LLANURAS ESTEPARIAS























 


DESCRIPCIÓN Y ETAPAS 

 


Desde Rabé de las Calzadas hasta Hospital de Órbigo, existe una zona singular en el Camino que lo caracteriza fuertemente. En el occidente burgalés, las tierras palentinas y el oriente leonés, nos aguarda una experiencia inolvidable que tan sólo tendrá parangón, en su aspecto espiritual, con nuestra llegada a Compostela.

Estepa: “erial llano y muy extenso”. Páramo: “terreno yermo, raso y desabrigado”. Así define la Real Academia de la Lengua ambos términos en primera acepción.
Ello, nos comienza a introducir en un mundo de desolación y soledad, en un mundo en el cual los vientos ululan sin ningún obstáculo que se oponga a sus ansias de infinitud; un mundo en el cual sólo existen tres protagonistas: el omnipresente cielo, la austera tierra y nosotros. Nosotros en medio del vacío, en medio de nuestros pensamientos, en medio de nuestra realidad y de nuestro ensueño. Tierra dura y esforzada, da lo mejor de sí misma a quienes saben ver en ella toda la prolífica belleza que dimana por doquier de su árida superficie; porque, en esta parte del Camino, debemos acostumbrarnos a observar con otro tipo de mirada. Ya, los ojos sólo nos van a guiar por el medio físico pues serán los del alma, será nuestra percepción “extrasensorial”, la que verdaderamente nos guíe a partir de ahora. Serán nuestros sentimientos y nuestros anhelos los que vaguen con entera libertad por estas tierras de infinitos horizontes. 


Salimos temprano. Nos hemos levantado a muy primera hora para aprovechar esos minutos mágicos que el alborear propicia. Debemos abrigarnos bien y, sobre todo debemos abrigar nuestro cuello y garganta pues por ahí nos pueden venir afecciones que dificulten nuestro caminar. De todas maneras, no debemos entender que esto sea negativo ya que los que lo hacen en verano lo tienen “mucho más crudo” ya que es más sencillo defenderse de las bajas temperaturas –sólo hay que abrigarse- que de los 35 grados a la sombra que podamos tener en un día cualquiera de los meses de julio y agosto.
ITERO DE LA VEGA – BOADILLA DEL CAMINO  25.01.07

El cielo omnipresente, los austeros campos y nuestras inquietudes, conforman una amalgama que, necesariamente, por poca sensibilidad que se tenga, habrá de subvertir, poco a poco, muchos de los conceptos básicos que hasta ahora teníamos por inamovibles en nuestro devenir cotidiano. Sentiremos una soterrada necesidad de hacer un repaso a nuestra vida. Sentiremos que, ahora sí, podemos meditar sobre todo aquello que, normalmente, agitados por una actividad frenética, ni siquiera nos habíamos parado a pensar. Nos asaltarán mil sutiles impresiones, nos asaltará una vorágine de inquietudes, de presentimientos, de indefinibles temores y de esperanzadoras añoranzas.
Son unos doscientos kilómetros por senderos “sin artificios de paisaje” que suscitan nuestra interiorización más sincera, más honda, más fecunda. 
Es ahora, precisamente, en esta época del año, cuando se magnifica su esencia. Es ahora, con los fríos y los vientos, con el azul inmaculado o el gris ensoñador, con las insinuaciones de las neblinas o las inquietudes de las tempranas noches, cuando verdaderamente intuimos ansias de conocernos más profundamente.


Estamos en la provincia de Palencia, estamos en la llamada Tierra de Campos… Tierra de “paisajes escritos”… Alguien –anónimo- dejó dicho en una página del Internet: “Halos de sobriedad y nobleza, eso es Tierra de Campos”. ¿Qué más decir? Con motivo del Año Santo del 2010, se han habilitado estas curiosas áreas de descanso. Tierra de Campos, llanura sin fin, horizontes infinitos en donde nuestros pensamientos pueden vagar libremente y hermanarse con los vientos que desde la lejana cordillera acuden a nuestro encuentro. Tierra de Campos, en donde sentiremos que nuestros ojos no ven más de lo que nuestro espíritu les permite.
CARRIÓN DE LOS CONDES – CALZADILLA DE LA CUEZA  23.02.11
 
Quienes, tal vez desorientados por los consejos de algunos comentarios de alguna publicación que, francamente, no dejan de sorprender, cojan el autobús en Burgos para acortar hasta León... para escapar de esas presuntas “jornadas de tedio y cansancio”, habrán perdido una auténtica joya del Camino (sin contar con el hecho de que, al coger cualquier medio de transporte intermedio, rompen por completo el “contínuum” que el propio Camino implica y que nunca deberíamos abandonar si queremos que, verdaderamente, la senda jacobea deje una auténtica impronta en nosotros).


Entre Carrión de los Condes y Calzadilla de la Cueza, se extiende, durante 17 kilómetros, uno de los tramos más interesantes del Camino. En este rectilíneo trazado, exento de cualquier elemento que nos pueda distraer, caemos, indefectiblemente, en una catarsis cuyas connotaciones difícilmente alcanzaremos a comprender en esos momentos.
CARRIÓN DE LOS CONDES – CALZADILLA DE LA CUEZA 27.01.07

Puede que a algunos no les llame mucho la atención pero, insistimos, si saben observar con los ojos del alma, si saben aprovechar estos tramos para dejarse llevar por pensamientos que proyecten sobre las infinitas planicies sus más íntimos anhelos o sus más caras ilusiones, percibirán que algo “diferente” se ha introducido en su interior. Tal vez no lo puedan objetivar en esos momentos pero, a buen seguro, no les habrá dejado indiferentes. En cuanto a aquéllos que sepan sentir, soñar, desplegar sus inquietudes, que posean ese maravilloso don de una sensibilidad desarrollada, apreciarán, en toda su magnitud, la magnificencia de estos parajes.
De nosotros depende que sepamos aprovechar este auténtico tesoro que el Camino nos depara; pues no solamente, con ser mucho, el entorno propiciará estos estados anímicos sino que también las poblaciones, absolutamente integradas en esta filosofía, nos mostrarán su rico patrimonio. Pocas veces, en nuestra vida, tendremos unas circunstancias más propicias para la reflexión.

En la agradecida soledad de sus albergues, podremos leer, especialmente en estas parameras, las reflexiones que dejan los jacobitas en los “libros de actas”. En uno de los albergues de esta zona –como en tantos otros a lo largo del Camino-, imbuido en este caso por sentimientos indefinibles dimanantes de la propia adustez del entorno, el autor escribió:
         
En medio de los páramos, la propia vegetación deviene especialmente sugestiva y sugerente en un entorno en el cual no podemos admirar grandes masas vegetales o formaciones rocosas singulares. Aquí, “en medio de la nada” sólo el detalle, el valor de lo que normalmente pasa desapercibido, adquiere toda su significación.
CASTROJERIZ – ITERO DE LA VEGA 21.01.06

            “Antaño, en el Medioevo, con los caminos rebosantes de peligros, los peregrinos se enfrentaban a unas vicisitudes de tal magnitud que su valentía o arrojo bien podríamos tildarla de heroica. No en vano, muchos de ellos hacían testamento antes de emprender tan largo e incierto viaje. Ya, antes de entrar en tierras hispanas, en los francígenos territorios transpirenaicos, iban, poco a poco, agrupándose para, así, poder defenderse mejor ante los terribles peligros que les aguardaban. Ciertamente, peregrinos provenientes de París, Vézelay o Le Puy, se reunían en la zona llamada Gibraltar –hoy destacada con una estela homónima- para, llegando al cercano pueblo de Ostabat, formar grupos que pudieran intentar, con alguna garantía de éxito, franquear el poderoso murallón de los Pirineos; porque, no sólo se tenían que enfrentar a una naturaleza hostil, que podría jugarles malas pasadas, sino que también tendrían que enfrentarse a alimañas, bandoleros o, ‘simplemente’, a fatales extravíos. Con unos medios rudimentarios, una higiene que distaba mucho de ser mínimamente aceptable, con las enfermedades acechando continuamente, los jacobípetas debían sortear todo un laberíntico cúmulo de adversidades y peligros.

A veces, las sensaciones dimanantes de un peculiar entorno, son arduas en su explicación... en el intento de transmitir al lector aquello que, a fuer de sinceros, sólo la experiencia directa determinará en su justa medida. Tal vez, la zona paradigmática de lo expresado se encuentre en las tierras mesetarias de Castilla y León.
TERRADILLOS DE TEMPLARIOS – SAHAGÚN 26.01.06


          Hoy en día, a Dios gracias, hacemos el Camino de Santiago en unas condiciones infinitamente mejores; pero, tal vez por ello mismo, no debemos dejar que las comodidades y la masificación festiva den al traste con el espíritu que debe perseguir toda peregrinación: tiempo para la meditación, para la soledad, para convivir con sentimientos adormecidos que despertarán en surgentes emociones que, a buen seguro, nos sorprenderán. Tiempo para darnos cuenta de que somos capaces de hacer mucho más de lo que creíamos; tiempo para sentir el calor de una sonrisa, de una ayuda desinteresada, de una acogida; tiempo, pues, para conocernos mejor, ya que peregrinamos por un sendero que no es otro que el de nosotros mismos. Acostumbrados a las comodidades de una vida moderna -con su egoísmo exacerbado y su consumismo irracional- perdemos el sentido del verdadero valor de las cosas. Lo más nimio tiene para nosotros una importancia vital mientras que las cuestiones verdaderamente importantes, lo verdaderamente constitutivo de nuestros valores, queda relegado al son de los embates del manejo de masas. No nos damos cuenta de que nos estamos convirtiendo en una materia informe, con sentimientos narcotizados en aras de un ‘progreso’ común. Civilización alienante que vacía y despersonaliza nuestra individualidad. 


