltado (carretera o calles en zonas industriales) No se puede decir que nos sintamos emocionados y motivados por los paisajes que vamos a atravesar. No, más bien tendremos que resignarnos con la ilusión puesta en llegar a la ciudad de Burgos y darnos un baño de historia en sus milenarias piedras.


La chapelle de Soyarce se destaca tras una dura subida. Al fondo, como figura inquietante, los Pirineos nos muestran sus blancas cumbres. Es un aviso de lo que nos espera. Estamos terminando la llamada vía Lemovicensis, la cual también recibe el nombre de voie Limousine o, asimismo, el que utilizamos más habitualmente en esta obra… Vía de Vezélay. Aquí, sentados en alguno de sus pétreos bancos, respirando profundamente el fresco aire que nos llegue de las altas montañas, podremos hacer un pequeño alto y descanso antes de continuar.
SAINT-PALAIS – OSTABAT (Francia, Vía de Vézelay)  20.12.06

Seguiremos por la carretera hasta Orbaneja y continuaremos por el mismo piso para llegar, antes de alcanzar Villafría, a una encrucijada... Es cierto que eso del “camino histórico” es un tanto relativo; pero también es cierto que si siempre nos apartamos de aquí o allí para seguir la senda más cómoda o atractiva, acabaremos caminando por lugares que nada tuvieron que ver con el Camino en su más pura esencia. Por ello, al llegar a esta encrucijada y por diferentes motivos históricos que así lo aconsejan, deberemos escoger la opción que nos conduce hasta Villafría aunque eso sea a costa de sacrificar algo de pista de tierra... Aunque, si observamos uno u otro itinerario, vendríamos en ver que el que se desvía por la izquierda, lo hace a través de antiguas escombreras hasta llegar a la valla del aeropuerto que nos dirigirá, indefectiblemente, hasta la población de Castañares... Pero claro, desde aquí tenemos otra disyuntiva: seguir por el andadero de la N120 (menos “atractivo”) o dirigirnos hacia la ribera del río Arlanzón que nos conducirá hasta el corazón de Burgos.
Que cada cual escoja lo que mejor cuadre con su forma de ser; sin embargo, el autor siempre ha preferido caminar por los terrenos considerados documentalmente (más o menos) “históricos” por lo que siempre ha entrado en la histórica capital de la ya lejana Castilla la Vieja por Villafría ya que era ésta la población a la que llegaban los peregrinos provenientes del País Vasco que venían y vienen a través de Miranda de Ebro. En realidad, este recorrido fue importante en los primeros siglos ya que el camino costero era inseguro por los asaltos normandos y el camino que discurría más al sur estaba plenamente dominado por los árabes; por lo que la seguridad era más bien poca. Por eso, los peregrinos preferían caminar por Bayona y sentirse más seguros en su peregrinación.
Bien, dicho lo anterior, seguiremos por la carretera hasta Villafría y desde aquí, por un paisaje totalmente industrial y urbano, llegaremos a Burgos. Su descripción será objeto de detenido detalle en el capítulo “Ciudades, pueblos y aldeas”. 


En Francia (incluso comenzando en Saint-Jean Pied-de-Port) deberemos poner una especial atención para distinguir las “flechas amarillas” que nos indiquen el camino correcto a seguir. El autor no tiene ningún problema en afirmar que en Francia se extravió en varias ocasiones debiendo desandar lo andado. Luego comprobó que sí existía la correspondiente señalización pero que, en caso de no ir especialmente atentos, es relativamente fácil no darse cuenta de su presencia (en la imagén, una indicación típica francesa)
OSTABAT – SAINT-JEAN PIED-DE-PORT  20.12.06

Décima tercera etapa
 (primera parte)



Hoy es un día especial: comenzaremos a caminar por la faceta más ascética de Castilla... por sus páramos que atravesaremos hasta llegar al límite con León  en donde seguiremos en paisaje mesetario hasta llegar a Puente y Hospital de Órbigo. Serán unos doscientos kilómetros en los que tendremos que aprender a convivir con nosotros mismos pues la pródiga naturaleza que nos ha acompañado hasta ahora (aunque ya antesala del páramo y las estepas) deviene en puro escenario que posibilita el diálogo entre el peregrino y el cielo. Solos, no hay absolutamente nada que distraiga. Tenemos el cielo, la tierra y en medio nosotros como protagonistas de la obra a la que estamos asistiendo y, al mismo tiempo, representando. El escenario es duro, carente de superficialidades. Tendremos que adaptarnos al medio y aprender a convivir con él.

Pero dejémonos de adelantar acontecimientos y pasemos a detallar la salida de Burgos, de la ciudad que llegó a tener más de quince hospitales (léase albergues en sentido amplio) de la ciudad que posee una de las catedrales góticas más bellas del mundo, de la ciudad que fue, es y será un hito en el Camino de Santiago pues nació por y para el Camino...


Camino de Hagetmau, ciudad hermanada con la española de Tordesillas (Ville jumelée avec Tordesillas), ciudad llamada “florida” (Ville fleurie), tendremos que cruzar la vía férrea. Observemos cómo las señales de indicación para el peregrino están pegadas al dorso de las señales de tráfico. Bueno, por lo menos, en esta ocasión, hay tres referidas al camino jacobeo y una referida al Gran Recorrido (la que lleva los colores rojo y blanco, que es coincidente en gran parte del trayecto).
SAINT-SEVER – HAGETMAU  25.01.11

Burgos queda atrás cuando pasamos por la puerta de San Martín, calle Emperador, calle Villalón... hasta cruzar el Arlanzón, ese largo río que nace en la lejana sierra de Arandio, también conocida en la actualidad como de la Demanda, a más de 2.000 metros de altitud... Atravesamos autovías y carreteras para, tras rebasar Villalbilla, al cabo alcanzar Tardajos. Esta ciudad es una localidad histórica cuyos orígenes se remontan a los celtas que habitaban esta población con el nombre de “Deobrígula” –ya citada por Ptolomeo- que quiere decir “Ciudad de los Dioses” y en donde, a poco que preguntemos o nos comenten, habremos de saber que, aun a pesar de ser pleno invierno, el pueblo está “en la gloria” ya que la mayoría de las casas tienen este sistema de calefacción que data de la época de los romanos pues no en balde tan ingenioso sistema procede de los antiguos hipocaustos. Siempre el detalle curioso en cada esquina... Desde aquí, en una media hora, llegaremos a Rabé de las Calzadas; población ésta que el autor ha considerado como la puerta de los territorios en los cuales la estepa y los páramos son omnipresentes, para gloria de unos e infierno de otros.
         

Detenemos aquí el detalle del recorrido correspondiente al “bosque y monte bajo” para dar un salto de aproximadamente 200 kilómetros ya que en esta etapa –entre Burgos y Hontanas- el 63% corresponde a las “Llanuras esteparias”. Por ello, nos situaremos en las puertas mismas de los Montes de León para entroncar con el siguiente tramo de “bosques y monte bajo”.
Efectivamente, volveremos a los bucólicos y arbolados paisajes una vez que hayamos llegado a las poblaciones de Puente y Hospital de Órbigo, las cuales solamente están separadas por el río homónimo. Por ello pasamos, sin mayor demora, a la...


En dos jornadas hemos descendido el considerable desnivel de novecientos metros. Ya nuestra sombra deja de deslizarse por piornales y demás flora de montaña para proyectarse en una singular vegetación, sorprendentemente mediterránea. Aquí, se hacen generosos los cultivos y los frutos. No en vano, Plinio se refirió a El Bierzo denominándolo “el vergel”. Pronto estaremos en la “Pons Ferrata”. Se dice que la traducción sería la de “Puente de Hierro”, pero también hay quien afirma que “Pons Ferrata” haría referencia a “Puente Fortificado”.
MOLINASECA – PONFERRADA 12.02.06


Vigésima primera etapa



Saldremos de Hospital de Órbigo y  aquí se presentan dos opciones: una –la traza histórica- discurre todo el tiempo paralela a la N120... con el ruido de los vehículos y el asfalto siempre a nuestro lado; la otra opción discurre por bucólicos caminos salpicados de pequeños bosquetes y en cuyo recorrido nos toparemos con las poblaciones de Villares de Órbigo y Santibáñez de Valdeiglesias. El autor ha pisado ambas alternativas; sin embargo, a pesar de que siempre propugnamos ir por la senda histórica, en este caso -¡qué Santiago perdone!- consideramos que las sensaciones que debió sentir el peregrino allá en los albores del primer milenio, no debían de ser las de andar al lado de una obra muchos cientos de años por delante de él, ni tampoco respirar la contaminación de los vehículos o el ruido machacón de los motores. Sí... ya sabemos que el Camino estaba otrora compartido por los de a pie, los de a caballo y también por carretas y caballerías que transportaran mercancías para su venta o trueque. Sí, esto es cierto; pero no es menos cierto que el caminante jacobeo se sentía parte de ese mundo que era, en definitiva, su mundo. Nosotros, ahora, lo que queremos es vivir una experiencia diferente a la cotidianeidad; una experiencia que nos transporte –en la medida de lo posible- a épocas ya pasadas y que de alguna manera, tal vez ahora o bien después, nos haga comprender una dimensión diferente de nuestra existencia. Esto nos respalda la idea de que debemos seguir la traza histórica –por supuesto- pero también que debemos intentar abstraernos en un mundo interior que proyecte nuestros descubrimientos hacia los demás... y eso no se consigue caminando al lado de los camiones (con perdón de los camioneros) ni al lado de los demás vehículos (con perdón de sus conductores) Es también cierto que por la carretera recibiremos el cariñoso apoyo de los que pasen en esos “modernos carromatos” con el consiguiente sonido de las bocinas deseándonos un buen andar, un buen día, un buen Camino. Es de agradecer... pero no es lo mismo.


Las nieblas se ajustan a nuestro cuerpo y nos abrazan para desvelar nuestros más íntimos misterios pues ellas mismas lo son en estado puro. Las nieblas gallegas son nieblas tranquilas, sosegadas, con querencia por el paisaje. Sobre la niebla se oye cómo resbala la mañana. Hace poco que hemos salido de Ferreiros y hemos desayunado agradablemente en una casa que hay poco más abajo. Hemos pasado el cementerio y nos hemos adentrado por bosques de verdes resonancias. Sentimos formar parte de cuanto nos rodea.
FERREIROS – PORTOMARÍN  09.03.11


Nos desviaremos, pues, a la derecha para caminar por un paisaje eminentemente agrícola hasta que lleguemos a Villares de Órbigo. Este pintoresco pueblo fue durante el medievo un señorío perteneciente a la familia Quiñones... Mismo apellido de aquél que defendiera tan ardorosamente el larguísimo puente que se encuentra sobre las aguas del río al que hace referencia Villares y que tan peculiar justa llevó a efecto. Convendría que visitáramos la iglesia de Santiago; aunque hoy en día, dada la inseguridad que caracteriza a estos tiempos y el poco respeto que se suele tener por lo ajeno, es más que probable que, salvo que sea domingo o fiesta de guardar, las encontremos cerradas a cal y canto. Es posible que si tuviéramos mucho interés, al buscar a la persona encargada del templo, ésta nos lo abriera gustosamente... pero no siempre tendremos la suerte de encontrarla. 


El castillo de San Esteban de Deyo es más comúnmente conocido como el castillo de Monjardín. Su construcción, en lo alto de una loma que casi forma un cono perfecto, a unos 890 metros de altitud, es visible desde muchos kilómetros de distancia. Este castillo, cuya antigüedad se remonta al siglo X, está en ruinas en la actualidad. Es de destacar que la leyenda afirma que aquí se encuentran los restos mortales del monarca navarro Sancho Garcés I de Navarra, el que fuera conocido como “El Grande”. 

