ACOGIDA Y CALOR HUMANOS

IR A CIUDADES, PUEBLOS Y ALDEAS 
IR A ALBERGUES
IR A PROTAGONISTAS E HISTORIA  
































PRESENTACIÓN  



          "Calixto Obispo, siervo de los siervos de Dios, a la muy venerable comunidad de la basílica cluniacense, sede de su elección apostólica, y a los ilustrísimos señores Guillermo, Patriarca de Jerusalén y Diego, Arzobispo de Compostela, y a todos los fieles saludo y bendición apostólica en Cristo. Como en ninguna parte del mundo pueden hallarse varones más excelentes que vosotros en dignidad y honor, a vuestra paternidad envío este códice de Santiago para que si pudieseis hallar en él algo que deba corregirse lo enmiende vuestra autoridad con diligencia por amor del Apóstol”.
         
Así comienza uno de los textos más importantes y famosos referidos al fenómeno jacobeo y, por ende, al Camino de Santiago: el “Liber Sancti Jacobi”, el “Códex Calixtinus”.
Esta compilación se remonta a los pretéritos tiempos del siglo XII y se atribuye al papa Calixto II. En él se contemplan sermones y homilías en honor del Apóstol, milagros del mismo, la traslación de su cuerpo desde Jerusalén hasta Galicia y el lugar de su enterramiento, la crónica del arzobispo Turpín (narrando la entrada en España de Carlomagno) y, por último, en el postrer libro de los cinco que lo componen, se detalla una especie de guía de viaje indicada para los peregrinos franceses o provenientes de Francia, con una breve descripción de la ciudad de Santiago y, más en concreto y en extenso, de su catedral.
Esta magna obra trata de observar, pues, exhaustivamente, aspectos varios relativos a Santiago, a su culto, al peregrinaje y al consecuente tratamiento de los peregrinos.




Así, en el libro I, capítulo XVII se dice: “Allá se dirigen los pobres, los ricos, los criminales, los caballeros, los infantes, los gobernantes, los ciegos, los mancos, los pudientes, los nobles, los héroes, los próceres, los obispos, los abades, unos descalzos, otros sin recursos, otros cargados con hierro por motivos de penitencia. Algunos, como los griegos, llevan cruces en sus manos, otros distribuyen sus bienes entre los pobres”... Al poco, en este mismo capítulo, encontramos: “Pues han ido allá muchos pobres, que después han sido felices; muchos débiles, después sanos; muchos enemistados, luego en paz; muchos crueles, después piadosos; muchos lujuriosos, después castos; muchos seglares, más tarde monjes; muchos avaros, luego espléndidos; muchos usureros, después dadivosos; muchos soberbios, después humildes; muchos mentirosos, luego sinceros”...
Ayer, al igual que hoy, gentes de toda condición, y de todos los países, acudían, en sutil hermanamiento, hacia ese ideal constituyente de una esperanza. Podemos observar cómo desde el inicio el Camino ha sido algo muy especial; algo que, en personas de muy diferente escala social y de muy diferentes condiciones, ha producido un cambio profundo en su interior (en mayor o menor medida, dependiendo de las circunstancias de cada uno) que no les ha dejado indiferentes. 


Desde tiempo secular, la hospitalidad ha sido consustancial con el Camino mismo. Las dotaciones y fundaciones reales de hospitales, o la creación de estos por parte de los monjes –especialmente los benedictinos-, formaron una densa red de atención al peregrino cuyos herederos son los actuales albergues. En ellos encontraremos verdadera acogida y calor humanos.
PONFERRADA 12.02.06

En el libro V, capítulo XI, se cita, de manera precisa, cómo deben ser tratados los peregrinos. Para ello, no se duda en expresarlo tan categóricamente como sigue: “Los peregrinos, tanto pobres como ricos, han de ser caritativamente recibidos y venerados por todas las gentes cuando van o vienen de Santiago. Pues quienquiera que los reciba y diligentemente los hospede, no sólo tendrá como huésped a Santiago, sino también al Señor, según sus mismas palabras, al decir en el Evangelio. “El que os reciba a vosotros, me recibe a mí”. Hubo antiguamente muchos que incurrieron en la ira de Dios, porque no quisieron recibir a los necesitados y a los peregrinos de Santiago”... “Por lo cual sépase que los peregrinos de Santiago, tanto pobres como ricos, han de ser justamente recibidos y diligentemente atendidos”.
Aún hoy en día, el espíritu caritativo del Camino brota, mana, destila, se percibe por doquier. En las ciudades, sean éstas grandes o pequeñas, se mira al peregrino con ojos de complicidad y simpatía. Esa frase tan hermosa... “¡buen camino!” nos es dirigida constantemente. Pero ello, siendo normal en todas las épocas del año, es especialmente significativo, y tiene una especial relevancia, en pleno invierno. 


 Los albergues son el lugar habitual del descanso peregrino; no obstante, de vez en cuando gusta estar un poco más relajado, tener un aseo más a fondo... Para ello, las pensiones son una buena opción. 
En la imagen, escalera de corte "antiguo" en un edificio con pensión de la ciudad de Logroño. 

El calor de las palabras, la calidez de las mismas como expresión de sentimientos, nos reconforta y nos hace sentir más solidarios para con el prójimo. Qué bonito es oír decir a unos chavales, de 10 ó 12 años, mirando con curiosidad a ese personaje que, bordón en mano, atraviesa su calle: “¡buen camino, señor!” Hoy en día, acostumbrados a la zafiedad, a la mala educación y a la falta de respeto para todos en general pero para con los mayores en particular, qué extraordinaria sensación se percibe al escuchar ese “¡buen camino, señor!” Una sonrisa bonachona y agradecida se escapará de nuestra alma.       
¿Y qué decir de los mil y un saludos que nos dirigen los conductores con sus luces, sus bocinas, con la palma de la mano dirigida hacia nosotros o con el gesto inequívoco del pulgar levantado cuando, en los tramos en los cuales el camino coincide con la carretera, éstos se cruzan con nosotros? Continuamente la misma sensación: el peregrino, independientemente de otras motivaciones, es, en general, respetado y querido. Estas manifestaciones son más valoradas en la desolación de los días invernales. El calor dimanante de ello suple, con creces, el frío que pueda hacer en esos momentos.