Último día del invierno del 2009. Mañana, día 20, entra la primavera. Aquí, en las llanuras castellanas, ya está todo preparado para tal acontecimiento. Los campos comienzan a verdear, la atmósfera es límpida y las casas relucen entre los callejones de la ciudad que, según nos dicen, atesora la calle más larga de todo el recorrido jacobeo: Castrojeriz. Nosotros, encaramados en el castillo que fuera testigo del asesinato de la reina Leonor de Castilla y Portugal ordenado por Pedro I el cruel (justo apodo), tenemos una magnífica vista de la llegada del camino a la antigua Castrum Sigerici.
CASTROJERIZ  19.03.09

          Por ello, tras haber realizado dos veces el Camino en invierno, creo que ésta es la mejor época para percibir, siquiera someramente, algo de lo que aquellos esforzados peregrinos sentían. Estaremos más cerca de ellos cuando nos veamos sorprendidos por una tormenta de nieve –cada vez más escasas-, o cuando caminemos varios días en la más absoluta soledad. Sentiremos muy especialmente el calor humano, frente al frío climatológico. ¡Cuánto agradecimiento al recibir en Nochebuena la invitación de un prior, para tomar en su compañía unos dulces o algún licor! ¡Cuánto agradecimiento al acercarse al albergue el responsable del mismo y, en Año viejo, recibir palabras de ánimo y felicitación! ¡Cuánto agradecimiento al enterarnos, sorprendidos, que, en un albergue de La Rioja, los Reyes Magos se han acordado de nosotros y nos han dejado, primorosamente envueltos en papel de regalo, unos calcetines para combatir el frío! Cuánto agradecimiento al oír: ‘es usted un valiente’, ‘¡buen Camino!’ –todavía las gentes se extrañan al ver un peregrino en los días hibernales sin sospechar que sea ésta la mejor época, con diferencia, para realizarlo-.
          La extraordinaria variedad del paisaje, con sus escarchas cincelando con su albo aspecto todo aquello que engalanan. El arrobador misterio de las nieblas, siempre juguetonas, con su halo de recogimiento e inmensa paz. Sentir, con una inmensa alegría, los tibios rayos del sol al acariciarnos tras varios días de ausencia.
          Dice Publilius Syrus: “bonarum rerum consuetudo, pessima est”. Ello podríamos traducirlo como: “acostumbrarse a lo bueno es muy mala costumbre”. Creo firmemente que el Camino de Santiago nos despierta de ese adormecimiento mental y nos hace descubrir los verdaderos valores de la vida; pero, con ser esto cierto, también considero que sólo en la estación invernal podremos catalizar verdaderamente dichas sensaciones. Me siento sumamente satisfecho de pertenecer a ese cuatro o cinco por ciento que lo hacemos en el invierno.
José María –un peregrino de Madrid-”


Por la noche, viendo caer, a través de las empañadas ventanas del albergue, los “falampos” de la nieve (según el “palabreru lleonés”) y calentados por un vigoroso fuego  encendido en su chimenea, el tiempo transcurre en una quietud y bonanza que propician un exultante estado de ánimo para el día siguiente. Por la mañana, con los primeros rayos del sol, prosigue el camino.
EL BURGO RANERO 29.01.06


Reflejar nuestros estados de ánimo, nuestras confidencias, nuestras opiniones en esos maravillosos libros, ayudará, sin duda, a otros jacobitas.
        
En este fructífero tramo será en donde encontremos la parte “menos contaminada” de la ruta jacobea. En su devenir, encontraremos, ciertamente, lugares y aspectos singulares: la inmensa e inconmensurable sensación de infinitud; los extensos secarrales que, paradógicamente, verdean en el invierno con sus sementeras ociosas y terrenos en barbecho engalanados por multitud de tonos; la inquietante convergencia de líneas que, indefectiblemente, se unen en un lejano horizonte y que precisa, en lugares idóneos, de mensajes animosos de otros peregrinos; las planicies mesetarias cubiertas por el níveo blancor y heridas por el desgarro de los valles con sus, a modo de venas o arterias, caminos que los recorren.

Los yermos campos van discurriendo ante nosotros. El viento es suave y se nota que va a seguir bajando la temperatura pues a cada media hora se percibe que hace algo más de fresco. Todo es silencio en derredor. No nos encontramos con nadie. Estamos a solas con nosotros mismos. Estamos en el corazón de Castilla. Una tierra que nadie debería dejar de conocer. A nuestro lado, sereno, sin prisa, el Canal de Castilla espejea el azul del impoluto cielo.
ÍTERO DE LA VEGA – FRÓMISTA  25.01.07

Tierras sobrias de pueblos ocultos por las mesetas y de castillos enhiestos heridos por el paso del tiempo. Decenas de pueblos adormecidos en los cuales sus pétreos muros nos hablarán de pasadas glorias, de orgullo, de nostalgia... cobrando vida, por unos instantes, en sus viejos monumentos. Ríos que espejean el azul impoluto de unos cielos inspiradores o el gris plata de los celajes y nubarrones. Representaciones líticas que, en medio de la inmensidad, adquieren unas connotaciones sugestivas y sugerentes. Ocres sementeras ociosas dormitando venteadas por el indómito viento norteño. Cauces secos que añoran tiempos mejores. Calmas nieblas que nos susurran sutiles arcanos y acarician nuestro rostro dejando un blanco rastro en los cabellos. Días que se suceden entre el recogimiento y la explosión de gozo...


¡Dios mío! Exclamaremos mientras un escalofrío recorre todo nuestro cuerpo. ¿Cómo es esto posible? –nos preguntaremos-. Es cierto que habremos leído que en verano hace mucho calor en estas tierras tan desamparadas y, al mismo tiempo, tan bellas en su propia esencia. Sí, es posible que haga mucho calor, pero la sola visión de esta señalización, de esta señal nos hace pensar que tal vez el tórrido sol lo haya “achicharrado” y que no sea producto de la herrumbre.
BURGOS – HONTANAS  20.02.11
Reino del adobe, del humilde ladrillo y de las piedras areniscas; de buenas gentes, sencillas y sinceras que nos brindarán su hospitalidad desinteresada. Reino de miradas henchidas de esperanza. Reino sobrio de una profunda filosofía vital. Lugar propicio para levantar la mirada y dejarnos llevar... para sentir... para soñar.


Tenemos que pensar y concienciarnos en el hecho de que el Camino lo es de principio a fin y que no vale “hacer trampas” cogiendo autobuses, taxis o trenes para saltar aquellas etapas que no nos gusten... No, el Camino es mucho más que andar: es sentirlo, es llegar a percibir que se ha metido dentro de nosotros, es emocionarnos con los pequeños detalles de cada día y para ello tenemos que conocerlo en profundidad. Nadie ama lo que no conoce. Para amar algo es necesario conocerlo en sus más íntimos detalles. Cuantos más aspectos conozcamos de algo –o alguien- más estaremos en disposición de llegar a amarlo. Nunca, absolutamente nunca, llegaremos a sacar “provecho” de nuestro Camino de las Estrellas si no cumplimos a rajatabla con sus obligaciones que, en definitiva, son las nuestras. Ya se ha abordado este aspecto en otros lugares de este libro por lo que no será necesario abundar en ello. Simplemente decir que las próximas etapas pueden parecer duras y aburridas... Da igual, hagámoslas porque en algún momento antes de culminar esos casi doscientos kilómetros que nos aguardan de “desolación”, descubriremos en nosotros mismos que es en estos páramos, en estas estepas, en estas mesetas áridas y polvorientas, donde hemos sido capaces de descubrir muchas facetas de nosotros mismos... a base de no tener otra cosa que hacer que pensar. Pensar en nuestra vida con sus vivencias buenas y malas, con sus alegrías y tristezas, con su felicidad y desesperación... Tenemos mucho tiempo y el ritmo acompasado de nuestro bordón nos acompañará para que la soledad no parezca tanta. Estas etapas son, en opinión del autor, las que más huella dejan en el peregrino (y no se refiere al aburrimiento y al cansancio precisamente) El noble ejercicio de la reflexión, del recuerdo, del perdón o del sincero deseo de enmendar algún aspecto de nuestra personalidad, nos entretendrá durante muchos kilómetros de fructífero recorrido.
Bien, comencemos a desgranar los kilómetros que nos aguardan desde Rabé de las Calzadas...