Seguiremos andando tranquilamente y en algo menos de una hora llegaremos a Santibáñez de Valdeiglesias en donde existe, incluso, un albergue (en este caso, parroquial) que suele estar abierto o, al menos, disponible en el invierno lo cual, no nos cansaremos de decirlo, es muy de agradecer. Aquéllos que piensan en los peregrinos del invierno demuestran tener un auténtico espíritu jacobeo pues no son esclavos  del rendimiento económico (que también es importante, claro está) sino que para esas personas lo fundamental es ayudar a los peregrinos en esos meses que aparentemente son “tan poco propicios” para hacer el camino de Santiago... “Tan poco propicios”... creemos que los que mantienen abiertos sus albergues en pleno invierno para poder dar asistencia a algunos arrojados jacobípetas lo hacen porque aman el Camino y lo viven en toda su profundidad y, por supuesto, entienden que es la “más verdadera” de todas las estaciones. Nuevamente, debemos agradecer el esfuerzo que hacen. Si este blog ayuda a aumentar el paso de peregrinos por sus albergues, nos sentiremos plenamente satisfechos.
Pero dejémonos de circunloquios, aunque entendemos que útiles, y volvamos a la senda... Saldremos de Santibáñez por pista de tierra y, entre salpicaduras de vid, llegaremos a un lugar en el cual nos sorprenderemos al descubrir toda una serie de figuras producto de la imaginación y casi diríamos que de la fantasía. Son figuras relativas al Camino pero sin la solemnidad a la que estamos acostumbrados; son figuras que denotan lo polifacético que el Camino puede llegar a ser. Son figuras iconoclastas que nos harán pensar, sonreír y meditar. Pausemos un poco nuestro ambular y disfrutemos de su singular esencia.


Mes de marzo del año 2007… Un interesante hórreo nos sale al paso como algo muy singular. ¿Por qué? Bueno, pues su singularidad proviene del hecho de estar totalmente atravesado en el camino y tener que pasar forzosamente por debajo de él (esta circunstancia no se da más que aquí). Mes de marzo del año 2011… El autor comprueba con pesar cómo un nuevo detalle curioso y distintivo en el camino ha desaparecido. En efecto, cuando nuestro protagonista recorrió este tramo en dicho año 2011, el hórreo ya no estaba. Las inclemencias meteorológicas y suponemos que también un cierto abandono, han terminado haciendo desaparecer esta singularidad. Quede esta fotografía (una vez más, lamentablemente) como recuerdo de lo que fue.
ARZÚA – PEDROUZO  05.03.07

Bajaremos, subiremos, pasaremos junto a una laguna, volveremos a bajar y volveremos a subir repetidamente para, al cabo, arribar a una altiplanicie que nos conducirá en línea recta hasta el  crucero de Santo Toribio desde el cual tendremos una magnífica vista sobre San Justo de la Vega y en cuyo lugar podremos descansar en unos bancos y mesas a tal efecto. Al fondo ya divisamos Astorga y reluciendo como una gema, de un blanco impoluto, el monte sagrado de los astures, la mayor elevación de los Montes de León: el Teleno que, con sus 2.188 metros nos habrá de acompañar y vigilar durante las próximas etapas. Antes, habremos atravesado bosquetes de encinas con elegantes líquenes adornando sus troncos y ramas.

Descendemos por una pronunciada pendiente para llegar a la población que momentos antes veíamos a nuestros pies. Cruzaremos la ciudad y salvando el río Tuerto por su correspondiente pasarela en paralelo con otro puente de piedra, volveremos a encontrarnos al poco con una pista terrosa para, al cabo de no mucho, volver al terreno asfaltado y por las sempiternas urbanizaciones, alcanzar nuestra meta de hoy: la “Astúrica Augusta” romana –Astorga-; bellísima ciudad en donde no nos cansaremos de descubrir toda una amplia variedad de joyas arquitectónicas o lugares de una personalidad incuestionable... Catedral de Santa María, Ayuntamiento, murallas, Palacio Episcopal, museos...

Tras recorrer sus múltiples maravillas –mantecados incluidos- volveremos al albergue para descansar plácidamente. Mañana nos espera una nueva jornada con nuevas experiencias y aventuras... 


En Francia, el camino discurre frecuentemente por las propias carreteras aunque en algunas ocasiones, podemos caminar por agradables sendas alejadas del bullicio rodado. En aquellos tramos por el asfalto, siempre que podamos debemos transitar por el arcén “terroso” o mullido con verdes hierbas ya que, aunque no lo notemos en un principio, las rodillas sufren mucho si caminamos durante horas por el duro asfalto. Aunque no lo parezca, la tierra proporciona un piso mucho menos agresivo que la carretera. Nuestras articulaciones nos lo agradecerán.
SAINT-SEVER – HAGETMAU (Francia -Vía de Vézelay-)  25.01.11


 Vigésima segunda etapa
 (primera parte)



Nos despedimos de Astorga que tan bien nos ha acogido para adentramos en La Maragatería, tierra de los misteriosos Amacos y del Mars Tileno romano, descubriendo todo un mundo que parece, en algunos aspectos, anclado en el pasado. Recias y contundentes casas de piedra con sus bellos portalones de doble hoja y dintel abovedado nos mirarán de reojo cuando pasemos por sus calles.
         Saldremos satisfechos de comenzar una nueva jornada, una jornada que altera la esencia de nuestro ambular en los últimos doscientos kilómetros. Ya quedan atrás los páramos castellano-leoneses, sus soledades, su ausencia de arbolado, su cielo omnipresente, su diáfana claridad, para irnos adentrando, poco a poco en una nuevo paisaje de “alta montaña” ya que, emociona pensar en ello, comenzamos la subida hacia la mayor de las altitudes del Camino Francés: la zona de la “Cruz de Ferro”.

El primer pueblo que nos encontramos, tras atravesar por su correspondiente puente el río Jerga, es Murias de Rechivaldo. Nos detendremos para observar, sobre el dintel de la puerta de su iglesia, una talla de la Virgen del Pilar así como una representación de San Roque Peregrino (aunque lo fuera de Roma y no de Compostela) La Virgen del Pilar, no lo olvidemos, se entronca con la tradición jacobea al haberse aparecido a Santiago Apóstol en las lejanas tierras del Ebro, allá por la Caesaraugusta (lejanas desde Murias de Rechivaldo, claro) para darle ánimos pues no tenía mucho éxito que digamos en su labor apostólica.
Tras Murias de Rechivaldo, por pista y vigilados por la omnipresente figura del poderoso Teleno (acompañándonos tozudamente en la lejanía, siempre a nuestra izquierda) caminaremos por una longa recta que nos acercará a otro de los preciosos lugares maragatos: Santa Catalina de Somoza; población de pétreas casas en amistosa connivencia con la madera, en cuyas calles parece haberse detenido el tiempo, y en cuya iglesia parroquial se conserva celosamente una reliquia de San Blas, patrono de este pueblo.


Al peregrino se le informa, como ya decimos en otros lugares de esta obra, de muy diferentes maneras. Unas veces con señales “oficiales” que resulta que no existen en el catálogo oficial de señales de circulación (por lo que son claramente ilegales aunque, eso sí, de gran utilidad), otras con la ya archiconocida flecha amarilla y otras, sin agotar la casuística, de manera un tanto informal e impresas en soportes de lo más variado. En ocasiones, como en esta fotografía, se indica la distancia que nos queda para llegar a la tumba del Apóstol.
PONFERRADA – CACABELOS  16.02.07


Debemos destacar que en todo este tramo, con una relativamente escasa presencia de arbolado en ciertas zonas (al menos de gran porte) durante los días en los cuales el viento decide hacer un poco de ejercicio para entrar en calor, los peregrinos, para avanzar e ir minimizando el azote que supone en sus rostros las frescas ráfagas de una sensación térmica muy inferior a la real, suelen ir (al igual que hacen los ciclistas en las carreras) en “fila india” para que los de detrás queden protegidos por los de delante. Normalmente, a lo largo del recorrido, los que van en cabeza del “pelotón” (símil ciclista) se alternan cada cierto tiempo. En el camino ya habremos aprendido, sobradamente, a ayudarnos unos a otros.

Una cómoda hora nos separa de El Ganso, a donde llegaremos y veremos las famosas “casas teitadas” que presentan una techumbre formada por pajas de centeno. Ya vamos encontrándonos con indicios del pasado celta de la región por la que vamos avanzando.

Desde El Ganso a Rabanal del Camino pasaremos por frondosos pinares (aunque nosotros no entraremos de manera significativa pues el sendero discurre al lado de la carretera) Subiremos por un rebollar encontrándonos nuevamente con una malla metálica que sirve de lienzo para que todos dejemos ahí una pequeña –o no tanto- cruz de madera en una espontánea manifestación religiosa o artística.
Junto a la carretera, poco antes de llegar a Rabanal, avistaremos y alcanzaremos un inmenso roble llamado “el roble del peregrino”. Descansaremos en su generosa sombra protectora y reanudaremos la marcha hasta la cercana Rabanal del Camino la cual nos abrirá las puertas de un nuevo tramo montañoso... ¡El techo del Camino Francés!
         

En ocasiones, en el mencionado valle del Oribio, parece que estemos a miles de kilómetros... en lugares que jamás soñamos poder hollar. Qué duda cabe que el peregrino de a pie, inmerso en una pródiga naturaleza que propicia un íntimo y sutil contacto con ella, se despega del “jolgorio” visual turístico. El jacobita aprende a ir y sentir mucho más allá; porque el verdadero peregrino, a estas alturas ya de tanto recorrer y sentir, se mimetiza con su entorno y ya forma parte integrante del propio paisaje que le rodea.
SAMOS – SARRIA 27.02.06


Se hace notar al amable lector que la descripción de los siguientes kilómetros pertenecen a lo que hemos dado en llamar “etapas de altura o de montaña” por lo que la última parte de la presente jornada y la primera parte de la jornada que sigue, se pueden consultar en el citado apartado de “zonas montañosas”


Vigésima tercera etapa
 (segunda parte)



Contentos por haber salvado satisfactoriamente el techo del Camino Francés, bajaremos por pendiente pronunciada hasta El Acebo; bajaremos para entrar en una nueva comarca: El Bierzo, que nos recibirá con toda la generosidad que lo caracteriza presentándonos y acompañándonos entre una vegetación compuesta fundamentalmente por piornos y pastos. El Acebo, primer pueblo del Camino en la hoya berciana, nos acoge y da la bienvenida. Podemos tomar un bien merecido bocadillo o una frugal comida para, a continuación, seguir descendiendo hasta llegar a nuestra meta de hoy: Ponferrada.
Nos fijaremos en el cambio que la arquitectura presenta con respecto a lo que nos hemos venido encontrando hasta ahora... Ya, los tejados de pizarra, la piedra y la madera son protagonistas absolutos. Su larga calle principal resulta espectacular.
Según salimos de El Acebo, veremos una artística composición que lamentablemente es por la memoria de un peregrino alemán que falleció realizando la experiencia jacobea. La carretera nos acompañará durante algún tiempo más para, acto seguido, seguir por senda paralela hasta llegar a Riego de Ambrós; población que, en consonancia con la que acabamos de dejar atrás, presenta unas características constructivas de bella imagen. 


Un simple reflejo en las aguas nos hace pensar en la verdad del Camino. ¿Qué es lo real? Estamos inmersos en una sociedad que lo simplifica todo para que los ciudadanos tengan que pensar cada vez menos y, así, ser más manejables, más manipulables. Afortunadamente, todo aquel que hace el Camino en su totalidad (al menos, en la totalidad considerada desde Roncesvalles) llega a darse cuenta de lo “teledirigido” que está en esta sociedad consumista con una fortísima carga de edonismo. Ello nos hará pensar y comenzar a ver que, tal vez, nuestros reflejos sean más verdaderos que nuestra propia figura.
VILLAFRANCA DEL BIERZO – TRABADELO (por variante)  18.02.07

El cobijo y abrazo de los castaños nos acompañará algún tiempo para devenir al rato en un pronunciado descenso que nos aproximará al río Meruelo en donde un puente de bella estampa nos dirigirá al centro de Molinaseca. Es de destacar el santuario que encontraremos a la entrada de la ciudad el cual, totalmente unido a las paredes del monte que se encuentra a su espalda, tiene protegidas sus puertas con planchas de férreo metal ya que los peregrinos, en “piadosa costumbre” gustaban de llevarse la puerta a trozos al arrancar astillas de la misma y llevarlas con ellos en recuerdo de su paso por esta bonita población.
Al salir de esta pequeña urbe procuraremos no despistarnos pues en alguna ocasión podremos comprobar que la señalización no está todo lo visible que sería de desear. Continuaremos andando y tras algo más de una hora (o algo menos, depende de nuestro paso) llegaremos al pueblo aledaño de Campo con su encina milenaria de más de cinco metros de perímetro en su tronco y unos catorce metros de altura... Y desde esta población comenzaremos a caminar entre edificaciones hasta que lleguemos al término de nuestra etapa... Entraremos en Ponferrada y seguiremos las indicaciones que nos guíen hasta nuestro lugar de descanso y tertulia por esta jornada.
                     