En muchos albergues estaremos, en ocasiones, solos. Ni siquiera el hospitalero estará permanentemente allí pues son pocos los que peregrinan en esta estación. Sin embargo, también dicha circunstancia tiene su lado positivo pues estaremos seguros de encontrar alojamiento en cualquiera de los albergues que estén abiertos (más de los que suponemos en principio –ver relación en el apéndice-) y tendremos más tiempo para nosotros mismos. No obstante, en aquellos en los que coincidamos con otros peregrinos, al ser un número reducido, confraternizaremos mucho más fácilmente pues la soledad del Camino, sin duda, magnifica nuestra fraternidad.

Cuando estemos inmersos en el Camino, percibiremos que lo normal es ayudarse unos a otros, que lo normal es interesarnos por los problemas y alegrías de los demás; percibiremos que, de lo más profundo de nosotros mismos, surge un ansia inmensa de ser comprensivos con los que nos acompañan en esta peculiar experiencia. Algunos grafitos o pinturas recogen este sentir.
SARRIA 27.02.06


A lo largo del recorrido nos encontraremos con peregrinos singulares que gustan de hacerlo en esta época del año. Lo viven, lo sienten y lo saborean con un deleite muy especial.
Si sabemos escuchar, aprenderemos mucho de los demás jacobitas y de las experiencias acumuladas de los hospitaleros que vayamos conociendo... y de los siempre interesantes comentarios de las buenas gentes que nos ofrezcan el consuelo, totalmente desinteresado, de su conversación; y todo ello aderezado con el sosiego que brinda la singularidad y el recogimiento, con la brevedad de las horas de luz y con la sinceridad dimanante de un ambiente tan propicio que potenciará a la larga, sin duda, una mayor cognición y una mayor comprensión de nosotros mismos.

Proyecciones de los demás hacia nosotros. Proyecciones nuestras hacia los demás. En definitiva: comunicación mutua. Algo de lo que estamos muy faltos hoy en día. Algo que nos enriquecerá pues nos hará entender la superficialidad de ciertos conceptos que teníamos por fundamentales y la importancia de ciertos aspectos que considerábamos superficiales. Nuestra escala de valores, a buen seguro, dependiendo de la intensidad con la que viva cada uno el Camino, se nutrirá de una nueva savia vivificante. 


La estación hibernal propicia el acercamiento humano, pues lo afable y caritativo brotan espontáneamente. Cuando el peregrino, sin más mérito que tomar un café en la barra de un bar, es invitado a compartir mesa con los que van a almorzar... siente, en lo más profundo de su corazón, el agradecimiento de un valor, la fraternidad, tan escaso en nuestros días.
VILLAMBISTIA (Taberna Iñaki -"antiguamente", ahora se llama de otra forma-) 14.01.07


Cuando volvamos a nuestra ciudad, pueblo o lugar de residencia, se habrán subvertido muchos conceptos. No es algo “ampuloso” que deseemos reflejar en estas líneas, es la constatación de las conversaciones del autor con otros peregrinos; tanto en su calidad de jacobita como en sus funciones de hospitalero. Es la manifestación de las opiniones, de los comentarios, de las palabras emotivas y de las confidencias al paso...  






Vídeo que nos muestra una de las etapas del Camino (concretamente, la etapa que va desde Grañón hasta Belorado). Aquí podemos comprobar el compañerismo, el buen humor, el coraje y la constancia que suelen caracterizar a los peregrinos invernales (sin desmerecer al resto, por supuesto). También podremos ver la camaradería que reina en los albergues que, en este caso, serán los de las dos ciudades citadas.




GALERÍA DE IMÁGENES 

El autor no pudo resistir la tentación de fotografiar esta pequeña “broma visual”. Ciertamente, el invierno es una estación en la que el fresco (ya no se producen verdaderos fríos en nuestro país) está presente; aunque, desde luego, nunca se llegará a la situación extrema de tener que tomar una consumición encima de la nieve.
 MANSILLA DE LAS MULAS (patio del albergue)  30.01.06
 
En el albergue de San Juan de Ortega, puede leerse en su fachada lo siguiente: “aquí hacen muchas caridades a los peregrinos”. Palabras manifestadas por Domenico Laffi -clérigo boloñés que realizó la peregrinación allá por las postrimerías del siglo XVII-. Sin los albergues, difícilmente sería comprensible el auge actual del Camino. 
SAN JUAN DE ORTEGA 15.01.06


A lo largo de la peregrinación, nos encontraremos con peregrinos que viven el Camino de una manera muy especial. Son personas que, bien por alguna promesa o por cualquier otra circunstancia, dirigen sus pasos también a Roma o Jerusalén y, frecuentemente, tras llegar a Santiago de Compostela, vuelven andando hasta el lugar desde el cual partieron. Su presencia nos hará pensar. 
LARRASOAÑA 23.12.05

trucos blogger

1 comentario:

  1. Preciosos lugares. Gracias por mostrarnos ese numinoso camino. Al igual que pasó en Brasil con el libro de Paulo Coelho de Souza, este trabajo en Internet habrá de conseguir muchísimos nuevos peregrinos.
    ¡Felicidades y adelante!

    Uno que ya hizo el Camino.

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