Lamentablemente, las nieblas ya no se prodigan como antaño. Sin embargo, cuando tenemos la suerte de caminar con una espesa niebla, esta nos arropará creando íntimos e intensos sentimientos. No en balde, la niebla es consustancial al misticismo filosófico romántico... silencio, inmensidad, eternidad... sepamos escuchar ese silencio.
FRÓMISTA – POBLACIÓN DE CAMPOS 24.01.06


Décima tercera etapa
(segunda parte)

Saldremos de esta ciudad y nos dirigiremos por pista de tierra hasta la población de Hornillos del Camino. Hornillos del Camino... tal vez, en pleno invierno, no parezca el nombre más apropiado (se dirá el ascético peregrino) pero en verano seguro que es un nombre muy adecuado para este lugar... Hornillos, horno, calor... Su calle Real es soberbia pues sus casas, de piedra muy bien conservadas (más o menos en algún caso) sorprende al sufrido peregrino pues pareciera que nos encontráramos en plena Edad Media, tal es su aspecto.
Cuando salimos de Hornillos (perdón por la abreviación) todavía nos quedan unas tres horas para entrar en Hontanas en cuyo trayecto sólo encontraremos un albergue a la altura del arroyo de San Bol. Este albergue lo pasaremos de largo pues hay que desviarse un poco para llegar a él. No obstante, lo vemos perfectamente a unos cincuenta metros de nuestra posición más cercana, llamándonos la atención su emplazamiento y su “singularidad” perfectamente apreciable incluso sin haber entrado en su interior (que podría ser calificado de “surrealista”) No obstante, en invierno está cerrado y no es posible pernoctar en él o, sencillamente, visitarlo.
Continuaremos hasta Hontanas por tierras yermas, en barbecho muchas de ellas, con incipientes sementera otras, para descansar en su albergue municipal que, aunque algo frío (no tiene calefacción) es acogedor y bastante bonito tras la reforma a que fue sometido no hace mucho tiempo. Además del municipal también hay otros particulares... El peregrino deberá decidir según sus gustos o su economía. 


La meseta castellano-leonesa es un inmenso granero. Para darnos una idea, diremos que en el año 2010 se recogieron casi seis mil toneladas de cereal). Cuando en los extensos campos castellanos se procede a la recogida del cereal sembrado (bien sea el trigo, cebada o centeno) lo primero que se hace es la trilla, en cuyo momento las cosechadoras separan la paja del grano. La paja va quedando en el suelo en hozadas que luego son recogidas por otra maquinaria la cual lo prensa en fardos, balas, pacas o rollos con destino a la alimentación del ganado, para la construcción, como fuente de energía…  En la imagen, pacas de paja entre el Odrilla y el Pisuerga.
CASTROJERIZ – ÍTERO DE LA VEGA  21.02.11

A este respecto, se debería destacar que en el Camino de Santiago lo más auténtico son los albergues... ¿cómo diríamos?... son los albergues “espartanos”; aquellos que sólo tienen lo indispensable para pasar la noche (se considera conveniente que tengan agua caliente y calefacción... lo demás es accesorio –aunque siempre se agradece una pequeña cocina en la que podamos preparar algún frugal alimento) Desde luego, no tenemos nada en contra de los que desean dormir de manera habitual en alojamientos privados... pero el Camino no es cuestión de dinero... es cuestión de vivirlo en su más pura esencia. Así, si pasamos algo de frío una noche, lo recordaremos como una de las singularidades de la ruta jacobea (no obstante, se insiste en la importancia de un buen saco de dormir). Igualmente, si en algún albergue debemos cantar tres o cuatro arias por lo fría que esté el agua, también lo recordaremos como otra de las singularidades “anecdóticas” del Camino... 


El protagonista de la apasionante historia o peregrinación a la que estamos asistiendo –esperamos que con entusiasmo y curiosidad por parte de todos- ha podido constatar cómo a lo largo de toda la senda jacobea se manifiesta el sentido artístico de los peregrinos. Unas veces en los libros que encontraremos en los albergues para nuestras confidencias, otras veces en las paredes, túneles o tapias como la que nos muestra la presente fotografía en donde se quiere significar la sobriedad de estas tierras y el protagonismo que adquieren los palomares; esos palomares, protegidos por la legislación vigente, que son parte inseparable de la Tierra de Campos.
FRÓMISTA – CARRIÓN DE LOS CONDES  22.02.11

Puede ser que el amable y paciente lector, tranquilamente sentado en su casa, con todas las comodidades a su alcance, no comprenda demasiado bien lo que se quiere decir; pero, al comenzar la ruta jacobea irá percibiendo que lo “auténtico” es conversar con los peregrinos que nos acompañen esa noche; que lo “auténtico” es “aguantar” los ronquidos de los demás –habría que escuchar los nuestros-; que lo “auténtico” en definitiva, es estar preparado para hacer una senda en la cual aprendamos que una mochila nada más es suficiente para que seamos capaces de ser felices y de aprender aspectos desconocidos sobre nosotros mismos y sobre los demás. Si conseguimos en alguna medida lo que se acaba de citar, podremos considerarnos muy dichosos. Es muy difícil que si dormimos cómodamente en nuestra cama, de nuestra habitación, de nuestro hotel de tres, cuatro o cinco estrellas (que nada tienen que ver con las de la Vía Láctea) podamos aprender mucho sobre el espíritu jacobeo. Sólo la interacción continua con los demás peregrinos y la mentalización de que debemos estar “a las duras y a las maduras” dará sus frutos. Seamos plenamente conscientes de ello. Sólo de esta forma seremos capaces de apreciar lo que tenemos en la vida cotidiana; a lo cual, frecuentemente, no concedemos ninguna importancia.

Descansemos en el albergue de Hontanas y recuperemos fuerzas para enfrentarnos con la segunda jornada de estas planicies esteparias.


...todas las particularidades salen a nuestro paso ayudando a crear esa atmósfera tan especial que emana de la propia senda. Recordaremos multitud de aspectos únicos... como los grafitos del albergue de San Bol, en medio de la nada pero cuya presencia nos llama poderosamente la atención. Es el amor por el Camino reflejado en él mismo. Obras de arte de peregrinos y demás personas relacionadas, que dejan su impronta para solaz de otros... Desafortunadamente, esta imagen ya es un recuerdo para la historia... Han pintado recientemente toda la pared seguramente "para adecentarla". Aquí queda la constancia de cómo era (¡qué pena que se pierdan estas manifestaciones artísticas!).
HORNILLOS DEL CAMINO – HONTANAS  19.01.06



Décima cuarta etapa

La calle Real de Hontanas nos dirige a una carretera que pisaremos brevemente ya que a continuación y por un desvío a la derecha, caminaremos sobre pista de tierra para, no mucho más adelante, volver a caminar por asfalto. La carretera no tiene arcén aunque unos frondosos fresnos hacen guardia vigilantes. Su estilizada sombra (en invierno los rayos del sol se elongan de manera notoria) nos acompañará en todo este tramo. Mas allá, caminando por el asfalto, veremos las ruinas del convento de San Antón, las cuales presentan la singularidad de que la carretera pasa exactamente por debajo de uno de los arcos que el tiempo ha respetado. Nos encontramos bajo las bóvedas del convento de San Antón que, a modo de esbozo pétreo, a modo de templo abierto a los cielos, nos abraza en singular armonía. El fuego de San Antón hacía estragos en la Edad Media en el resto de la naciente Europa. Los peregrinos habían tenido noticias de que muy lejos, en la Hispania, en la postrer tierra del continente, salvando la cadena de los Pirineos y caminando muchas jornadas más, podrían llegar a un lugar en el cual curaban esa terrible enfermedad. Un fuego que les abrasaba hizo que muchos recorrieran tan considerable distancia para sanar de sus males. Eran sabedores de este milagro y se disponían a recibirlo costara lo que costara... Y así salían desde los más remotos lugares allende los Pirineos. Al término, al llegar a tierras castellanas, al recibir asistencia en estos conventos como el que nos abraza con sus recios fustes y sus nervaduras “exentas”, los enfermos curaban al cabo de su dolencia. El milagro se había producido una vez más. La medicina -el pan de trigo y la ausencia total del de centeno- sanaba a estas gentes pues el fuego de San Antón se produce por el cornezuelo del centeno que era el pan que se consumía en gran parte del resto de la incipiente Europa.