Ciertamente, ya hemos terminado nuestra andadura de hoy; ya los kilómetros se van desgranando y nos acercamos –dentro de poco- a la postrer Comunidad que debemos pisar: Galicia; pero, de momento, nos instalaremos en el acogedor y bien acondicionado albergue de Ponferrada que cuenta con una ermita propia que nos sorprenderá y con un inmenso tótem –obra de unos peregrinos- que ahora, en el invierno, encontraremos envuelto y protegido ante las inclemencias propias de la estación en la que nos encontramos. 
Disfrutemos de la estancia. 


Nuevamente, el valle del río Oribio nos sorprende a cada paso. No muy lejos de Triacastela, percibimos, en época de crecida, el fuerte estruendo característico de un rápido o una cascada. Al asomarnos al profundo cauce, constataremos la presencia de una importante masa de agua precipitándose sobre las rocas. Merece la pena bajar y contemplarlo.
TRIACASTELA - SAMOS 24.02.07


Vigésima cuarta etapa 



Pasaremos por delante de la imponente figura del castillo de esta ciudad –muy bien conservado aunque sea a base de restauraciones- y nos dirigiremos hacia la plaza de la Virgen de la Encina. Ni que decir tiene que ya habremos visitado este templo así como el magnífico marco de calles en el que está enclavado, como la llamada del reloj, con su Antigua Real Cárcel, o la calle Jardines... y tantas otras. Cruzaremos el río Sil y seguiremos fielmente las queridas e inolvidables flechas amarillas.
La primera población a la que llegaremos será Columbrianos, de recio abolengo pues se tiene noticias de su existencia nada menos que desde los lejanos tiempos del siglo X; siendo anterior a la misma Ponferrada... Sus casas solariegas nos hablan de un pasado esplendoroso. Dejaremos estas calles para, a unos tres cuartos de hora, llegar a Fuentes Nuevas y encontrarnos con uno de tantos cruceros que iremos viendo según vayamos consumiendo kilómetros. Los cruceros, esas cruces de piedra que jalonan las encrucijadas o cualesquiera otros lugares apropiados; los cruceros esas manifestaciones de carácter simbólico-sagrado relacionadas con un sentido protector. La base, la vara y la cruz son los elementos constituyentes de una manifestación que tiene más de diez mil ejemplos en toda Galicia. Cuando lleguemos a Melide, podremos admirar el que se considera el más antiguo de toda la Comunidad Gallega. Oraciones hechas piedra, su presencia nos infundirá fuerza y ánimo. 
Una vez dejado atrás lo que llamaremos en la región gallega “cruceiros”, sólo tenemos que andar un poco para salir de esta población y dirigirnos sin mayor demora hasta Camponaraya que, como veremos “in situ”, nos podremos proveer de alguna que otra vianda o tomar un pequeño descanso en algún bar o cafetería. Al ir a salir de esta ciudad, si pasáramos cerca de la Casa Consistorial, es posible que nos fijemos en la bandera de esta localidad... Nos llamará la atención que, formada por tres franjas longitudinales (primera y tercera, azules) la franja central –separada por dos líneas blancas- tenga, sobre fondo rojo, dibujadas cinco vieiras... ¡No cabe mayor vinculación con el Camino!


“Su majestad los montes de Oca”. La magnificencia de este lugar es indudable. Una enorme masa boscosa nos va a acompañar durante doce kilómetros… ¡Doce kilómetros inmersos en esta mítica espesura! Esos doce kilómetros se traducen en unas tres horas de caminar, pues hemos de saber que la media que hace el peregrino (salvo las excepciones de “los correcaminos”  o de aquellos que tengan problemas como ampollas, etc.) es de unos cuatro kilómetros por hora. Esa es la referencia que se debe marcar: cuatro kilómetros por hora. Pero volviendo a nuestra fotografía, decir que este bosque ya está referenciado en los más antiguos testimonios del camino jacobeo siendo antaño un lugar peligroso mientras que en la actualidad es un tranquilo, agradable y ensoñador paseo.
VILLAFRANCA MONTES DE OCA – AGÉS  15.01.07

Cruzar Camponaraya supone unos veinte minutos dada la longitud del recorrido urbano a realizar. Los viñedos, ahora desnudos, acompañarán nuestra vista “extramuros”. A continuación, en una hora y media aproximadamente –con algún arduo repecho- podremos entrar en Cacabelos en donde observaremos que “Prada a tope” está muy frecuentemente significado. Debemos saber que si nos acercamos a la tienda central de estos productos (sólo hay que preguntar) se invita al peregrino, con la mera presentación de la credencial, a un vaso de vino y a un trozo de empanada. El autor, dada su condición de abstemio, sólo pudo disfrutar de la empanada; pero a fe que estaba muy sabrosa. En esta población había, hasta hace pocos años, un albergue o, mejor dicho, unas habitaciones que el Ayuntamiento habilitaba para que los peregrinos de invierno pudieran pernoctar. Dicho albergue invernal era, ciertamente, espartano; pero, como se insiste continuamente, el peregrino sólo debe agradecer lo que le ofrezcan (de corazón y siempre convencido) Los ligeros “inconvenientes” que podamos encontrar son parte misma de la apasionante aventura invernal. Sin ellos, perdería su “sal”, su verdadero y genuino sabor. Veamos siempre el lado positivo de todo... que, verdaderamente, lo tiene.
Es de lamentar que derruyeran las casas pues, la verdad sea dicha, hacían su avío (no obstante, hay noticias de que próximamente se abrirá un alojamiento alternativo para el invierno. Esperemos que así sea. 


Las viviendas tradicionales se fusionan con su entorno de tal manera que pasan a formar parte integrante de él sin ningún tipo de estridencias. Piedra, madera y teja conforman unos elementos constructivos tradicionales de estas zonas. Lamentablemente, el estado de conservación, en muchos casos, deja bastante que desear. 
LEBOREIRO - MELIDE   03.03.07

Continuaremos hasta la importante población de Villafranca del Bierzo no sin antes subir y bajar en alguna que otra ocasión y, así, ir “haciendo piernas” contra las subidas que nos aguardan para entrar en la ya no lejana Galicia. Al entrar en Villafranca del Bierzo encontraremos un templo románico de singular significación en el Camino... pero eso lo veremos en el apartado “De las ermitas a las catedrales”. Seguiremos nuestro trayecto y en una hora más llegaremos a nuestro fin de etapa de hoy: Pereje. Para ello, nada más dejar Villafranca (perdón por abreviar) nos encontramos con un río que habrá de acompañarnos en las próximas etapas: el río Valcarce. Lo acompañaremos por el arcén de la antigua N-VI que nos encajona muy en consonancia con el propio nombre del río y con la estrecha angostura (aunque sea redundante, es cierto) del valle que iremos recorriendo. Magníficos ejemplares de castaños nos brindarán su generosa sombra hasta que lleguemos en un abrir y cerrar de ojos a Pereje. Precisamente, según nos vamos aproximando a esta aldea, debemos saber que estamos entrando en la zona de influencia de dos grandes y bellas sierras: los Ancares y la del Caurel.  En su albergue pernoctaremos para enfrentarnos al día siguiente a un formidable desafío: el ascenso a la puerta de Galicia: “O Cebreiro”.
Descansemos hoy en esta pequeña localidad y repongamos fuerzas... las necesitaremos mañana.


Se comenta, en otra de las fotografías de este blog, que el autor fue aconsejado para que recorriera un camino que habría de librarle del “tedio y monotonía” de ir por un andadero habilitado al lado de lo que antiguamente fuera la N-VI y que ahora tiene mucha menos circulación por haberse construido una autovía –con impresionantes viaductos- en paralelo aunque algo alejada. Por ello, por probar cómo los antiguos peregrinos abandonaban el valle y se adentraban por caminos paralelos para evitar los controles (tanto de carácter económico como de carácter penal) y así llegar aunque fuera dando un rodeo. Cuando llegamos a la desviación recomendada, encontramos este cartel que, desde luego, no anima demasiado.
VILLAFRANCA DEL BIERZO – TRABADELO (por variante)  18.02.07


Vigésima quinta etapa
(primera parte) 



Saldremos de Pereje y retornaremos al andadero anexo a la antigua N-VI ya que la moderna autovía A-6 discurre por encima de nosotros en muchas ocasiones, mediante espectaculares viaductos. Bien, seguiremos caminando, como decíamos, hasta llegar, acompañados por los ya familiares castaños, a Trabadelo. Acabamos de subir 36 metros.
Por un rato nos apartan del andadero y nos encaminamos posteriormente otra vez a él hasta llegar a La Portela de Valcarce. En este caso, casi podemos decir que hemos estado llaneando; ya que hemos subido sólo 2 metros en la última hora recorrida.
Ya va quedando atrás La Portela (perdón por abreviar) para coger el desvío que nos dirige a la población de Ambasmestas en la confluencia de los ríos Valcarce y Balboa. Curiosamente, tal vez alguien nos diga que, desde aquí, el Camino suele denominarse “Camino del Perdón”... Ya estaremos 25 metros más arriba que hace un kilómetro aproximadamente.
Una vez en Ambasmestas, nos dirigiremos a Vega de Valcarce para, a continuación, llegar a Ruitelán (hasta aquí, 68 metros más altos en los cuatro kilómetros recorridos) Ya empezamos a notar la pendiente, aunque ésta no es todavía de consideración. Vayamos atentos porque un poco más arriba encontraremos la desviación que nos hace bajar algo hacia Las Herrerías; ciudad que, ahora sí, marca el comienzo verdadero de la subida. Hemos ascendido otros 18 metros y eso significa que nos encontramos a unos 682 metros de altitud.


Abandonando ya el monte bajo para adentrarnos en los maravillosos parajes montuosos, a veces nos topamos con algún tramo en el cual ha caído un árbol o se han desprendido arbustos. Con paciencia y sin ponernos de mal humor –todo ello es inherente a la “magia” de esta estación del año- trataremos de atravesarlo apartando ramas o quebrando estas.
HERRERÍAS – LA FABA  20.02.07

Atravesaremos este pueblo y, al salir de él, es cuando comenzaremos a comprobar cómo la pendiente (ascendente) nos “amenaza”. Tenemos las montañas ante nosotros... desafiantes, orgullosas, casi inaccesibles (eso nos podría parecer) Tragaremos saliva y decidiremos qué hacer... Porque aquí, en Ruitelán, debemos tomar una importante decisión: montaña arriba, “a las bravas” o seguir por la carretera hasta Piedrafita... ¿Qué hacer?... Todo dependerá del estado de la muy posible nieve, de nuestras fuerzas, preparación y de las previsiones meteorológicas del día. Tengamos muy presente todas estas variables. Si estuviéramos muy cansados o nuestra experiencia en la alta montaña no fuera adecuada, o supiéramos (por las informaciones de los habitantes del lugar) que hay más nieve “de lo normal” o si las previsiones meteorológicas indicaran que se esperan nieblas o tormentas de nieve, no debemos dudar en cuál sea el camino a seguir: la carretera hasta Piedrafita para, desde allí, encaminarnos hasta El Cebrero (“O Cebreiro” en gallego y forma en la cual lo referenciaremos) sin mayores complicaciones.
Sin embargo, si el invernal peregrino, en medio de su arrojo y determinación, estuviera con un cansancio “llevadero”, si el día tuviera una visibilidad suficiente, si no hubiera amenaza de nevadas y, el espesor de la nieve fuera moderado o escaso y si las previsiones meteorológicas fueran favorables, podremos intentar la subida –como decíamos anteriormente- “a las bravas”. 