Al igual que ocurre en otros tramos del camino, también podemos tomar una variante que, en este caso, incluso parece más “histórica” que la que siempre ha tomado el autor. En efecto, al rato de haber dejado atrás Sahagún, vemos indicaciones que nos invitan a ir por una calzada más “histórica” que la que acompaña la carretera. Es la variante de Calzadilla de los Hermanillos de la cual ya se habla en otra parte de este trabajo, pues se llegó a “¿amenazar?” o “advertir” a un peregrino que sabía de nuestra decisión de ir por la Vía Trajana para que me hiciera desistir de esta ruta y pasara por otros pueblos (el otro itinerario por el que siempre él ha ido) bajo pena de unas posibles terribles consecuencias como pudieran ser el acabar devorado por los lobos (????) o asaltado por despiadados bandoleros (??????). Esto le fue comunicado por el otro peregrino a la terminación de la jornada en Mansilla de las Mulas, pues cada uno fue por recorrido distinto. ¡Señor, lo que hay que oír! Es cierto que el trayecto es muy solitario… ¿Pero qué tramo no es solitario en el invierno?  
SAHAGÚN – MANSILLA DE LAS MULAS  25.02.11

Seguiremos caminando hasta llegar a la siguiente población: Castrojeriz (dicen que fundada por el mismísimo Julio César) Dominada por un ruinoso castillo olvidado por el tiempo. Entraremos pasando al lado de la iglesia dedicada a la Virgen del Manzano y más adelante, en una disposición de típica ciudad del Camino, entramos en la calle Real de Oriente con sus blasonadas casas de recia historia, con su iglesia gótica de Santo Domingo que, sorpresa para nuestros ojos, tiene esculpidas en su fachada dos calaveras con leyenda que nos recuerda la fragilidad de la vida. Prácticamente enfrente de esta iglesia se encuentra el único albergue que suele estar abierto en invierno. Albergue singular con el barniz de lo auténtico, de lo sorprendente y, al mismo tiempo, contemporáneo.
Atravesando toda la ciudad (un kilómetro y medio aproximadamente de longitud) y yendo por la misma calle –ahora denominada Real de Poniente- venimos a dar a una visión que nos dejará helados... Ante nosotros, con el camino serpenteando afanosamente, con trabajo cansino, con desgana manifiesta, vemos una alta meseta que, para colmo de males, suele estar recortada por densos girones neblinosos que lo elevan “unos cientos de metros más”; tal es el impactante efecto visual que nos produce. Ante nosotros se alza la meseta de Mostelares a la cual tenemos que subir... por las buenas o por las malas. Tal vez nos den ganas de volver momentáneamente sobre nuestros pasos para “desayunar” otra vez y aumentar nuestras fuerzas ante el brutal reto al que vamos a ser sometidos (bueno, no se asuste mucho el inquieto lector pues se está exagerando un poco, la verdad sea dicha) En este sentido, podemos ver en esta misma obra una bonita fotografía en la cual se aprecia el alto de Mostelares emergiendo entre nubes rasas a primeras horas de la mañana en diáfano día. A sus pies, dos peregrinos van a internarse en la espesa niebla con la esperanza de ser capaces de subir a tan altas cotas... atravesando antes un río del Hades –perdón, hemos querido decir el río llamado Odrilla- por un puente de madera en lugar de tener que buscar, afortunadamente, al barquero.

A veces, de cuando en cuando, las nevadas en estos fríos paisajes cubren, con su albo aspecto, el ocre tono que nos circunda. En esas circunstancias, se acentúa, si cabe, la extraña sensación de una total falta de relieve. Parece que fuéramos caminando por un inmenso océano de blancas connotaciones.
CASTROJERIZ – PUENTE FITERO 24.01.07
 
Pero dejémonos de bromas –que vienen bien de vez en cuando- y retomemos un poco la seriedad. Ya advertíamos que estas yermas tierras se prestan a la ensoñación y al recogimiento; que estas áridas tierras son propicias a la fantasía y a la proyección de nuestros más íntimos sueños; que estas desoladas tierras, con sus mares ondulantes de cereal incipiente, nos transportan a una dimensión desconocida por nosotros dando por válidas cualesquiera manifestaciones de portentoso cariz.

Jadeantes, llegaremos al soberbio mirador natural que es el alto de Mostelares. Castrojeriz, con su agónico castillo se muestra ya alejado. Si hubiera nevado –no es raro que ocurra- ya no podríamos pedir más ante tan magnífico espectáculo... hacia Castrojeriz; porque, al continuar y llegar al otro extremo de la mencionada meseta, volvemos a quedar helados por la sorpresa. ¡Dios mío!, exclamaremos. Seguramente busquemos una piedra o algo que nos sirva de asiento para combatir el desánimo que sentiremos por unos instantes... Ante nosotros, extendiéndose hasta el infinito, con un horizonte tal alejado que parece no tener fin, con un camino que se va estrechando poco a poco en un reflejo áureo por el implacable sol... Ante nosotros está, para nuestro momentáneo abatimiento, la Tierra de Campos. Es una visión que nos dejará aterrados, atónitos, anonadados. La inmensa e inacabable Tierra de Campos en la más pura expresión de la meseta castellana. Todo es árido, todo es ocre, todo parece desolación desde esta altura. Buscaremos las masas boscosas que hasta no hace mucho habíamos venido disfrutando... pero no veremos nada; no veremos ningún árbol; sólo el cielo... el cielo protector... y a nuestros pies... el ocre... un ocre omnipresente que nos resulta desalentador e inquietante. No podremos dejar de tener la sensación de que esa línea tan lejana que vemos junto a las nubes del horizonte sea la del fin del mundo... porque estando en esta atalaya no vemos que aquello continúe... vamos a una tierra que nos parece ignota, inexplorada, deshabitada... aunque luego comprendamos que eso es lo que vemos con los ojos del cuerpo; pero, en verdad, es una tierra muy rica en emociones, en pálpitos, en humanidad, en arte, en agricultura, en ganadería... Pero eso lo iremos descubriendo poco a poco, día a día, etapa tras etapa. 


Siempre habrá quien diga que estos campos no le dicen nada, que son aburridos, monótonos e, incluso, feos. Bueno, el autor considera que esas palabras será muy difícil que salgan de los labios de un peregrino del invierno porque, como ya hemos defendido en varias partes de esta obra y como siempre defenderemos, el peregrino que se aventura a hacer el Camino en estas fechas JAMÁS será un peregrino como los del resto de las estaciones; porque el peregrino del invierno es un peregrino especial que está hecho y preparado para lo que se le presente y que vive la peregrinación sintiéndola en su más pura esencia. Él, ese peregrino del que estamos hablando, comprenderá perfectamente cuánta belleza se atesora en estos campos baldíos en parte, en barbecho o recién sembrados. Las líneas, las formas geométricas, los poquísimos árboles, casi náufragos en un mar terroso, componen un paisaje de una belleza que hace que aquel que la sienta pueda considerarse feliz pues es capaz de captar lo que otros ni siquiera son capaces de ver o plantearse.
CASTROJERIZ – ÍTERO DE LA VEGA  21.02.11

Algo más tranquilos tras reposar un poco, nos levantaremos y procederemos a descender una corta pendiente para tomar la inquebrantable horizontalidad que desde aquí apreciamos. Durante una hora y media caminaremos pausadamente hasta llegar a una sencilla construcción a la izquierda del camino: es el albergue de San Nicolás que está cerrado en estas fechas y que, en verano, está regentado por voluntarios de la confraternidad italiana de San Giacomo. En este albergue se tiene la costumbre de lavar los pies a los dos primeros peregrinos que lleguen cada día... Pero eso es historia del estío... Continuemos con nuestra etapa de hoy.
Atravesamos el río Pisuerga por puente con semáforo y en seguida, por camino rural, llegamos al nuevo albergue de Itero de la Vega (primera población palentina) que está abierto en invierno así como algún otro en esta población. Podremos visitar la iglesia de San Pedro y descubrir en alguna de sus plazuelas un rollo jurisdiccional.
Descansemos y repongamos fuerzas para mañana. A partir de ahora la fuerza física no será lo más importante, sino la fuerza de voluntad; nuestra fuerza interior será la que nos lleve de etapa en etapa. Mentalicémonos ante esta incuestionable e ineludible realidad.

En invierno no es raro encontrar helado parte del río Pisuerga. Aquí, en la meseta, a una altitud que oscila entre los 750 y los 800 metros, más o menos, sin nada que frene los ímpetus del viento, el frío se hace especialmente presente. Las lagunillas, los riachuelos, las fuentes, suelen presentarse helados ante la vista del esforzado peregrino. Descansemos, cenemos tranquilamente y repasemos con interés los avatares que nos aguardan en la próxima jornada.

Un humilde mojón de piedra adquiere una peculiar significación entre la neblina y la desdibujada nieve. La riqueza cromática de los grises potencia una extraña sensación de recogimiento. Las llanuras esteparias castellano-leonesas, apenas insinuadas todavía, configuran una realidad intemporal. 
ATAPUERCA – CARDEÑUELA-RIOPICO 16.01.06


Décima quinta etapa

Con la compañía de los primeros palomares, iniciamos nuestra etapa de hoy. Salimos de Itero de la Vega y siempre por pista, llegaremos a Boadilla del Camino tras unas dos horas de marcha. En esta población no podemos dejar de ver su bellísimo rollo jurisdiccional de factura gótica, bellísimamente ornamentado. Cualquier persona del pueblo estará orgullosa de contarnos un poco su historia y significación. Siempre que podamos y se presten a ello, es muy interesante conocer la opinión de las personas que conviven en el Camino que, además, en esta época del año, con los rigores que se suponen a todo invierno “como Dios manda” estarán encantados de conversar con “esos pobres locos”... o sea: nosotros.
Dejamos atrás Boadilla del Camino por su calle Mayor y en poco menos de hora y media llegaremos a Frómista. Unos kilómetros antes de llegar a esta población habremos de estar en compañía del Canal de Castilla, magna obra que pretendió crear una vía de comunicación entre Castilla y el Cantábrico para transportar el cereal en barcazas cuyo medio de propulsión fueran animales de tiro. Para ello, se habilitó en una de sus orillas un camino –sirga- a tal efecto (de hecho, podremos ver alguna señal de tráfico de “circulación prohibida a todos los vehículos automóviles… excepto CHD –Confederación Hidrográfica del Duero- y PEREGRINOS –puesto así: con mayúsculas-) La presencia del ferrocarril hizo obsoleto el uso del canal. En la actualidad se utiliza para el riego y para abastecer a las poblaciones aledañas. Últimamente se ha acondicionado un tramo para uso turístico mediante adecuadas barcas. Al llegar a Frómista, el camino atraviesa el Canal y no debemos continuar sin antes habernos detenido y observar el curioso sistema de esclusas utilizado para salvar los desniveles. Lamentablemente, han sido desmontadas muchas de las compuertas que posibilitaban el funcionamiento de la esclusa. No obstante, sigue siendo sorprendente su contemplación.