Estamos en La Faba. La Faba: una aldea singular con personas singulares. Aquí se han instalado comunas con filosofías y modos de vida al estilo “hippie”, que ponen una nota distintiva en este lugar. Algunos de ellos tienen un cartel poniendo que no se hagan fotos (?) así que sólo pudimos sacar esta imagen pues era la única que no tenía tal exigencia. Estamos a 921 metros de altitud. Pronto estaremos en “las alturas” del Cebreiro.
TRABADELO – EL CEBREIRO  20.02.07


No obstante lo anterior, en caso de que las condiciones no fueran favorables, el peregrino deberá basar su prudente decisión en su experiencia. Sólo si se tuvieran sólidos conocimientos de la alta montaña y sólo si poseyéramos amplio historial en el agreste mundo de las alturas, podremos aventurarnos pues seremos conscientes de no encontrar nada peor a lo que ya nos hayamos enfrentado con anterioridad en incursiones por deíficas cumbres. Seamos, pues, ante todo, muy prudentes. Nadie desea que esta jornada se convierta en un suplicio de imprevisibles consecuencias... O monte arriba hasta “el” Cebreiro o por la carretera hasta el mismo lugar, pero pasando por Piedrafita.
En los mapas que el amable lector (y esperamos que futuro peregrino de invierno) encontrará al final de esta obra, pueden consultarse con detalle ambas alternativas.

Bien, supongamos que hay poca nieve, que tenemos un día de un azul profundo, que estamos algo cansados pero que nuestras fuerzas son todavía suficientes y hemos visto, al desayunar en la cafetería, que el tiempo es estable y no se esperan cambios en las próximas horas... pues tenemos todos los ingredientes para disfrutar de unos paisajes maravillosos y de una experiencia emocionante al encontrarnos con el mojón que marca el linde entre las comunidades de Castilla y León y de Galicia; además de haber sido capaces de enfrentarnos con todo un reto.
Si esta fuera nuestra alternativa, saldremos de Las Herrerías y... ¡hala, ya empezamos!... la subida comienza a hacerse cada vez más dura. Tendremos que atemperar nuestro paso si queremos llegar “enteros” hasta el final. Nuevamente debemos extremar nuestra atención pues hay que tomar una desviación a la izquierda que nos conducirá directamente hasta el pueblo de La Faba. En este tramo de cuatro kilómetros, ya estaremos 239 metros más arriba. Los robles y los castaños nos habrán acompañado  hasta aquí. 


En las postrimerías de la Gascuña gala, a caballo entre las Landas y los Pirineos Atlánticos, el ondulado paisaje comienza a anunciarnos que estamos acercándonos a la formidable cordillera levantada por el mismísimo Hércules a la muerte de la diosa Pyrene. Pronto llegaremos a Ostabat y, allí, estudiaremos la mejor manera de poder atravesar tan grandiosas elevaciones: por la Ruta de Napoleón o por Valcarlos.  
BEYRIES  -  ORTHEZ (Francia)  18.12.06

Atravesaremos el pequeño pueblo de La Faba y en seguida saldremos a monte abierto con profusión de impresionantes paisajes. Caminaremos por terreno cubierto de nieve (aunque algunos años casi no hay) y, siempre subiendo, llegaremos al último pueblo de Castilla y León: La Laguna de Castilla. La salida de esta pequeña población nos sitúa por encima de los 1.200 metros –habiendo subido en dos kilómetros nada más y nada menos que 119 metros por lo que estamos a 1.040 metros de altitud- Por ello, porque al cabo de rebasar este último pueblo alcanzamos los 1.200 metros como decimos, es por lo que su descripción corresponde al capítulo de “zonas montañosas”. No obstante lo anterior, hay observaciones complementarias para el tramo comprendido entre La Faba y La Laguna de Castilla en el citado capítulo.
¡Ánimo, valientes!... Ya casi hemos llegado a lo alto.

Si hubiéramos continuado por la carretera en sensata decisión, desde algo más arriba de Ruitelán en donde está la desviación hacia Las Herrerías, que no debemos tomar, seguiremos por la antigua N-VI -señalizada como N006A- y desde allí continuaremos por el mismo asfalto para, veinte minutos después, llegar a la población de Las Lamas en cuyo lugar acabaremos de rebasar los 1.000 metros de altitud. Desde aquí, la carretera nos conducirá directamente, cuatro kilómetros más arriba, hasta El Castro en donde podremos descansar, aunque sea al abrigo de sus casas. 


Curiosos espantapájaros que nos encontramos a la vera del camino. Es posible que si comentamos con alguien sobre los espantapájaros, tal vez nos diga que estos ahuyentadores de aves se remontan hasta los oscuros tiempos de la Edad Media aunque no es hasta tiempos mucho más recientes que se adaptara a la específica función que tienen hoy en día. La fantasía que caracteriza a algunos de estos “espantadores” contrasta con la “sosería” de otros modernos métodos entre los cuales podríamos citar unos que funcionan con una bombona de gas butano o propano y que hacen sonar a intervalos regulares una estridente bocina que semeja el disparo de una escopeta. Con esto, las aves se mantienen alejadas (…pero se pierde la poesía de los objetos…).
HOSPITAL DE LA CRUZ – PALAS DE REY  02.03.07

Una vez descansados (o menos cansados) seguiremos subiendo en ascenso llevadero, hasta encontrarnos, unos cuatro kilómetros más allá, con la linde gallega... Celebraremos tan singular acontecimiento con el lógico gozo de haber sido capaces de alcanzar el borde que nos da acceso a la Gallaecia romana y antes celta... ¡Ya tenemos a Santiago de Compostela muy cerca! En seguida llegamos a “Piedrafita do Cebreiro” (Piedrafita del Cebreiro –según el topónimo gallego-) en donde podremos hacer una parada casi diríamos que “obligada”. Los 1.200 metros de altitud los alcanzaremos en el tramo comprendido entre Piedrafita y el final de nuestra etapa de hoy.
Algo menos de cinco kilómetros después, entraremos en el mítico Cebreiro a la respetable altitud de casi 1.300 metros. Ya hemos terminado las grandes subidas. Disfrutemos en esta aldea que, con la nieve recién caída o la de hace varios días, adquiere un aspecto absolutamente irreal. Ahora sí que nos parecerá estar en “otro mundo” o, al menos, en otra época; en una época de hace cientos y cientos de años atrás. 


En las zonas boscosas y de monte bajo, no es raro encontrar algunos terrenos pantanosos que se salvan mediante los correspondientes senderos adecuadamente habilitados. Bueno, a veces, es necesario prestar un poco de atención para ver en dónde ponemos los pies o, si las circunstancias lo aconsejaran, dar un pequeño rodeo (cuestión ésta que, por otra parte, también se da en otras estaciones después de un aguacero). 
CASANOVA - LEBOREIRO  03.03.07


Vigésima sexta etapa
 (segunda parte)



La primera parte de esta etapa corresponde al capítulo de “zonas montañosas” por desarrollarse  en altitudes superiores a los 1.200 metros. No será hasta Viduedo (Lamas do Biduedo) que nos encontremos por debajo de esa cota. Por cierto, viniendo de Fonfría, al llegar a la desviación que conduce a “O Biduedo” (Viduedo) deberemos decidir si caminamos por el “desvío” de la derecha o si, por el contrario seguimos de frente. El Camino como tal, sigue por la derecha; pero debemos tener muy en cuenta que, una vez pasado O Biduedo tenemos un largo tramo “campo a través” –por los correspondientes caminos, claro- por lo que si hubiera nevado en gran cantidad, debemos hacernos las mismas reflexiones que al subir al Cebreiro. Cierto es que ahora ya no estamos en las “altas alturas” (perdón por la construcción) pero tampoco es menos cierto que nos enfrentamos a un recorrido de casi siete kilómetros con, eso sí, las preciosas vistas de los montes Caldeirón y Oribio (Ouribio) pero en terreno descubierto sin poblaciones importantes intermedias (sólo alguna que otra pequeña aldea como Filloval, Pasantes y Ramil –en donde nos sorprenderá un centenario castaño de fantasiosas formas-) y teniendo un descenso de unos 525 metros. La dificultad no es la misma que al subir al Cebreiro) pero sigue existiendo un claro y evidente riesgo. Decidamos en consecuencia.
        
En esta bifurcación, los ciclistas deberán continuar por la derecha (está indicado como se puede comprobar) y los peregrinos deberán ir por la izquierda (podemos ver el correspondiente dibujo que así lo indica). Ya nos dirigimos con toda determinación, hacia La Faba para llegar a nuestra meta de hoy: El Cebreiro; un final de etapa que nos producirá una especial emoción pues supone la entrada en la Comunidad Autónoma de Galicia; supone la entrada en las tierras del Apóstol. Cuando lleguemos al mojón que nos marca el lugar exacto de esta “frontera” entre la Comunidad de Autónoma de Castilla y León con la Comunidad Autónoma, como hemos dicho, de Galicia sentiremos que ya nada ni nadie podrá detenernos.
TRABADELO – EL CEBREIRO  20.02.07

Triacastela, la “Triacastellus” del “Codex Calixtinus”, es una población con todos los servicios en la cual podremos descansar cumplidamente.
En el mismo Triacastela, inmediatamente antes de salir, podemos ver dos indicaciones: una dirige por Samos y la otra lo hace por “San Xil” (San Gil) En esta obra se manifiestan algunas consideraciones al respecto, por lo que no seremos reiterativos. Se ha escogido la opción de Samos por las razones que se explican en el capítulo “Da las ermitas a las catedrales”... pues podríamos decir que perder la visita a Samos es mucho perder...

Una vez decididos, nos internaremos por los frondosos bosques que abundan en este valle. Hasta algo más allá de Liñares iremos por el arcén de la carretera (algo menos de una hora) y en sus cortados, con formaciones vegetales que se agarran desesperadamente en su verticalidad, podremos contemplar múltiples chorreras que forman cortinas y estrechas corrientes de agua casi en cascada. Por otro lado, hasta que lleguemos a Sarria no volveremos a ver los mojones que, cada 500 metros, nos van marcando la distancia a la que se encuentra todavía Compostela. Sin embargo, nuestra queridas flechas amarillas (las echaremos de menos cuando volvamos a nuestros lugares de origen) sí estarán presentes en todo el recorrido. Aquí existe un pequeño “lío” con el nombre del río, ya que unos lo llaman río Sarria y otros río Oribio (Ouribio) por nacer en las faldas del monte así llamado; aunque, al parecer, y según podemos deducir de nuestras conversaciones con unos y con otros, el río en cuestión se llama Ouribio desde su nacimiento hasta algún lugar entre Samos y Sarria; y a partir de aquí, ya se llama río Sarria... aunque no todos coinciden en esta apreciación. 


En la aldea de Ramil, casi entrando ya en Triacastela, nos sorprende un castaño centenario que forma una bellísima estampa con el recortado de las recias casas de piedra, con esa tinaja de barro cocido que parece estar descansando desde las romanas épocas de la Gallaecia… Y ese ambiente brumoso con el orballo como protagonista inseparable. Ramil, aldea de bellos rincones a la que habremos llegado a través de frondosas corredoiras en magnífica naturaleza. Alguien de esta diminuta aldea –tal vez su único vecino- nos aseguró que este castaño tiene unos once metros de perímetro en la base y que tiene unos mil seiscientos años de vida (bueno, creemos que exagera “un poco”). El Camino es pura sorpresa.
EL CEBREIRO - TRIACASTELA  22.02.07


Sea el nombre que fuere, seguiremos el curso de este río unas veces más lejos, otras más cerca- y nos deleitaremos con sus abundantes aguas que incluso llegan a formar un espectacular salto de agua que nos sorprenderá por la violencia de sus aguas mientras, en la orilla frente a la nuestra, otra pequeña cascada vierte sus aguas a la corriente principal… porque, ciertamente, las aguas se enseñorean de este lugar creando espacios naturales de gran belleza; por lo que podremos ver cómo se remansa el río formando espejos de una transparencia envidiable en donde las plantas subacuáticas son perfectamente visibles como si de un jardín se tratara. En esos pequeños pueblos o, más bien, aldeas, las casas encaladas o de piedra, pero con su tejado de pizarra, serán protagonistas absolutas. Seguiremos caminando entre desnudos árboles de retorcidos troncos que forman figuras de tal factura que parecieran bosquejos para alguna película de ciencia-ficción o de pura fantasía. Por supuesto, como no podría ser de otra manera en estos parajes, las vacas –las famosas rubias gallegas- nos saldrán al paso en más de una ocasión o girarán su cabeza para, curiosas, observar nuestro caminar.  También, si tenemos suerte y estuviera en esos momentos funcionando, podremos visitar un auténtico molino con sus enormes piedras para moler el cereal; pues al menos hay uno que está a pie de camino y que funciona todavía a estas alturas. 


El río Oribio, al cual encontraremos identificado con este nombre o con el de Sarria, conforma un ubérrimo valle de abundante vegetación. Las chorreras aparecen en cada rincón con su suave rumorosidad. Por este lugar, antaño, los jacobitas, que no entendían de itinerarios rectos, tras visitar las reliquias del monasterio y ser atendidos, continuaban su peregrinación. Otros optarán por ir por en valle de San Xil. Cada cual debe hacer el Camino según sus preferencias sin presiones ni intereses espurios.
SAMOS – SARRIA 27.02.06

Caminando, caminando, llegaremos a “San Cristovo do Real” (San Cristóbal del Real) cuya parroquia ya aparece en documentos del siglo XII. Desde aquí, proseguiremos  hasta Renche para seguir por un camino ondulante que nos llevará hasta el siguiente pueblo: “San Martiño do Real” (San Martín del Real) Al dejar atrás este pueblo, el camino se dirige ya decididamente hasta Samos; hasta el monasterio más antiguo de Galicia y uno de los más antiguos de toda España pues no en balde, sus orígenes se remontan a algo así como el siglo VI, nada más y nada menos. Cuando vamos caminando por el sendero “de las flechas amarillas” desembocamos, de repente, en un lugar desde el cual, como si en globo aerostático estuviéramos, aparece abajo, casi a nuestros pies, la visión de las cubiertas del monasterio. Esta vista “aérea” es totalmente impactante.

En Samos encontraremos todo tipo de servicios y podremos descansar de un trayecto que nos habrá llenado el alma con sus arrebatadores bosques ladeados por robles, castaños y algunos pinos en medio de los cuales, como sacados de la nada, no nos extrañaría ver todo tipo de legendarios seres en inverosímiles contorsiones; con las cascadas y los rápidos de sus ríos y arroyos que ponen una nota musical al ritmo casi melódico de sus aguas jugueteando con las frondas de los helechos que, curiosos, asoman a sus cristalinas superficies por verse mejor; con las nieves caídas que, al no constituir espesores de consideración (ya estamos relativamente bajos –a 600 metros de altitud media-) siluetean y dan fugaces contornos a lo cotidiano que deviene en su estado más puro; con sus silencios que escucharemos atentamente para empaparnos de esa ausencia de sonidos estridentes en medio de una fantasía musical formada por el viento, las aves y el ritmo acompasado de nuestro bordón marcando los tiempos en el pentagrama de nuestras pisadas... El valle del río Ouribio es pródigo en bondades. Sepamos empaparnos de ellas y no desperdiciar ni un segundo entre Triacastela y el monasterio  benedictino. Momentos como éstos se dan muy pocas veces en la vida.


En esta fotografía vemos cómo el molinero recoge el grano molido que sale por la llamada boquilla o piquera. También podemos ver las grandes tolvas de la parte superior. Por supuesto y como no podría ser menos, todo el interior del molino está recubierto por una fina pero consistente capa de polvillo de harina. Los nombres de las piezas, partes o zonas de un molino de agua son ciertamente curiosos como, por ejemplo, el socaz, el saetín, la carraca, el castillete, los torillos o la azuda, entre otros muchos que podremos saber a poco que preguntemos.
TRIACASTELA – SAMOS  24.02.07

Su amplio albergue y el contacto con sus monjes nos depararán el mejor de los descansos. Su hospitalidad nos hará sentir que hemos elegido el trayecto más sincero y próximo a nuestras inquietudes.



Vigésima séptima etapa


         
Hoy se va a producir otro de esos hechos que van marcando nuestro cotidiano avance... Hoy, terminando ya la etapa, cuando estemos casi a las puertas de Ferreiros, veremos y nos detendremos, con gran emoción y alegría... además de nerviosismo, por qué no decirlo, junto a uno de los mojones más “exclusivos” del Camino: el que marca el kilómetro 100. Casi no nos lo podremos creer... ¡Sólo 100 kilómetros!... ¡Pero si ya estamos llegando!... Algunos habrán empezado en Sarria pues para obtener la “Compostela” es suficiente recorrer dicha distancia a pie. Sin embargo, en esta distancia no se llega a empapar, a embeber de la singularidad de esta peregrinación tan extraordinaria; en esa distancia habremos obtenido una “postal”, una imagen casi turística de lo que es el Camino; una aproximación que seguramente sembrará la semilla para que el deseo de recorrerlo desde la nación gala germine y  sea tan intenso que, sin dudarlo, lo hagamos en la más propicia y próxima oportunidad... 


El Camino ha tenido muchos hitos y uno de ellos ha sido, por supuesto, el celebérrimo kilómetro 100. Cuando nos aproximamos a este mojón, tenemos la certeza de que ya ninguna fuerza será capaz de impedir nuestra llegada a Compostela. Hemos sabido superarnos a nosotros mismos cada día y, a fuerza de voluntad, hemos triunfado sobre los pequeños desánimos que, en algún momento, hayan podido presentarse. Seremos conscientes de que somos capaces de hacer mucho más de lo que creemos: sólo hay que proponérselo... 
BREA – FERREIROS  28.02.06

Las interioridades casi místicas que habremos venido disfrutando hasta aquí ya se van terminando... Ya veremos grandes autocares llenos de peregrinos que desembarcan en Sarria para hacer “sus cien kilómetros”. Ya veremos grupos gremiales numerosos que alborotan y lo llenan todo, allá por donde pasen, con gran algarabía y jolgorio. Ya veremos, en fin, un bullicio al que ya no estábamos acostumbrados cuando, tras atravesar páramos en soledades animadas, salvar níveas cadenas montañosas con gran esfuerzo y mayor ilusión, pernoctar en albergues al calor de una agradecida chimenea viviendo alumbrados recuerdos o sincerándonos con otros que, con motivos similares, recorren la senda en pos de sí mismos, nos íbamos formando otro camino paralelo: un camino interior que, poco a poco, se fue gestando sin apenas notarlo; un camino al unísono de nuestros pensamientos. La vida es un largo camino y nosotros lo estamos recorriendo en búsqueda de un ideal.
Si; ya nos encontramos –sobre todo cuando coincida con el fin de semana- con una especie de bofetada, con un mundo que no es el nuestro aunque sigamos caminando por la misma senda en la que llevamos tantos y tantos kilómetros estampados artísticamente en nuestra credencial, la cual, en definitiva, no es otra cosa que una manifestación desplegada de nuestro corazón, de nuestra fuerza de voluntad... de los deseos de conocernos a nosotros mismos. 


Los ríos Pambre y Furelos bañan una frondosa zona que nos deleitará con sus variopintos colores. Será un pasear agradable, cómodo, en la protección de sus sombreados y con la frescura que todo bosque proporciona. Nuestros queridos amigos –los mojones- incluso se adaptan al entorno y adquieren una pátina de verdor en consonancia con cuánto les rodea. Los líquenes, algunos musgos, la señal inequívoca de la humedad…
PALAS DE REY . MELIDE  03.03.07

Pero es hora de asearnos, recoger el saco, vestirnos, terminar de hacer la mochila, calzarnos adecuadamente y salir para comenzar una nueva etapa... ¡El kilómetro 100 nos espera!

Saldremos de Samos  por la carretera, la cual abandonaremos al rato para continuar por camino rural con el sonido del río (crecido en estas fechas) acompañándonos y transmitiendo mensajes de ánimo en un lenguaje que ya sólo nosotros podremos oír y entender. Alternaremos los caminos y pistas de tierra con tramos asfaltados. Los helechos, los musgos, las enredaderas forman un envoltorio de lujo para esta estación. Por doquier seguiremos viendo las torrenteras y algún que otro molino con sus puertas y ventanas de madera, sus muros de bella piedra y sus tejados de esa pizarra que casi ya es inseparable de este paisaje. Alguna ermita, con su sencilla decoración interior normalmente visible a través de un ventanuco, nos dará excusa para hacer algún pequeño alto o alguna que otra fotografía.  Una serie de minúsculas aldeas nos van saliendo al paso para agradecer nuestra presencia hasta que lleguemos, por citar alguna un poco mayor, a Sivil que, además, es la última población del concejo de Samos. A continuación entraremos dentro del área de influencia de Sarria  a través de la aldea de Perros. Aguiada, a muy poca distancia de Perros, es el lugar donde se junta con el camino que venía a través de San Xil (San Gil) Desde aquí hasta la entrada en Sarria nos queda algo más de una hora y cuarto. Mientras, las ubérrimas praderas herbosas ponen una alfombra aterciopelada a un paisaje de colinas ondulantes que se superponen unas a otras.


En el invierno no desaparece toda forma de vida... Claro es que no podemos encontrar los mismos paisajes al comienzo de la blanca estación que al final, cuando ya la naturaleza se prepara para la inminente llegada de la primavera. Aquí, en tierras galaicas, a unos quince días para la llegada de la estación florida, las setas hacen un generoso acto de presencia. Con sus diferentes formas y colores, siempre nos llamaran poderosamente la atención.
ARZÚA – PEDROUZO  05.03.07

Sarria (ojo: no pronunciar Sarriá) es una ciudad que nos brinda todo tipo de servicios. Aquí podremos descansar un poco y continuar ya que apenas si hemos pasado la mitad del total de la etapa de hoy. Por cierto, que todo hay que decirlo, el Camino pasa por una calle que es totalmente en forma de gran escalera de gruesos peldaños pétreos… Al ver semejante subida nos da un vuelco al corazón; pero, en fin, hay que echarle valor y subir a nuestro ritmo… ¡no nos queda otra!
Saldremos de Sarria, esa ciudad en la que nacieron Gregorio Fernández y Fray Luis de Granada (además de fallecer en ella Alfonso IX yendo de peregrinación a Compostela),  por delante de la muy curiosa “Prisión Preventiva” para llegar a un mirador sobre la ciudad. Poco después caminaremos ante las históricas piedras del Convento de la Magdalena para, a continuación, emprender una cuesta abajo hasta el llamado río Pequeño –que puede aparecer también como río Celeiro- (el río Ouribio o Sarria ya quedó atrás) Una nueva pasarela de madera nos ayudará a atravesar un arroyo sin mayores dificultades. Como es lógico pensar, los ríos discurren por las partes bajas de los terrenos (lo cual es una obviedad) por lo que, si antes hemos tenido que bajar, ahora tendremos que subir una cuesta que, nuevamente, nos obligará a “pausar nuestros andares”. La exuberante vegetación nos arropará y amortiguará los fríos si los hubiere.   