“Camino de soñada Compostela”. Éste es el título del libro que el escritor leonés Javier Antón Cuñado (con el cual nuestro protagonista tuvo ocasión de hablar en su casa largo y tendido sobre el Camino y su libro) quiso poner para expresar ese deseo casi indefinible del peregrino jacobeo. Así, en galiciadigital.com, podemos leer lo que sigue: Dice Anton Cuñado -con acierto- que del Camino de Santiago “está dicho casi todo. Solo los poetas, incluyo los del pueblo, son capaces de sorprendernos, diciendo lo de siempre; pero, de forma nueva. Y es que el arte de engarzar bien las palabras -añade- sigue siendo privilegio de muy pocos". Nosotros nos atreveríamos a decir que también hay otra manera de transmitir esos sentimientos “de siempre”, y ello es a través de la fotografía; fotografías que atesoren en su interior la ilusión de esa soñada Compostela. En la imagen, un dibujo al borde del camino del cual se desprende perfectamente cuanto acabamos de manifestar.  

ÏTERO DE LA VEGA – CARRIÓN DE LOS CONDES  26.01.07

Entraremos en Frómista y no deberíamos abandonar esta población sin, al menos, haber visitado la iglesia de San Martín –soberbio ejemplo románico en perfecto estado de conservación- Sus más de cuarenta capiteles salpicarán nuestra curiosidad así como sus canecillos exteriores, incluyendo multitud de detalles que no escaparán a nuestra curiosidad. Cuando salgamos de Frómista, recorreremos un corto trecho por carretera para, al cabo, volver a tomar una pista de tierra (aunque paralela y al lado de la carretera) que nos conducirá hasta Población de Campos, Revenga de Campos, Villarmentero de Campos y Villalcázar de Sirga antes de culminar nuestra etapa en Carrión de los Condes. Es evidente, por los topónimos, que estamos en plena Tierra de Campos. Los palomares, las espadañas abarrotadas de cigüeñas, las tierras en barbecho o las sementeras en incipiente germinación son nuestras compañeras. También es tierra de palomares que, con un poco de suerte, podremos visitar su interior acompañados por su dueño; el cual, amablemente, nos habrá invitado a descubrirlo.
Nos sorprenderá la visión de la iglesia templaria de Villasirga (antiguo nombre de Villalcázar de Sirga) Esta iglesia no está en el mismo camino, pero conviene que nos acerquemos pues son pocos metros los que nos separan de ella. La portada –con alguna que otra grieta que ha sido necesario afianzar con algún tirante- es espectacular y ya en su interior, Santa María la Blanca –cantada por Alfonso X el Sabio- espera nuestra visita. 


La iglesia de Santa María, en Carrión de los Condes, es un magnífico ejemplo de la riqueza monumental de esta ciudad pues, no en balde, es una de las poblaciones más ricas en arte, historia y monumentos de todo el Camino. Llaman la atención las impostas de la puerta con forma de bueyes. Tras caminar por los yermos campos de esta maravillosa meseta, valoraremos más el arte y la hospitalidad. 
CARRIÓN DE LOS CONDES 26.01.07

En algo más de una hora llegaremos a Carrión de los Condes con la misma horizontalidad que nos ha acompañado durante todo este trayecto. En estos últimos kilómetros hallaremos alguna pequeña vaguada que no significa nada en cuanto a dificultad. La llanura (de “llano”) es omnipresente. En esta ciudad, en medio de la inmensa llanura, es frecuente ver ifotogénicos carámbanos de hielo en sus fuentes.
Carrión de los Condes, lugar del emplazamiento histórico de la familia Beni Gómez – relacionada con el Cid Campeador-, con su iglesia de Santiago en cuyo friso están labrados los doce apóstoles con un Pantocrátor intermedio que impresiona de sólo mirarlo. Carrión de los Condes, con su iglesia de Santa María de sobrio estilo románico... y tantas maravillas que nos están reservadas en la espera de nuestra llegada. Sepamos aprovechar la ocasión.


Décima sexta etapa

Podríamos decir que hoy es “la etapa reina”; que hoy se va a poner a prueba esa fuerza interior, esa fuerza de voluntad que ya debemos tener plenamente desarrollada. Hoy, de los dieciocho kilómetros totales que consta la etapa, unos catorce lo son por terreno totalmente carente de todo...de todo. Arbustos de ralo aspecto, planicie de dilatadas vistas, cielo que parece aplastarnos, arboleda prácticamente inexistente, terreno pedregoso y yermo... Esto nos espera hoy: simplemente... la nada. La nada en su más auténtica acepción. La nada en derredor... la ausencia de todo adorno, de toda distracción. Sólo el viento, al ver al sufrido y empequeñecido peregrino en medio de la inmensidad que le rodea, se apiada de él y acude presuroso para susurrar en sus oídos frases de historias perdidas, de tiempos pretéritos, de batallas desconocidas.


En este año (2011) llegaron a Santiago de Compostela 341 peregrinos a caballo (entiéndase como montando a caballo, con mulas o con borriquillos). Aquí, como ya habremos visto o veremos en otras fotografías de esta misma obra, unos estudiantes navarros (creemos recordar) decidieron hacer toda la senda jacobea ayudados por un simpático burrito que era el encargado de transportar una gran parte de todo el equipo que llevaban sus dueños.
HONTANAS – ÍTERO DE LA VEGA  21.02.11

Salimos de Carrión por el monasterio benedictino de San Zoilo y después de caminar por carretera durante una hora, abandonamos ésta y nos enfrentamos con un rectilíneo tramo de catorce kilómetros... Demoledor. El suelo no es simplemente de tierra... No; el suelo presenta una inmensa cantidad de cantos rodados puestos seguramente para mortificación del cuerpo en beneficio de la purificación del alma (ya sabemos que las penitencias elevan los espíritus) No conocemos a ciencia cierta si ésta es la razón; pero suponemos que alguna debe de existir pues el martirio (y nunca mejor dicho) al que estaremos sometidos durante esos catorce kilómetros no tiene perdón. Cuando lleguemos a Calzadilla de la Cueza sentiremos un “hormigueo” en nuestros pies, tobillos, piernas que ya no podremos casi aguantarlo. Al llegar al albergue que está en la entrada del pueblo y que presenta en su fachada un bello dibujo alegórico al jacobípeta, nos desplomaremos en una silla e iremos derechitos a la litera para reponer algo nuestros maltrechos pies. Ni botas ni nada es capaz de amortiguar la dura prueba a que nos someten; siendo casi despiadado, fiero, implacable, sádico... ¡Pero es una hermosa etapa! 


Una pequeña parada para comer un poco pues en la etapa de hoy, en medio de la nada, no podremos hacerlo en ninguna de las poblaciones por las que pasemos por el evidente motivo de que no existe ninguna ciudad, pueblo o aldea en la que podamos reponer nuestras fuerzas degustando su sabrosa gastronomía. No nos queda otra que llevar algo para alimentarnos desde Carrión de los Condes. Pero esto nunca es un inconveniente. Siempre será parte de la esencia del Camino.
CARRIÓN DE LOS CONDES – CALZADILLA DE LA CUEZA  23.02.11

Es una etapa, en opinión del autor, de las más auténticas del Camino. Esperemos que nunca pongan nada en esos catorce kilómetros. En verano, con la afluencia masiva, suele habilitarse un bar en la mitad del recorrido, aproximadamente, para que sacien su sed y su hambre los maltrechos y ya extenuados peregrinos. Además, un vehículo de protección civil recorre todo este tramo en viaje repetido de ida y vuelta, con su carga de agua para saciar la necesidad del líquido elemento de los que por allí se arrastran (es un decir) Sin embargo (el autor diría que afortunadamente) en invierno no hay ni bar provisional ni vehículos de protección civil. Nada, como decíamos líneas atrás. Nada. 

No obstante lo anterior, hemos de decir que en nuestra peregrinación del año 2011 pudimos comprobar -con una cierta decepción a nivel personal- que, dado que 2010 fue Año Santo, habían echado una capa de tierra para mitigar el sufrimiento de los pies en todo este tramo. ¿Es de agradecer? Bueno, suponemos que sí -aunque lo dudamos-, pero el Camino debería preservarse en su más íntima esencia y no acondicionarlo pensando en "el turismo". El Camino es para los peregrinos y para que éstos se sientan transportados a otras épocas. No olvidemos que un verdadero peregrino nunca será un turista. 


En el, aparentemente, parco tramo entre Carrión y Calzadilla, algún jacobita ha considerado oportuno levantar nuestro ánimo con un mensaje de aliento: una piscina que, en invierno, no nos servirá de mucho, y un bar que, en estos meses, es más que probable que esté cerrado. Sin embargo, el brío que nos intenta transmitir, se agradece.
CARRIÓN DE LOS CONDES – CALZADILLA DE LA CUEZA  25.01.06

Con el paisaje cubierto por fina capa de nieve, todo se transforma como tocado por una varita mágica. Un mar blanco nos rodea. Si la planicie nos parecía antes carente de relieve, ahora, con la nieve cubriéndolo todo, la sensación ya es total. Plano y liso. Sepamos aprovechar estos momentos pues pocas veces en nuestra vida tendremos una oportunidad más propicia para meditar y sopesar nuestras decisiones, nuestros aciertos y nuestros fracasos, nuestra vida en pareja o con los demás. Casi cuatro horas de caminar en estas condiciones tan duras dan para mucho. Elevemos nuestro espíritu y volemos en pos de metas a realizar... La etapa se hará más corta y llevadera.
¡Adelante, peregrinos! Ánimo y ¡buen camino!



Décima séptima etapa

Todavía algo maltrechos por el “palizón” de ayer, dejamos atrás Calzadilla de la Cueza para cruzar el río Cueza por la carretera que transitamos y proseguir por andadero al lado de la misma. Hasta Lédigos, en pleno reino del adobe, nos separa una suave subida y posterior fácil bajada sin apenas inclinación. La presencia, inseparable de estos paisajes, de los palomares nos acompañará sin remisión. Atravesamos este pequeño núcleo de casas para seguir por el inseparable andadero hasta Terradillos de los Templarios que, como su propio nombre indica, tuvo mucho que ver con los caballeros de la Orden del Temple cuya presencia se mantuvo por algún tiempo en estos parajes.


Tras una nevada, con el cielo diáfano y las primeras luces del día, hemos tenido que continuar la marcha. Una marcha placentera, bien abrigados, al calor del entusiasmo que nos produce ver la inusual representación de nuestro entorno con el níveo manto. No habremos pasado frío pues la “estufa” que llevamos en la espalda nos calienta en cuanto demos los primeros pasos. En realidad, podremos decir que, a pesar de la estación invernal, hemos pasado más calor que frío.
EL BURGO RANERO  29.01.06

Aunque seguimos en tierras yermas y esteparias, aunque nuestro frente sigue siendo dilatado sin perdón, ya empiezan a ser visibles a nuestra derecha, allá, muy lejos pero claramente visible en tiempo despejado, los nevados picachos de la Cordillera Cantábrica. Esto, con ser poco, pone una nota de peculiaridad en nuestro árido caminar de las jornadas precedentes… En realidad, no nos faltan muchos kilómetros para salir de la provincia de Palencia y entrar en la de León.

Pero salgamos de Terradillos de los Templarios, para caminar hasta Moratinos con sus típicas casas de adobe y multitud de bodegas excavadas en los pequeños promontorios que salpican el paisaje circundante. Tras algo más de media hora, llegamos a San Nicolás del Real Camino, último pueblo de Palencia, que dará paso a la siguiente provincia: León. Con la vista puesta en el lejano caserío de Sahagún, llegaremos al límite provincial desviándonos por el camino para pasar por un puente sobre un ramal del río Valderaduey –que suele estar completamente seco por haber sido reconducido- y así poder llegar hasta la ermita de la Virgen... (¡Eso mismo!) la Virgen del Puente; de un estilo románico en el que ya se muestran elementos mudéjares. Estamos en Sahagún, ciudad mudéjar allá donde las haya.
Entramos, pues, en Sahagún y atravesamos al poco las vías del tren para dirigirnos al albergue municipal. Antiguo templo hoy dedicado a albergue y a oficina de turismo, nos sorprenderá su peculiar ambiente. El autor es conocedor de algunos peregrinos que, al estar solos en tan majestuoso lugar, con altos techos, nerviaciones inacabadas, inmensos telones de rojo púrpura... no han sido capaces de dormir tranquilamente como si alguna aparición medieval se les fuera a presentar de la forma más natural del mundo. Miedo escénico que no son capaces de superar. Varios han sido los que, ante estas sensaciones tan inquietantes, han pernoctado en el hostal de enfrente. 
Con esto no queremos decir –ni mucho menos- que el albergue no sea acogedor, que lo es; sino que el ambiente es tan grandioso y espectacular que no todos lo pueden asimilar. 
Bajo ningún concepto (bueno, cada cual que haga lo que considere) deberíamos perdernos la casi obligada visita a las iglesias mozárabes de San Lorenzo y San Tirso, además de ver el arco barroco de San Benito.


Tierra de transición entre los vergeles navarros y la aridez esteparia, La Rioja nos va introduciendo, poco a poco -como si necesitáramos un previo entrenamiento-, en algunos paisajes anunciadores de lo que nos espera. La comunión con las tierras riojanas nos subyugará  creando una connivencia de sutiles matices.
VENTOSA – NÁJERA 10.01.06


Décima octava etapa

Salimos de Sahagún por un paseo arbolado que discurre al lado de la N120 y algo más adelante se nos advierte de la existencia de una bifurcación, nosotros podremos seguiremos de frente, camino de Bercianos o bien continuar por el camino que nos conducirá hasta Calzadilla de los Hermanillos. El autor ha ido siempre por la senda que discurre atravesando El Burgo Ranero; pero también ha hollado el “otro” camino. Este “otro” camino es el llamado Vía Trajana; camino primigenio según nos cuentan, que nos hará atravesar la población de Calzada del Coto la cual se encuentra a algo más de una hora después, aproximadamente, de haber atravesado el Cea. A continuación, en terreno claramente abierto, veremos bosquetes de encinas y robles en un camino prácticamente rectilíneo que, en esta época del año, presenta numerosas lagunillas con su correspondiente vegetación asociada. Las indicaciones jacobeas ya nos presentan a un simpático leoncito vestido de peregrino con su bordón, calabaza, vieira y zurrón.
Después de andar un buen rato por camino forestal de tierra y a una media hora antes de llegar a Calzadilla de los Hermanillos, nos sorprenderá gratamente encontrar la llamada “Fuente del Peregrino” que, en medio de una agradable chopera, sale a recibirnos para nuestro bien ganado descanso.


En muchos lugares veremos las oportunas palabras de ánimo expresadas en los emplazamientos en donde hacen más falta. Por ello, en los meses hibernales, observando una nevada con tan singulares manifestaciones, el escenario deviene en un inmenso decorado surrealista que ya no nos extrañará pues, a base de dar muchos pasos, consideramos todo ello como parte integrante, “lógica” e inseparable, de nuestra experiencia.   
HORNILLOS DEL CAMINO – HONTANAS  22.01.07



Puede que mientras nos deleitemos con sus frescas aguas, pensemos en lo sesgadas que pueden llegar a ser ciertas informaciones que recibimos en el Camino (afortunadamente no son todas, sólo una pequeña parte… ¿O no tan pequeña?) Bien, queremos decir que cuando el autor eligió esta “variante” (que, para colmo, es el camino más antiguo), después de haberlo hecho siempre por el Burgo Ranero, tuvo que “soportar” que a un amigo suyo que estaba en dicha población, fuera advertido del peligro que corría todo aquél que se aventurara por tan inhóspitas y solitarias tierras, reino de los lobos y de los más despiadados salteadores. Alguna persona llegó, incluso, a sugerir que llamaran al autor de este libro y, al parecer, inconsciente y temerario peregrino, para advertirle de los “terribles peligros” que le acechaban y convencerle de que retornara “a la buena senda”. Todo esto es asombroso y casi increíble. Por supuesto, qué duda cabe, el autor no tuvo ningún problema en recorrer esta mal llamada variante. Pero sigamos con nuestro camino… Tras atravesar Calzadilla de los Hermanillos, nos vemos inmersos en la misma rectilínea senda que nos ha venido conduciendo hasta aquí. Apenas si divisamos algún que otro árbol en la lejanía. Todo es llano; todo es árido; todo es herbazal en derredor. Una caseta de moderna factura nos brinda un poco de sombra que sabremos agradecer… Y otra vez la nada salpicada por alguna que otra lagunilla. Más adelante, la vía del tren nos acompaña por momentos y es fácil que algún rápido vagón repleto de curiosos pasajeros nos indique su presencia con su rítmico y veloz sonido. Seguiremos caminando por este mar de desolación comprobando, para nuestro espanto, que el suelo va convirtiéndose en un pedregal a la manera en que se encontraba hace algunos años el tramo que seguía a Carrión de los Condes. Aquí, otra vez, los cantos rodados propiciaran una interiorización no exenta de cansancio pues, precisamente por el cansancio, esa interiorización que se propicia es más profunda y verdadera. Lo molesto se convierte en positivo.
Más adelante observaremos unos extraños espacios vallados que, a poco que preguntemos en la siguiente población, nos dirán que se trata de los emplazamientos en los cuales parece ser que existen restos arqueológicos que todavía están por aflorar. Por esa razón, para preservarlos de cualquier posible actuación nefasta, están vallados (curioso, sin duda). Al poco, un enorme canal a la vera del Esla nos da paso a nuestra meta de hoy: Mansilla de las Mulas.