Rústicos puentes, pero recios sin duda, facilitan el paso de los riachuelos. Cuando llueve, unos prefieren la solución de las capas que cubran al peregrino y a su mochila; otros, tienen a bien llevar dos prendas impermeables y, para la mochila, una buena funda. En ambos casos, se podrá acompañar con un paraguas. Cada cual deberá elegir lo que mejor se adapte a su gusto.
MELIDE – RIBADIXO DA BAIXO 04.03.07


Al seguir nuestro desgranar kilómetros, nos iremos encontrando, antes o después, con aldeas perdidas en medio de la vegetación que, francamente, parecen ser parte integrante del propio paisaje, tan mimetizados están con él. Seguiremos atravesando por un paisaje lleno de hojarasca y normalmente con profusión de castañas en el suelo... y así, al rato, saldremos a una carretera que, por su arcén –de la izquierda, no lo olvidemos- nos llevará hasta Barbadelo en cuyo lugar podremos admirar una iglesia de estilo románico dedicada a Santiago. Prácticamente al lado, nos encontraremos con la aldea de Rente. Ya a partir de aquí y hasta Ferreiros, caminaremos mayoritariamente por pista de tierra. En seguida llegaremos a un lugar en el que hay una fuente con la simpática figura de “Pelegrín” que fue la mascota del Jacobeo de 1993 y la del 2004. En el 2010, por aquello de “renovarse o morir”, han creado otra mascota (llamada “Xubi”)  que, al decir de las gentes, no convence a casi nadie. Para mayor confusión, unos empresarios gallegos han lanzado otra mascota (¡un pingüino!) que, tal vez por el frío de su hábitat, viniera bien para el peregrino de invierno... Pero el peregrino de invierno está muy por encima de esas pequeñeces que, en definitiva, son intereses comerciales que nada tienen que ver con el verdadero sentido jacobeo.
En nuestra jornada de hoy seguiremos encontrando bastantes aldeas hasta llegar a Brea. Debemos prepararnos ya que, justo a continuación, descubriremos un mojón absolutamente lleno de pintadas (aunque a veces lo limpian) y con gran cantidad de piedrecitas encima... Sí; ése es... ¡El mojón de los 100 kilómetros! 


¡Qué belleza! Normalmente las señales no se suelen integrar muy bien con su entorno. Siempre destacan y, a veces, ese protagonismo es “chirriante”… Sin embargo, en esta vista, podemos comprobar cómo la señalización se integra perfectamente en su entorno e, incluso, parece que se mimetice con él. La azul portezuela no es disonante, en absoluto, con el mojón y con el resto de la composición. Pronto dejaremos este suave subir para enfrentarnos decididamente con los repechos que nos habrán de llevar hasta la asombrosa aldea de El Cebreiro.
TRABADELO – EL CEBREIRO  20.02.07

Para los más, la foto de rigor... otros llevarán las imágenes en su alma, en su corazón, dentro de su ser y nunca sobre un soporte informático o de papel. El alma, el corazón guardará con mucha mayor fidelidad los detalles que allí se presenten pues en las fotografías veremos fundamentalmente la imagen física de lo allí existente; pero la imagen que guardemos dentro de nosotros mismos llevará, sí, la representación del aspecto físico, pero también llevarán impresas las emociones y los sentimientos que esas imágenes produjeron en nosotros. Muchas veces, las fotografías acaban diluyendo lo esencial en favor de lo accesorio; en nuestros sentimientos, su indeleble impresión conllevará un protagonismo cada vez mayor de lo esencial en detrimento de lo accesorio pues, qué duda cabe, con el tiempo nuestros recuerdos tienden a sublimar cuanto vimos y, por ende, queda cuanto sentimos.
Ya estamos, en exuberante bosque, junto a las puertas de Ferreiros en donde finalizamos la etapa de hoy. Su albergue, pintado en azul como la mayoría –más o menos- de los albergues municipales de Galicia, es acogedor y nos dará una grata bienvenida. Muchos de estos albergues fueron inaugurados por el que fuera presidente de la Junta de Galicia D. Manuel Fraga Iribarne por lo que el autor conoció a un peregrino que siempre que salía de cada uno de ellos, decía: “¡Gracias, don Manuel!” al mismo tiempo que hacía una leve reverencia en señal de respeto... ¡Cosas del Camino! 


El 14 de diciembre de 2006, el autor comenzó su tercera peregrinación en Mont-de-Marsan (“la ciudad de los tres ríos”) en la “Vía de Vézelay”, a mil kilómetros justos de Finisterre. En estas tierras, al poco de salir de la urbe, los bosques alternan con extensas praderas que propician un paisaje amable para un buen comienzo.   
MONT-DE-MARSAN – SAINT-SEVER 
(Francia -Vía de Vézelay)  15.12.06



Vigésima octava etapa



Nos levantaremos temprano y realizaremos por enésima vez todo el ritual que nos acompaña desde hace veintiocho jornadas... A continuación, tras un reparador desayuno, nos pondremos nuestra querida mochila e iniciaremos un nuevo recorrido en pos de nuestra ya muy cercana “meta”... Salimos de Ferreiros bajando hasta un par de aldeas antes de llegar a Rozas. Desde aquí, entre aldeas, robles, castaños, madroños, algunos alcornoques y pinares, con amplios espacios abiertos en nuestro horizonte, seguiremos tras las queridas flechas amarillas para continuar alternando entre los tramos de senderos y el asfalto en algunas ocasiones; así continuaremos, de aldea en aldea hasta llegar a Vilachá desde donde tendremos que descender hasta el puente que atraviesa el embalse de Belesar. Este puente, bastante largo, nos enlaza con Portomarín; ciudad ésta, a orillas del río Miño –el más caudaloso de Galicia- que presenta algunas singularidades monumentales muy curiosas, tal y como conoceremos en el capítulo “Ciudades, pueblos y aldeas”.
Dicen que no debemos pasar de largo sin probar su famosísima tarta almendrada; la cual, delicias culinarias, está riquísima.

Según ascendemos por el valle de Valcarce, nos encontramos con una variedad cromática difícil de creer. Tanto es así que el autor de este blog dudó a la hora de incluir esta fotografía pues no parece real de tan espectacular que resulta. Los tonos y colores se disponen simétricamente dando pábulo a la incredulidad. ¡Qué decir de esos grises propiciados por multitud de líquenes y de los amarronados de unas hojas que se resisten a caer y que, en línea recta, dan paso a unos vivos verdes que son acariciados por las azules aguas del riachuelo el cual separa la otra orilla de lo que deberían ser otros verdes de la misma tonalidad, pero que todavía conserva la escarcha del frescor nocturno con ese baño grisáceo-perlado que, poco a poco, se irá desvaneciendo!
Simplemente, sublime.
TRABADELO – EL CEBREIRO  20.02.07

Desde Portomarín, bajando hasta una pasarela que salva uno de los brazos del embalse, ascenderemos y seguiremos por un cómodo camino entre los ya habituales bosques. Algo de carretera y andadero paralelo nos esperan. Debemos ir observando pues encontraremos de vez en cuando, algunos hórreos de bella construcción. Tras caminar unas dos horas desde Portomarín, llegamos a la población de Gonzar. Volvemos a subir a la salida y nos encontramos en seguida con Castromaior en donde descubriremos una preciosa iglesia románica ¡de finales del XII!
A atemperar el paso toca... Según salimos de Castromaior nos salen al paso con otra subida de las que ponen a prueba nuestras ya veteranas  piernas. Hospital de la Cruz, otra aldea, marca el final de la etapa de hoy. Su albergue nos espera impaciente y agradecido pues son los peregrinos los que le dan sentido y continuidad.


Vigésima novena etapa



Hoy vamos a completar nuestra andadura por tierras lucenses para entrar ya en la provincia de La Coruña (A Coruña, en gallego) última que recorreremos en nuestra singular, sin par y hasta podríamos decir que aventurada experiencia vital.    


Podemos disfrutar de las nieblas rasantes siempre y cuando nos levantemos a temprana hora. Dado que en invierno el sol no calienta mucho, las brumas terrenas permanecen algo más de tiempo prestando ese halo de misterio y embelleciendo el paisaje hasta extremos de increíble belleza. Algunos árboles intentan asomar sus copas para poder ver su entorno pero son sistemáticamente cubiertos una y otra vez. No perdamos la oportunidad de sentirnos transportados en esos momentos.
SAINT-PALAIS – OSTABAT (Francia –Vía de Vézelay-)  20.12.06

Desde Hospital de la Cruz, y durante unas dos horas, más o menos, caminaremos por un arcén de carretera acondicionado. Ventas de Narón está  a tiro de piedra (tan sólo un kilómetro) para, a continuación atravesar la sierra de Ligonde -divisoria entre las cuencas de los ríos Miño y Ulla-. Con el fin de compensar algo las circunstancias, descendemos durante un dilatado tramo para seguirlo haciendo, poco a poco, imperceptiblemente a veces, con alguna subida que otra para “despistar”, hasta los 258 metros de Santiago de Compostela.
Llegaremos al cabo a la aldea de  Lameiros en cuyo lugar, unos doscientos metros más adelante, entre exuberantes robles, “tropezamos” con el famoso “cruceiro” de Lameiros. Además de tener la imagen de Cristo, como suele ser habitual, por la otra cara aparece una sorprendente Virgen de los Dolores. En la base una calavera que si no fuera por su significación, casi diríamos que resulta “simpática” –con perdón y con todo respeto- y una corona de espinas tienen su representación pétrea además de, en otro de sus lados, unas tenazas, un martillo y una escalera representando los elementos utilizados para el descenso de la Cruz. A unos diez minutos de aquí llegaremos a la llamada “fuente del peregrino” que, en un pilón vertical con grifo, podrá saciar nuestra sed. 


El cruceiro de Lameiros, como la inmensa mayoría de los cruceiros tiene en su anverso la representación del Crucificado y, en el reverso, la imagen de la Virgen María. ¿Maternidad o Piedad? Se afirma en casi todas las obras consultadas que la representación de este crucero se refiere a la Natividad; aunque también se podría interpretar que lo allí representado es una Piedad. Que cada cual, en la medida de sus dotes deductivas, saque sus propias conclusiones.
VENTAS DE NARÓN – LIGONDE  10.03.11

En seguida llegamos a Ligonde pasado el cual atravesaremos el río Irixe ascendiendo inmediatamente hasta Airexe; nuestra próxima población. A partir de aquí continuaremos por arcén e iremos viendo pasar, una tras otra, toda una serie de aldeas a cual más pintoresca y “auténtica” –como sería de decir hoy en día- Nuevamente retomamos un camino de tierra y después de algo más de dos horas llegaremos a Palas de Rey (en gallego – “galego”, Palas de Rei) no sin antes haber pasado ante la vista del Monte Sacro, donde se produjo, bajo la intervención de los discípulos del Apóstol, la mansedumbre de los toros bravos que habrían de llevar a feliz término la traslación del cuerpo de Santiago. Casi inmediatamente llegamos a Palas de Rei. Aquí podemos hacer un pequeño descanso, reponer fuerzas con algún suculento bocadillo y continuar con nuevos bríos hacia el final de nuestra etapa al igual que hicieran los peregrinos de antaño, pues en esta ciudad, como en otros lugares significativos de la ruta jacobea, también procuraban agruparse para culminar con éxito su llegada a Compostela.

Bien, supongamos que ya hemos hecho acopio de fuerzas “físicas” -ya que, a buen seguro, los ánimos seguirán incólumes e, incluso, fuertemente acrecentados- para seguir por un camino que cruza varias aldeas en subida y bajada.  A continuación entramos en un sendero que gracias a unas grandes piedras aplanadas a modo de acera, nos salva de mancharnos de barro y nos pasea con toda comodidad por encima de charcos y molestos lodos pues, como podremos apreciar, se trata de una zona pantanosa que normalmente anega el Camino. Seguimos, por frondosos y espectaculares bosques, atravesando, una vez más, una aldea tras otra hasta llegar a Casanova y posteriormente entrar en nuestra última provincia: La Coruña (A Coruña) Hasta aquí habremos visto bastantes hórreos de madera y caminado por senderos inmersos en una exuberante vegetación que harán muy agradable nuestro avance.