Es llamativo cómo en ocasiones se da una información “curiosa” al peregrino. Unas veces se hace verbalmente y otras por medio de la palabra escrita. Se nos dice que por aquí hay esto, lo otro, lo de más allá… Y nos dicen también que por el otro lado pues, bueno... que es una variante, solitaria, sin nada… Que cada cual escoja… Pero, claro, con esas premisas... Sin palabras. 
Mas vayamos a la peculiaridad de la foto: esta fuente se encuentra en una hermosa chopera con algún que otro árbol ornamental. Un descanso viene bien de vez en cuando.
SAHAGÚN – CALZADILLA DE LOS HERMANILLOS  25.02.11


Por el “otro camino” –el que atraviesa El Burgo Ranero- veremos cómo desaparece la exigua arboleda durante un tramo para luego reaparecer en un andadero. Así, poco a poco, vamos desgranando kilómetros hasta llegar a Bercianos del Real Camino en donde caminaremos por su calle Mayor que, dejada atrás, nos permitirá caminar otras dos horas por un paisaje que cambia algo su fisonomía al toparnos con pequeñas lagunillas que a buen seguro estarán heladas total o parcialmente. De hecho, el siguiente pueblo que atravesaremos, debe su nombre a la existencia de dichas lagunas ya que en ellas hay muchas ranas y, por lo tanto, no debe extrañarnos que esta población reciba el nombre de El Burgo Ranero.
Precisamente en este pueblo ha ejercido el autor de hospitalero, viviendo una muy grata experiencia que nunca olvidará.
       
Después de atravesar El Burgo Ranero, con sus casas de adobe y su iglesia dedicada a San Pedro, retomamos un largo y rectilíneo andadero, flanqueado por rasos campos, que nos hará llegar (13 kilómetros después) a Reliegos de las Matas; fin de nuestra etapa de hoy. Algo antes de llegar a esta población, nos sorprenderá una curva (ya casi creíamos que no existieran semejantes “geometrías”) que nos facilitará, mediante un túnel, el paso de las vías del tren.


Tras el humilde adobe, la iglesia de Terradillos de los templarios asoma su campanario para vernos pasar. Alguien que estaba sentado muy cerca de nosotros nos mira de soslayo, se levanta y nos dice: ¿Sabían ustedes que Terradillos de los Templarios es famosa en las leyendas históricas del Camino por su gallina de los huevos de oro? ¡Caramba! -Nos quedamos un poco perplejos-. Pues sí –continúa- además, el nombre de este pueblo tiene su origen en la palabra terrado, entendida como pequeña elevación del terreno; y, en cuanto a lo de templarios –prosigue- se debe a que en el siglo XII había aquí un hostal de peregrinos que estaba custodiado por los caballeros del Temple. Siempre aprenderemos algo nuevo si sabemos escuchar.
TERRADILLOS DE LOS TEMPLARIOS  24.02.11

Como ocurre con otros pueblos del Camino, no percibiremos la presencia de Reliegos de las Matas hasta que no estemos prácticamente encima. Unas bodegas (ya sabemos: una puerta en el cortado de pequeños cerros con su correspondiente chimenea-respiradero) nos reciben. Su albergue será digno marco para nuestro descanso... aunque carezca de algunas prestaciones... pero ya sabemos que eso es parte del encanto del Camino...

Debemos tomar en consideración que estamos a más de ochocientos metros de altitud y que por ello es frecuente que nieve en las fechas invernales. Debemos extremar la precaución y ser conscientes de esta circunstancia. Siempre contaremos con la colaboración del hospitalero para decidir si fuera conveniente aguardar un poco para que el sol, al estar más alto, caliente algo más y nos permita salir con mayor comodidad; e, incluso, si estuviera nevando, con ventisca y frío considerable, debemos consultar si podemos quedarnos una noche más. El hospitalero siempre será quien, en vista de las circunstancias concurrentes, decida lo que mejor convenga en esos momentos.
El invierno es una estación que escapa a los parámetros del verano, otoño y primavera. El invierno es diferente. El invierno es un reto, una incógnita, una prueba que debemos superar. Debemos tener muy en cuenta que, de los dos primeros inviernos en los que se basa este libro, el primero fue estadísticamente el más frío y el segundo (ironías del destino) fue el más caluroso desde que se tienen registros... Por lo tanto, no podemos fiarnos demasiado del tan manido “cambio climático”, del machacón “calentamiento global”; pues lo mismo nos viene calor que vemos colgar, durante semanas enteras, carámbanos de hielo en todos los tejados. No, no podemos “hacer previsiones”. ¿Nos damos cuenta de que eso es precisamente lo que hace del invierno la estación “más auténtica” del Camino? ¿Nos damos cuenta de que lo comenzaremos con incógnitas al igual que ocurría en la Edad Media? ¿Nos damos cuenta de lo extraordinario que resulta no saber qué nos vamos a encontrar... cuando estamos acostumbrados a tenerlo todo controlado? Es eso precisamente lo que el invierno aporta al Camino y es eso precisamente en lo que debemos pensar cuando iniciemos nuestra aventura, nuestro caminar en pos de la tumba del Apóstol que, en definitiva supone caminar en pos de un sueño, de una ilusión, de una inquietud interior. 


El atardecer dibuja con áureos tonos todo aquello que abraza. El sol vespertino, rasante ya a las seis y media de la tarde, siluetea y da su hálito intemporal en todo lo que alcanza. Aquí, en esta tierra de soledades, donde los vientos corren sin ningún obstáculo que se oponga a sus ansias de infinitud, nos sentimos parte integrante de la naturaleza que nos rodea; o, mejor dicho, que nos inunda imbuyéndonos de su más pura esencia. Los contraluces son fascinantes y sugerentes.
CARRIÓN DE LOS CONDES – CALZADILLA DE LA CUEZA  09.02.10

El autor ha hablado con muchos peregrinos “invernales” y puede asegurar que muchos lo hacen en las fiestas de Navidad y Año Nuevo porque quieren huir de los recuerdos, del artificioso jolgorio que no se corresponde con manifestaciones de alegría, sino con desesperados intentos de aturdir una alienante realidad. Otros lo hacen por sentir la emoción de lo desconocido y convivir con esos peregrinos que tienen inquietudes parecidas a las suyas; pues, sean cuales fueren éstas, todos tienen un denominador común: escapar de la banalidad cotidiana, de la falsedad y de los problemas que les angustian... pero no lo hacen por “cobardía”, no; lo hacen por estar a solas consigo mismos y por poner en orden sus ideas en un marco de soledad, reflexión y convivencia con otros que, en muchas ocasiones, ponen de relieve unos problemas mucho más importantes que los nuestros lo cual conlleva una reflexión sobre muchos aspectos.

Descansemos y disfrutemos del invierno a nuestra manera. Mañana nos espera un nuevo día con nuevas sorpresas y experiencias... Hasta mañana y... ¡buen camino!



Décima novena etapa
                                                                                   
Hoy también es un día importante. Hoy vamos a llegar a la cuarta gran ciudad del Camino: León. Atrás hemos dejado Pamplona, Logroño y Burgos... Ahora, en la provincia de más largo recorrido jacobeo, llegaremos a la ciudad de “La Pulchra Leonina”, a la ciudad que fuera asentamiento de la “Legio VI Victrix y de la VII Gemina, a la ciudad del león rampante. Para ello –ya lo sabemos- deberemos pagar el peaje de los polígonos industriales, las carreteras de circunvalación, las urbanizaciones... Pero el andarín peregrino ya está acostumbrado a enfrentarse con estas situaciones. Él sabe muy bien que la mejor manera de transitar por tan poco motivador escenario es abstraerse y entrar en su mundo que, en definitiva, ya a estas alturas, es totalmente diferente al de los demás.


Justo al terminar de subir el alto de Mostelares, nos encontramos con un área de descanso que ha sido recientemente construida con motivo del Año Santo 2010 (el próximo Año Santo será dentro de once años –esto se dice en el 2012- por lo que dicha celebración no tendrá lugar hasta el 2021. Son de agradecer estos lugares de reposo pues en las llanuras castellanoleonesas el sol –incluso en invierno- es implacable; aunque, qué duda cabe, no con la fuerza de las demás estaciones del año.
CASTROJERIZ – ÍTERO DE LA VEGA  21.02.11

Caminando por la calle Real, saldremos de Reliegos (ya sabemos: de las matas) Si hemos tenido suerte, podremos haber desayunado algo en algún lugar abierto; o, en caso contrario, si hemos sido previsores, tomaremos algo de las vituallas que tengamos atesoradas para comenzar, pletóricos de ilusión o con la curiosidad propia de las circunstancias o, tal vez, con la mente puesta en nuestras reflexiones de hoy, una nueva etapa: Reliegos-León.
Decíamos que saldremos por la calle Real para sumergirnos nuevamente en un paisaje cerealista que ya empezamos a considerar eterno. Caminando nos aproximaremos y alcanzaremos Mansilla de las Mulas; ciudad ésta que nos sorprenderá por sus murallas en plena restauración. Entraremos  por la llamada “puerta del Castillo” que veremos construida con cal y canto rodado -es decir, con argamasa- y atravesaremos esta antigua ciudad de lado a lado para desembocar en el río Esla y seguir caminando por un andadero paralelo a la N601 que, en realidad, viene a ser la N120, renombrada en esta zona. Así llegaremos hasta Villamoros de Mansilla en donde se termina el andadero y ahora hay que caminar directamente por el arcén. Volvemos nuevamente al andadero y nuevamente a la carretera en Puente de Villarente en donde atravesamos el río Porma por un largo puente medieval de una peligrosidad más que evidente. Apenas si existe espacio suficiente para los dos sentidos de circulación y los peregrinos. Hay que extremar la precaución pues los camiones no tienen más remedio que pegarse al pretil con el consiguiente riesgo de que nos afeiten sin nosotros haberlo solicitado. Al parecer, está prevista la construcción de una pasarela metálica paralela al puente, que evite una desgracia... Por cierto, siempre debemos sospechar la presencia de alguna fina capa de hielo. Estemos atentos pues las pasarelas metálicas son sumamente resbaladizas en estas circunstancias.