El Camino, al ir desgranando sus kilómetros, al entrar en esa psicosis tan especial de sentirnos fuera de los circuitos normales de la vida cotidiana, al ir asimilando todo ese mundo fuertemente singular que nos va calando hasta los mismísimos huesos –como se suele decir- nos solemos abstraer de tal manera que muchas veces, al cruzar una carretera, estamos tan absortos que ya no recordamos que debemos mirar a derecha e izquierda. Por ello, en ocasiones, surgen accidentes que pueden conllevar importantes consecuencias. Así, en algunos cruces nos advierten de manera notoria sobre esa circunstancia.
PONFERRADA – CACABELOS  16.02.07

Al atravesar Leboreiro, con sus recias casas de piedra, veremos un inmenso canasto llamado por estas tierras cabazos o, en gallego, “cabaceiros” que servía o sirve principalmente para conservar el maíz. Saldremos de Leboreiro, por caminos totalmente boscosos, en dirección a Furelos en cuya entrada nos encontraremos con uno de esos polígonos industriales “que tanto gustan al peregrino”. Afortunadamente no es demasiado largo dicho trayecto y atravesando el río Furelos el paisaje es más motivador para nuestros fines y miras.
En estos momentos, tras haber recorrido nuestros veintiocho kilómetros de hoy, satisfechos y contentos por nuestra proximidad a “la ciudad donde el arte se hace piedra”, obtendremos un merecido descanso en el albergue de Melide. Debemos saber que hasta esta ciudad llega parte de los peregrinos que han recorrido el camino Primitivo (el resto termina en Palas de Rei) y que a otra de las ciudades que hoy visitaremos –Arzúa- llegan los que provienen del Camino del Norte, por lo que la afluencia será, incluso, mayor. Pero volviendo a Melide, forzoso es que sepamos que aquí es famoso el pulpo, preparado con exquisito gusto para deleite del paladar; así como también debemos saber que es “de obligado cumplimiento” –entre comillas, que cada cual es muy libre- ver su famoso cruceiro del siglo XIV... Descansemos, acumulemos fuerzas, recreémonos en esta acogedora ciudad y mañana será otro día.


Cuando el peregrino camina por las tierras gallegas tiene la impresión de estar en otros parámetros que le sitúan mentalmente en lugares mucho más lejanos vistos posiblemente en películas y reportajes. Las zonas pantanosas no son ajenas al Camino aunque el peregrino debe saber que en ningún momento (bueno... tal vez en alguna ocasión excepcional) deberá remangarse los pantalones para evitar que queden mojados. Aunque no debemos ignorar que a veces el sendero no presenta las mejores condiciones... ¡Pero esto es parte de la aventura y hasta es conveniente! Sin duda.
CASANOVA – LEBOREIRO  03.03.07



Trigésima etapa



Salimos de Melide por carretera pero al poco tomamos un camino sin asfaltar y empezamos a encontrarnos con los controvertidos eucaliptos que tan extensos bosques forman hoy en día en Galicia... Boente, Castañeda, Ribadiso de Abajo, calle, Salceda, Santa Irene y Rúa nos separan de nuestro final de hoy: Pedrouzo. Ya nos habrán advertido en el albergue o, tal vez, nos hayan comentado en animada charla en algún bar, que los próximos kilómetros “van a ser duros” pues los varios ríos y arroyos que vadearemos propician un subir y bajar cuestas que nos darán una clara medida de hasta qué extremos nos hemos acostumbrado a caminar y hasta qué extremos “estas pequeñeces” ya casi no nos hacen mella.
Los bosques, que antes producían en nosotros un lógico asombro ante su belleza, ahora nos entusiasmarán pues nos adentraremos en lugares en donde parece haberse “retraído” el tiempo y, como lógica proyección del impresionante tamaño de los eucaliptos (no estamos acostumbrados a ver árboles tan altos) nos sentiremos empequeñecidos y nos dará la sensación de estar en alguna selva tropical, tal es su impresionante aspecto. Además, por si lo anterior fuera poco, su aroma... el penetrante y saludable aroma de los eucaliptos hará que respiremos mejor –eso nos parecerá- a pesar de la humedad que ya se empezará a notar de forma considerable por la inminencia de un océano en ciernes. No en balde, el eucalipto combate de forma eficaz las típicas enfermedades invernales -¡algo se nos “pegará”!-   Pero sigamos caminando...


Según podremos comprobar en las estadísticas que se adjuntan al final de la obra, los días de lluvia no suelen ser muchos –más bien pocos- pero, como es lógico pensar, cuando llueve, llueve. Queremos decir que cuando llueve porque esté pasando un frente relativamente importante, preparémonos para el barro y para sortear charcas, riachuelos y demás obstáculos que el peregrino invernal salvará perfectamente pues está hecho de una “pasta” muy diferente al resto de los mortales. Siempre pondremos buena cara y si maldecimos por aquellos de los inconvenientes, estamos seguros de que al poco estaremos satisfechos y sonrientes. Nosotros somos peregrinos, nunca turistas y eso no debemos olvidarlo nunca.
PEDROUZO – LAVACOLLA  06.03.07

Nos encontramos con otra buena colección de aldeas y atravesamos el río Boente; mientras, algunos prados salpican el bosque. Llegamos a Castañeda, lugar en el cual estaban los hornos de cal donde los peregrinos entregaban las pequeñas piedras (se supone que no podrían ser muy grandes) para ayudar en la construcción de la Catedral. Estas piedras eran traídas desde Triacastela (¡casi –por poco- cien kilómetros con las piedras encima!) en piadoso recorrido.
En poco más de tres cuartos de hora llegamos a Ribadiso de Baixo (Ribadiso de Abajo) para arribar, tras otros tres cuartos de hora, a la ciudad de Arzúa; una ciudad en donde se hace una feria del queso y que tiene otros encantos que desvelaremos cumplidamente en los correspondientes capítulos. 


Esta aldea, con sus casas de piedra y lajas de pizarra, conserva un inmenso y espectacular castaño centenario. La impresión que tendremos, la primera vez que lo veamos, será de sorpresa; de una sorpresa rayana en la admiración. El conjunto no deja indiferente a nadie. La arquitectura se integra perfectamente con el gran árbol de colosales dimensiones. Se nos antoja que seis hombres con los brazos extendidos no podrían abarcarlo. Dicen que en esta aldea sólo hay un habitante.
RAMIL  06.03.11

Dos horas por exuberantes, oníricos e impactantes bosques salpicados de praderías ganaderas  nos separan de la siguiente población: Calle, en donde el Camino discurre pasando necesariamente por debajo de un hórreo. Es una curiosa estampa que no nos dejará indiferentes y que marca la diferencia entre éste y otros lugares. De seguida, nos sumergimos otra vez en la más pura naturaleza en la cual, en algunos tramos, los caminos no son precisamente lo más adecuado para caminar ya que el agua, en lugar de buscar los ríos, que para eso están, se dedica a pasearse por el lugar por el cual debemos necesariamente pasa; esto conlleva que tengamos que ir con mucho cuidado buscando continuamente los mejores vados para sortear –sin mojarnos demasiado- el tramo en cuestión. Atravesaremos, tras casi una hora (que, con los caminos embarrados hasta la saciedad, será algo más) el núcleo de Salceda que nos dará paso –hora y media después- a Santa Irene, encontrándonos con un albergue público en donde, si las fuerzas nos fallaran, podríamos pernoctar. Cierto es que este albergue está un tanto aislado y no encontraremos casi nada alrededor, por lo que sería bueno continuar la marcha una hora más hasta Pedrouzo. Por otro lado, también es verdad que el peregrino está más interesado en llegar a Santiago que en otras cuestiones mundanas por lo que, tal vez, fuera buena opción quedar aquí, relajadamente, descansando en cuerpo y mente y preparándonos para el ya inminente desenlace de nuestro ambular. La diferencia entre una y otra opción es de tres kilómetros. Cada cual deberá decidir en función de sus querencias en esos momentos. 


El autor, como ya se ha comentado en algún momento, ha recorrido las dos sendas que conducen a Sarria desde la etapa que termina en Triacastela. Conoce, pues, las particularidades de cada uno. Hay quien afirma que es mejor ir por Samos –como, por ejemplo, el autor- y hay otros que aseguran que es mejor ir por San Xil. No queremos insistir más en ello no vaya a ser que alguien piense que tenemos algún interés espurio en ello. Que cada cual escoja lo que mejor considere. En cuanto a lo transmitido por esta fotografía, sólo decir que tengamos cuidado con las rocas brillantes y, por lo tanto, resbaladizas.
TRIACASTELA – SARRIA (por San Xil)  23.02.07


Si optamos por continuar hasta Pedrouzo, a un kilómetro bajo eucaliptos, prados y arboleda varia, pasaremos por Rúa y media hora más allá, culminamos nuestro emocionado día: ya estamos en la citada población de Pedrouzo en donde encontramos todos los servicios que nos sean necesarios. Mañana... ¡Ah, mañana!... Por una parte estamos emocionados porque ya llegamos a la meta que nos habíamos marcado... Ya culminamos un reto que, a buen seguro, en más de una ocasión dudamos que fuéramos capaces de llevar a feliz término... Ya somos conocedores de que nuestra voluntad es mucho más fuerte de lo que creíamos y que la Vida (con mayúscula) es mucho más que la vida (con minúscula) que creíamos conocer. Sí, estamos emocionados y contentos porque mañana llegamos a Santiago... Sin embargo –siempre hay un “sin embargo”- comenzamos a notar (todavía hoy es una sutil sensación) que quisiéramos seguir caminando y que no terminara esta maravillosa experiencia vital... Pero esto es algo que mañana comprenderemos mucho mejor. Durmamos, descansemos, soñemos con nuestra llegada a la plaza del Obradoiro; soñemos con nuestra entrada en la Catedral... Soñemos con el abrazo al Apóstol...


Magnífica vista de la nave central de la Catedral de Santiago. Esta nave tiene una altura de 22 metros, en bóveda de cañón, y un ancho de 10. Las columnas que sostienen la bóveda son de tipo compuesto, con columnas adosadas; de las cuales las que están justo en la nave central, se elevan hasta alcanzar su correspondiente arco fajón. También podemos admirar en dicha nave su magnífico órgano construido en origen a principios del siglo XVIII.
SANTIAGO DE COMPOSTELA  08.03.07



Trigésima primera etapa



Veinte kilómetros nos separan de nuestro destino (y, tal vez, al utilizar esta palabra, queramos significar su doble acepción de meta, punto de llegada e incluso la de encadenamiento de los sucesos considerados como necesarios y fatal, en su acepción positiva de inevitable) Veinte kilómetros en los que volvemos a sumergirnos en espesos bosques que no quieren abandonarnos pues nos han tomado cariño y desean seguir con nosotros...  Enormes, orgullosos y perfumados eucaliptos o humildes carballos constituyentes de trilogías celtas, de donde cosechaban la sagrada planta del muérdago que utilizaban, entre otros menesteres, para hacerse invisibles...
Bajamos al cauce de alguna corriente de agua y subimos por algún repecho que nos obliga a acompasar nuestra respiración... De pronto, como salido de una película del mismísimo Steven Allan Spielberg, vemos entre los eucaliptos cómo se eleva un gran pájaro de metálicos reflejos. Su grito es potente y retumba redoblando su inquietante eco a mucha distancia. Su respiración, jadeante, es aterradora... Nos detenemos sobrecogidos y casi nos dan ganas de escondernos tras el grueso tronco de alguno de los árboles más cercanos. Las alas de la enorme ave se extienden poderosas para poder volar mejor. Afortunadamente no da la impresión de que nos haya visto y prosigue su cada vez más alto vuelo. Cuando se nos pase el susto, caeremos en la cuenta de que no era ningún gigantesco pterodactylus ni ningún otro pterosaurio -lagarto volador- sino que era ¡un avión! Respiramos tranquilos y sonreímos ante lo pueril de nuestro temor, comprendiendo que estamos justamente al lado de la pista de despegue del aeropuerto internacional de Lavacolla.


La catedral de Santiago de Compostela guarda los restos mortales del apóstol Santiago (al menos, eso dicen y así lo creyeron millones de peregrinos desde el lejano siglo IX). Según el Codex Calixtinus (robado en el 2011 y recuperado en 2012 en una secuencia rocambolesca que pone en duda la seguridad de los tesoros de la catedral y otros aspectos en los que no queremos entrar) los arquitectos de la catedral de Santiago de Compostela –comenzada a construir en el último cuarto del XI- fueron “Bernardo el viejo, un maestro maravilloso”, su ayudante Galperinus Robertus y, más tarde, posiblemente "Esteban, maestro de catedrales”.
SANTIAGO DE COMPOSTELA  10.03.07

En realidad, aunque hayamos enfatizado la aparición de un avión despegando, no estamos muy lejos de la impresión que acabamos de describir. Debemos tener en cuenta que llevamos muchos kilómetros andando en otra dimensión y, esto es cierto, nuestra mente tiende a aceptar como normales los hechos más insólitos en detrimento de aquella cotidianidad en la que estábamos inmersos y casi ahogados. Después de caminar por bosques, siendo parte integrante del paisaje que nos rodea (lo que no ocurre nunca yendo en automóvil) Después de haber practicado un estilo de vida que no se corresponde con el actual, llega un momento en el cual “ya no somos de este mundo” y nos sorprende todo lo que antes considerábamos como nuestro entorno lógico. A poco que meditemos lo que antecede, nos daremos cuenta de que perfectamente puede ocurrir la situación y la confusión descritas... y de hecho, ocurre.
Por cierto, también debemos anunciar (o denunciar) que el camino seguido por el autor –y debidamente señalizado- en los años anteriores, ha vuelto a ser cambiado en esta zona (aunque ya estemos acostumbrados a los desvíos “provisionales” y a los desvíos sin indicaciones de provisionalidad, no deja de “cabrearnos” –perdón por la expresión- todo este baile de sendas) Ahora ya no se sale directamente a la pista de despegue (o aterrizaje) del aeropuerto, sino que se bordea por su derecha (en nuestro orden de marcha)
Seguimos por el sendero que nos lleva hasta la pista de despegue del aeropuerto comentado y al final del bosque tendremos que girar a la derecha para pasar bajo las inmensas balizas (o cómo se llamen en la terminología aérea) que marcan el inicio de la pista de aterrizaje –al menos esa es la impresión que tenemos-
Tras atravesar la población que da nombre al aeropuerto, salvando el arroyo homónimo, al poco terminamos nuestro sendero yendo a parar a una pista asfaltada que ya no nos abandonará hasta Santiago. En una hora, más o menos, llegamos a la población de San Marcos que está “a un paso” del Monte del Gozo (“Monte do Gozo” en gallego) Estamos nerviosos y casi se nos escapan las piernas tal es el deseo que tenemos de llegar... ¡Ahí está!, ¡Ya lo vemos! ¡Ya estamos llegando!


Las huellas de los líquenes se alternan con algunas plantas que, en los pequeños resquicios encontrados, sobreviven en la catedral compostelana. Así, cuando contemplamos desde cualquier ángulo su pétrea magnificencia, creemos percibir que surja de la misma tierra en la que se asienta, que se integre plenamente con el clima gallego que fue testigo de su nacimiento en aquel lejano siglo noveno.
SANTIAGO DE COMPOSTELA 08.03.07

Queremos decir algo antes de continuar: es cierto que en el Monte del Gozo hay un inmenso albergue en el cual podríamos habernos alojado sin ningún problema pues está siempre abierto en invierno; sin embargo, no es (en opinión del autor, por supuesto –respaldada por muchas otras personas del Camino-) en absoluto conveniente hacerlo... ¿Por qué?... Imaginémonos una enorme serie de “barracones” (dicho sin ánimo peyorativo, sino tan sólo atendiendo a su apariencia lejana) que tienen tiendas para comprar todo tipo de recuerdos “turísticos”, megafonía con música de la más variada procedencia (no música “jacobea”) que es un hervidero de gentes (no sólo peregrinos) que pernoctan ahí por diferentes motivos... Un albergue con capacidad para más de 700 personas en Año Santo... Francamente es demoledor para el peregrino protagonista de esta historia; para el peregrino que siente dentro de sí los valores inmortales del Camino; para el peregrino que sabe de la soledad, del soliloquio, de la conversación íntima, de los lugares singulares, de un mundo pretérito del cual ya forma parte... No. Creemos que no es lugar para él.  El Monte del Gozo (su nombre lo dice todo) ha sido masacrado.


“Si usted va por Samos, sólo hay que ver el monasterio y nada más”. ¡Sí, esto es lo que dice más de uno para aconsejar (¿de buena fe?) al peregrino que duda qué camino tomar! ¿Y por qué?  Pues hemos de saber que, según las guías, el camino “correcto” es el de San Xil –el autor discrepa de esto- ya que “el otro” –llegan a afirmar- no es el “histórico”. Vamos a ver: el autor de este blog ha recorrido los dos caminos y puede asegurar, sin ningún atisbo de duda, que prefiere, una y mil veces, el camino de Samos. Las corredoiras por las que atraviesa son bellísimas, los paisajes son maravillosos y el monasterio –tal y como dicen los modernos- “es una pasada”. Si a esto añadimos que podemos asistir a un asombroso rezo en la sala capitular u oratorio, de bella hechura, acompañando a los monjes en sus cantos gregorianos, podemos afirmar que la experiencia es única. Además, se ha inaugurado recientemente otro albergue entre Triacastela y Samos que está ubicado en un edificio histórico (creemos recordar que es del siglo XVI -el lector podrá ver una fotografía en esta misma obra-) y que está abierto todo el año. ¿Qué más queremos? Añadir a esto que el camino por San Xil también es bonito (¿qué no es bonito en Galicia?) pero no encontraremos ningún albergue en invierno hasta que lleguemos a uno particular en la zona de Aguiada (unos cuatro kilómetros antes de Sarria).
TRIACASTELA – SARRIA (por San Xil –San Gil-)  23.02.07

Cuando lleguemos, podremos buscar la oficina en la que sellan y desde un “mirador” nos dirán que podemos ver las torres de la Catedral. Una inmensa emoción nos embargará y otearemos el horizonte en busca de las anheladas torres. Después de escudriñar detenidamente en la dirección que nos indican, veremos, entre bloques construidos y un pequeño “tajo” en los lejanos eucaliptos, desdibujadas por la lejanía, las torres de la Catedral... ¡Sí, mira, ahí están!... ¿Pero no las ves?... ¡Sí, sí, ahí mismo están!... Desde luego, no es el lugar más indicado para verlo. Si queremos disfrutar de esta primera visión de la catedral de Santiago debemos fijarnos en una gran composición escultórica en bronce que hay en un pequeño cerro a la izquierda según miramos hacia la Catedral. Nos dirigiremos a ese lugar y, acompañados por las broncíneas figuras de dos peregrinos gozosos que, bordón en mano, saludan tan alentadora visión, veremos perfectamente las torres de la Catedral y su entorno. ¡Ya, por fin!...

Descenderemos de este pequeño cerro para salir del perímetro de la gigantesca área de descanso y, descendiendo, llegamos a las primeras casas de Santiago de Compostela... rúa de San Lázaro, rúa do Valiño, rúa das Fontiñas, rúa dos concheiros, rúa de San Pedro, rúa das Casas Reais, praza de Cervantes, rúa da Acibechería, praza da Inmaculada... ¡praza do Obradoiro! (todo en gallego) para reír nerviosamente, llorar de emoción, abrazarnos unos a otros, dar vueltas sin saber qué hacer, mirar en derredor, alejarnos en la amplia explanada y volver a acercarnos a las escaleras que dan acceso al Pórtico de la Gloria... ¡Estamos tan confundidos, tan azorados, tan embargados por una emoción que no podemos dominar!...

... Seguiremos profundizando en estos aspectos en los correspondientes capítulos. El medio físico nos ha permitido llegar hasta aquí; lo demás son facetas inherentes que tienen su cabida en otros apartados que, por supuesto, ya se ha expresado, están interconectados e imbricados con el presente de manera inseparable.


La noche acaba de estrenar sus galas tras dura batalla con el atardecer. Ya, una iluminación irreal se va enseñoreando de las milenarias piedras... Las puertas de la catedral se han cerrado una tras otra y comprenderemos que nuestra peregrinación ha llegado a su fin... aunque, sin que haya pasado siquiera un día, ya empecemos a intuir que a partir de aquí es cuando comienza un nuevo camino en el que no habíamos pensado. Ahora asimilaremos todas las experiencias y extraeremos consecuencias que, a buen seguro, nos serán de gran ayuda en nuestro devenir existencial. 
SANTIAGO DE COMPOSTELA  09.03.07


El Camino como peregrinación ha llegado a su fin. Hemos visitado la tumba del Apóstol más querido por Jesús (junto a Pedro y Juan) y nos hemos solazado con el increíble ambiente de la capital de la Comunidad Gallega (Comunidad Galega) para relajarnos y disfrutar de unos momentos que no olvidaremos durante el resto de nuestra vida, tal es la impronta que la senda jacobea deja en el esforzado y ascético peregrino. Ya hemos terminado... ¿Seguro?... No: no estamos tan seguros, ya que sentimos la necesidad de seguir descubriendo nuevas y fantásticas vivencias que jamás hubiéramos imaginado poder disfrutar... y padecer en un sentido lúdico y positivo. Pensamos en todos los buenos momentos pasados y en los malos... Bueno, en realidad, ahora que nos damos cuenta... no, no hemos tenido momentos malos... Todos fueron positivos y nos enseñaron tantas y tantas cosas... Pero, nos repetimos, no podemos haber terminado... No es posible... Hay que seguir... Antes teníamos la ilusión de llegar a Santiago y ello hacía que fuera nuestra meta; pero alcanzada ésta, nos damos perfecta cuenta de que no puede ser el final... Hay que continuar de alguna manera.


Unos comienzan aquí su verdadero viaje interior. Ellos se percatan de que el Camino físico ha dado paso a una transformación interior que ahora deberán desarrollar “al paso” como se suele decir en tierras latinoamericanas. Otros, con algo de tiempo todavía en su mochila, decidirán hacer otras tres o cuatro jornadas para satisfacer esa necesidad que sienten de seguir caminando. El autor sintió esa necesidad y aunque no tenía previsto hacerlo, fue tan fuerte el impulso que decidió continuar hasta el antiguo “Finis Terrae”; hacia la costa que marcaba el fin de todo el orbe conocido antes del descubrimiento de América. Así, sin pensarlo mucho más, se alzó la mochila y dejó atrás Santiago para sumergirse en un mundo de leyenda y de ancestrales costumbres paganas.
La peregrinación ha terminado como tal. Hemos disfrutado varios días en las relucientes calles de pétreo charol de Santiago. Hemos celebrado con otros peregrinos, que ya son auténticos amigos nuestros, el reciente recuerdo de los aproximadamente ochocientos kilómetros desarrollados y felizmente alcanzados... Pero ahora entramos en unas connotaciones diferentes al necesitar mentalizarnos ante el inminente regreso a la sociedad materialista y hedonista en la que estamos inmersos... aunque ya seamos conscientes de que nunca volveremos a ser los mismos... El Camino –empezamos a percibirlo- nos ha transformado.




GALERÍA DE IMÁGENES  


Aunque estemos en invierno, todavía queda una importante manifestación de los tiempos otoñales. Las hojas caídas cubren frecuentemente el camino y su rumorosidad nos acompañará durante muchas horas. Estamos en pleno vizcondado de Bearne , en el departamento de los “Pyrénées Atlantiques” dentro de la región de Aquitania. Es curioso saber que en el siglo XV los reyes navarros ostentaban también el título de vizcondes de Bearne.
ORTHEZ -  SAUVETERRE-DE-BEARN  27.01.11

Poco antes de llegar a la ciudad que es famosa por sus “pulpeiras”, deberemos atravesar, por rústicos puentes, varios valles transversales con sus correspondientes riachuelos. En aquellos lugares que, con las lluvias, suelen empantanarse, se habilitan grandes losas a los efectos oportunos. Normalmente suele ser suficiente para no mojarnos. Estas tierras son fértiles en leyendas y mitos. No debemos desaprovechar la ocasión y siempre que podamos debemos entablar animada conversación con los más mayores del lugar. No saldremos decepcionados.
CASANOVA – LEBOREIRO 03.03.07

Ostabat-Asme, en francés e Izura-Azme en euskera, es una ciudad aquitana que también pertenece al territorio histórico vascofrancés de la Baja Navarra; siendo el punto en el que convergen tres de los cuatro grandes itinerarios del Camino de Santiago en Francia, aunque su señalización aparece unos kilómetros antes, en la llamada Estela de Gibraltar. Esta confluencia corresponde a las vías de Tours (proveniente de París), la de Vézelay (seguida, en parte, por el autor de esta obra) y la de Le Puy.
SAINT-PALAIS – OSTABAT (Francia –Vía de Vézelay-) 20.12.06
 

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