Hasta no hace mucho tiempo, el camino, poco antes de entrar en León, atravesaba el comienzo de una autovía; o, al menos, tenía todas las demás características propias de este tipo de vías. No existía semáforo y ni siquiera un paso de peatones. El peregrino tenía que mirar hacia su izquierda, hacia su derecha, vuelta a mirar y, en un momento dado, en un arranque súbito de valor casi temerario, tenía que emprender veloz carrera (con mochila y bordón como contrapesos) y rezar para no haberse equivocado en su valoración. La verdad es que no exageramos mucho. Afortunadamente, ya se ha construido una pasarela para evitar tan evidente riesgo. Debemos alegrarnos de ello.
MANSILLA DE LAS MULAS – LEÓN  26.02.11

Como estaremos transitando por la acera de la izquierda, debemos prestar atención y cruzar la carretera (por paso de peatones) a la altura de las instalaciones de Caja España, para continuar por la derecha y, siguiendo nuestras familiares flechas amarillas, llegar al rato a Arcahueja desde cuyo lugar estaremos a nueve kilómetros de la ciudad de León. Varias subidas y bajadas nos acercan. El inevitable polígono nos acecha. Afortunadamente han construido una pasarela, también metálica que nos posibilita el paso sobre una calzada de alta densidad de tráfico y que, hasta hace poco, era un lugar en donde había que mirar a la izquierda, a la derecha, santiguarse, cerrar los ojos y atravesar corriendo (bueno, el lector intuirá que es un poco exagerada esta descripción y, por supuesto, en clave de humor) No obstante, la peligrosidad del lugar era extrema –sin exagerar- . Es muy importante que se vayan eliminando estos “puntos negros” aunque no se haya producido, milagrosamente, ningún atropello. No hay que esperar a que se produzcan.

Ya estamos en León. Ya entramos en una ciudad que nos reservar una inmensa cantidad de obras de arte y de vida.



Vigésima etapa

Después de haber disfrutado de la ciudad de León, de sus monumentos, de su ambiente nocturno, de su vida en general, subiremos la mochila a nuestra espalda y comenzaremos una nueva jornada dispuestos a alcanzar nuestra próxima meta que no es otra que la población de Hospital de Órbigo; la cual, además, marca el fin de nuestras llanuras esteparias con la inclusión del páramo leonés. Ya vamos terminando los páramos y la ausencia casi total de arbolado; ya terminamos los inmensos campos de cereales y las tierras rasas y nos adentramos, nuevamente, en las zonas de bosque y monte bajo.


En todas estas tierras que hollamos y nos rodean, tendrán un especial protagonismo los palomares. Estas construcciones (normalmente de adobe y teja árabe) están omnipresentes. En elpais.com de fecha 16.09.06, podemos leer: (...) Mudos testigos de todo ello han sido unas pequeñas construcciones que salpican estos campos: los palomares. Cientos de ellos, desde la época romana, sirvieron de ayuda a la economía familiar. De infinitas formas, se puede decir que no hay dos iguales. Unos son circulares, cual enanas plazas de toros, o cuadrados, como ventas del camino; otros alternan caprichosas formas que recuerdan palacios árabes, chozos africanos o pagodas orientales. Blancos, marrones, rojizos. Por mucho que se parezcan, cada cual tiene algo que le diferencia del otro. De Este a Oeste, los palomares se vislumbran por pueblos y caminos. Algunos están impolutos, capricho de su propietario que los cuida con mimo”. Después de esto… ¡Qué más decir!
ÍTERO DE LA VEGA – FRÓMISTA  25.01.07

Nos dirigiremos al paseo de Papalaguinda para, después de algún callejeo guiados por nuestras inseparables flechas amarillas, acceder al Hostal de San Marcos. Su fachada plateresca no nos dejará indiferentes. Cruzando el río Bernesga y, tras algo menos de una hora, siempre por zonas urbanas, llegamos a Trobajo del Camino para, continuando por zonas urbanizadas –unas veces por calles y otras por travesías, alcanzamos en unos tres cuartos de hora la población de La Virgen del Camino. Según caminamos, nos sorprenderemos con la modernidad de un santuario que encontraremos a la derecha. Los apóstoles son de factura tan moderna que apenas si son reconocidos por un peregrino que está acostumbrado al románico, gótico... Tras buscar afanosamente, cae en la cuenta de la figura de Santiago la cual siempre es objeto de búsqueda por evidentes motivos.
Tenemos que cruzar la travesía para seguir las indicaciones que nos conducirán a Valverde de la Virgen; siendo así que al poco debemos prestar atención pues aquí, como en otras partes del Camino, hay pintadas para que el peregrino se desvíe hacia un lado u otro en función de... En fin, lo que queremos decir es que veremos indicaciones para que vayamos hacia otras poblaciones que, en definitiva, son variantes del camino principal o Camino Francés. 


Llegando a Puente y Hospital de Órbigo, comienza a cambiar el paisaje dejando atrás las áridas superficies que nos han acompañado en los últimos doscientos kilómetros. El río Luna, allende las parameras, adopta posteriormente el nombre de Órbigo con el cual nos recibe bajo el puente que fuera testigo de la sin par gesta caballeresca de D. Suero de Quiñones.
PUENTE Y HOSPITAL DE ÓRBIGO 07.02.07

Bien, siguiendo con nuestra ruta atravesaremos Valverde de la Virgen, San Miguel del Camino, Villadangos del Páramo y San Martín del Camino para llegar a Puente y Hospital de Órbigo.
Tanto Valverde de la Virgen como San Miguel del Camino son dos pequeñas localidades que atravesaremos sin mayores dificultades, prosiguiendo la marcha hasta Villadangos del Páramo que aunque no sea nuestro final de etapa, sí debemos saber que cuenta con un albergue espacioso en el cual, en tiempo frío, nos proporcionarán gruesos troncos para poder encender la chimenea y calentarnos ya que no tiene calefacción y tampoco agua caliente. No obstante, el autor ha pernoctado siempre en él por la sensación acogedora que brinda. Además, el pueblo cuenta con la interesante iglesia parroquial de Santiago en la cual podremos descubrir unas sorprendentes puertas en las que se representan (casi en estilo naïf –salvando las distancias-) dos bajorrelieves policromados con la victoria del rey leonés Ramiro I sobre Abderramán II en la batalla de Clavijo con la decisiva ayuda del apóstol Santiago –uno- (llamado desde entonces Santiago Matamoros y hoy en día, por aquello de las sensibilidades entre culturas, ya se le conoce como Santiago Ecuestre por aparecer siempre en brioso caballo blanco) y, en la otra puerta el otro, con el tributo de las cien doncellas.
En una hora alcanzaremos San Martín del Camino que atravesaremos para acceder, en dos horas de pista, a nuestro final por hoy: la ya mencionada población de Hospital de Órbigo que, además, nos marca el final de uno de los tramos más fascinantes de toda la peregrinación: las inigualables llanuras esteparias. Siempre recordaremos su desolación y al mismo tiempo siempre recordaremos que fue precisamente en este tramo cuando llegamos a comprender muchos aspectos de nosotros mismos y de nuestra relación con los demás. 


GALERÍA DE IMÁGENES 

La iglesia de San Martín de Tours, en Frómista, es un referente del románico palentino y una de las construcciones románicas más importantes de toda España. Fue construida a finales del siglo XI con una armonía de volúmenes que llama poderosamente la atención. Todo está estudiado y calibrado hasta en sus más mínimos detalles. Tiene capiteles muy interesantes como el llamado de la Orestíada. Lamentablemente, con la desamortización de 1835, la iglesia entró en una profunda decadencia y tuvo que cerrarse hasta la última década del XIX.
FRÓMISTA  28.02.09

En los austeros pueblos de la meseta, se alzan, testigos de un pasado pletórico de glorias y miserias, arañados por el paso del tiempo, viejos monumentos que, como los rollos jurisdiccionales, nos hablan de antiguas leyes y costumbres. Su conocimiento nos ayudará a entender mejor todo cuanto veamos.
BOADILLA DEL CAMINO 25.01.07

En medio de un campo en el cual se mezclan las escarchas con la tímida nieve caída al anochecer, la simple expresión peregrina de una espiral nos retrotrae a arcanas significaciones de diferente y convergente factura a la vez. El propio universo, la sabiduría... circunferencia que emigra sobre su mismo plano... sensaciones de soledad y recogimiento que se potenciarán en la meseta.
ZARIQUIEGUI – UTERGA 28.12.05


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